Bienvenidos a ELÉCTRICA OBSESIÓN


Donde doy vida de nuevo a los personajes que me atraparon y me arrastraron a su mundo, uno que sólamente es posible entre las páginas de un libro.
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CoreanoÁrabe

miércoles, 28 de julio de 2010

La huésped nº 37 - Cap 10 - Confidencias


CAPITULO 10 – CONFIDENCIAS

- ¿Tienes sueño? –Me preguntó de una forma que evidenciaba que esperaba que no fuese así?.

- No. La verdad es que no. –Respondí con total sinceridad. Aunque estaba segura de que, a pesar de haber estado agotada y con los ojos cerrándoseme, le habría respondido igual solamente movida por la curiosidad.

Sus ojos se veían animados cuando se sentó enfrente de mí, después de arrastrar su catre hasta casi unirlo al mío como la noche anterior.

- ¡Estupendo! Así podremos charlar y conocernos mejor.

Me mordí el labio nerviosa. Quería hablar con él pero no podía revelarle mi "secreto".

- Yo nací en Alburquerque, Nuevo Méjico. ¿Y tú? –Comenzó como si no hubiese visto mi gesto, como si le estuviese sonriendo.

Respiré aliviada momentáneamente. Eso era fácil de contestar. No era nada que tuviese que ocultar. Además, si quería saber de él, y realmente me moría por saber todo lo que pudiese..., algo tendría que ofrecerle a cambio, ¿no?.

- Nací en Seattle, Washington.

- ¡ Guau! –Exclamó– Vosotros también os movisteis bastante.

- Me moví. –Corregí rápidamente.– Hace mucho que estoy sola.

Suspiró y negó con la cabeza, pero sonriéndome amistosamente.

- Sabes que sé que estas mintiendo, ¿verdad? –Afirmó con dulzura– Se te da tan mal como a Sol o Wanda.

No me tensé, pero el remordimiento empezó a hacerme nudos en el estómago y fui incapaz de seguir sosteniéndole la mirada.

- No importa, Elen. Ya me lo contarás cuando realmente te sientas segura... Aunque creo saber lo que pasó contigo.

Su mano acarició mi mejilla, e inconscientemente cerré los ojos y apoyé la cara en ella. No la apartó como temí que hiciese en cuanto me di cuenta de lo que había hecho.

- Yo tenía siete años cuando mi mundo se volvió patas arriba. Un día mi madre fue a visitar a mis abuelos y ya no regresó. –Abrí los ojos de golpe y me encontré con los suyos ausentes y llenos de dolor, mientras con suma lentitud retiraba y dejaba caer la mano que había coloreado mis mejillas y caldeado mi alma.– Llamaba a diario insistiendo a papá para que nos reuniésemos con ella. Él por aquel entonces tenía mucho trabajo, y siempre terminaba recordándole a mamá que ese era el motivo por el que había ido sola. Que le era totalmente imposible ir y que Mel, que por aquel entonces tenía trece años, era demasiado pequeña para hacer ese viaje sola, aún cuando no tuviese que hacerse cargo de mí.

» Una noche me despertó un fuerte golpe. Abajo se escuchaban muchas voces y sentí curiosidad. Sin hacer ruido salí al pasillo y me acurruqué a media escalera. Desde allí se podía ver parte del salón. –Sonrió como si en medio de ese recuerdo se colase otro más agradable. Sus siguientes palabras me lo confirmaron.– No fueron pocas las noches que nos quedamos allí, viendo en secreto la televisión cuando se suponía que debíamos irnos a dormir.

Su sonrisa se fue difuminando lentamente y guardó un silencio que se me antojo eterno, más no lo rompí. Tenía una idea bastante aproximada de lo doloroso que debía resultarle evocar su pasado y a los seres queridos que jamás recuperaría. En vez de eso agradecí que su hermana finalmente no formase parte de ellos, pues recordaba claramente que la noche anterior había mencionado que Jared le trajo aquí después de perderla. Deseaba conocer esa historia, pero nunca se la preguntaría a nadie. No tenía derecho a preguntar nada mientras no estuviese dispuesta a contestar a cambio, y desde luego eran muchas las preguntas a las que no lo haría para poder proteger a los míos.

- Había tres hombres rodeando a mi padre, que miraba a alguien que yo no podía ver desde donde estaba. Parecía asustado. De pronto comenzó a gritar que tío Jeb tenía razón, hasta que el tipo que estaba más cerca le hizo callar. Bueno..., en realidad gritaba: "¡Jebediah estaba en lo cierto, tú no eres Linda!".

» Fue entonces cuando escuché a mamá tratando de tranquilizarlo. Y si en ese preciso momento Mel no me hubiese atrapado y tapado la boca..., habría corrido escaleras abajo gritando ¡Mami! con los brazos extendidos.

Me estremecí horrorizada de sólo imaginar que le habría sucedido si su hermana no le hubiese detenido. Ahora él no existiría. Su cuerpo sería una carcasa donde habitaría un ser totalmente diferente.

- Ella me saco por una ventana mientras se producía un estruendo como de lucha y papá volvía a gritar entrecortadamente: ¡Jeb tenía razón, tú no eres mi mujer! ¡Alejaos de mis hijos! ¡No toquéis a mis hijos!. Supongo que le golpearon o tal vez lo drogaron para dejarle inconsciente ya que enseguida quedó todo en calma y no volvimos a oírle más.

» Una vez en el tejado me hizo prometer que me estaría callado antes de soltarme. Me explicó que aquella mujer no era mamá y que papá ya no lo sería tampoco cuando volviésemos a verlo. Que debíamos huir. No entendía nada. Tarde bastantes días en hacerlo. De todos modos, obedecí lloriqueando sus instrucciones para bajar por él árbol que había al costado de la casa. No fue nada fácil, era demasiado pequeño y estaba muy pero que muy asustado. En realidad fue un milagro que no nos partiésemos la cabeza alguno de los dos.

» Cuando a los dos días, el hambre y el frío nos obligaron a regresar a casa, nos encontramos con que no habían dejado nada que nos pudiese ser útil. Tampoco podíamos quedarnos de todos modos. El que ya no era mi padre comenzó a venir acompañado de un par de extraños. Para Mel no fue sencillo manejarme en las tres ocasiones que esto acorrió antes de que abandonásemos definitivamente nuestro hogar. Yo estaba resentido con ella porque la creía una mentirosa. En mi terca y tierna mente infantil no entraban sus explicaciones y por lo tanto no atendía a razones. Tan sólo sabía que quería que todo volviese a ser como antes..., que papá nos buscaba desesperado y ella no me dejaba contestarle ni acudir a sus llamadas... No fue hasta la última vez, cuando estuvieron apunto de encontrarnos y pude ver de cerca sus extraños ojos brillantes, que la creí.

» Después de aquello pasamos más hambre, sed, frío, calor y sobre todo miedo del que jamás imaginé que nadie pudiese soportar. Siempre de un lado para otro. Siempre escondidos. En ocasiones acabábamos metidos en las malolientes cloacas, con el agua putrefacta hasta las rodillas y rodeados de ratas mientras conteníamos el aliento pues cerca, demasiado cerca, alertados por algún buen ciudadano, los buscadores rastreaban con sus potentes linternas a los "peligrosos" humanos que acababan de robar alguna sobra de un contenedor de basura.

» He perdido la cuenta de los diferentes lugares en los que nos hemos visto obligados a ocultarnos, de las ciudades y estados que recorrimos... Hasta que un día, a los dos años aproximadamente, Mel se fue a buscar comida y... regresó con Jared. Él volvió a cambiarlo todo. Cuidó de nosotros, disipó los miedos y nos proporcionó un techo seguro al que regresar de vez en cuando.

- ¿Él se dedica a recoger "gente"? –La pregunta escapó de entre mis labios nada más formarse en mi mente. Ya no tenía remedio, pero de todas formas los apreté formando una delgada línea.

Sus ojos volvieron al presente, a enfocarse en mí mientras se le formaba una sonrisa. Únicamente por eso merecía la pena haberle interrumpido, aunque me costase quedarme sin saber el resto de la historia.

- No. Encontramos con él fue una verdadera suerte, un milagro más bien. Ambos entraron a "recolecta" alimento en la misma casa y, en un principio, se tomaron el uno al otro por un buscador. –Su sonrisa se fue desvaneciendo poco a poco– No fue hasta años más tarde que me di cuenta de lo peligroso que había sido ese encuentro para mi hermana..., cuando tía Maggie casi mata a Jared... –Se encogió como si le hubiesen golpeado en el pecho y sacudió la cabeza con firmeza para alejar aquellos malos recuerdos.

- Lo siento, Jaime. –Susurré angustiada por su sufrimiento.– Siento haberte hecho revivirlo. –Me apresuré a añadir ante su mirada extrañada, maldiciéndome mentalmente por eso.

- No. Tú no tienes la culpa. –Contestó tomando la mano que yo mantenía indecisa en el aire a medio camino de su rostro.– Yo he querido contarte mi historia, y estos recuerdos forman parte de ella. También planeaba contarte esto... pero lo haré más adelante, ¿vale?. –Agregó dándole la vuelta para besar la palma.– Así que no te preocupes.

A pesar de la tensión del momento, mi corazón trató de batir un nuevo record de velocidad mientras mis mejillas se incendiaban.

Afortunadamente él no se dio cuenta, ya que su mirada permaneció fija en mi mano, cobijada entre las suyas como si fuese un pajarito al que estuviese cuidando y dando calor.

- ¿Recuerdas que ayer te hablé de cuando perdí a Mel? –Asentí con la cabeza temerosa de que no me saliese la voz y de volver a ver al dolor reflejarse en su rostro– Eso fue de lo que me acordé. –Sentenció– Cuando Jared me explicó que Mel jamás regresaría..., bueno... al menos "nuestra" Mel..., fue realmente desolador. Ambos sabíamos que su cuerpo sí que lo haría, así que no regresamos "a casa" tal y como ella nos pedía en su nota de despedida.

» Creí que después de tanto tiempo ya no dolería, que se habría mitigado como pasó con todos los demás recuerdos pero..., supongo que me pilló desprevenido, eso es todo. Es curioso porqué, en cierto modo, también forma parte de lo mejor que me ha pasado desde la invasión, junto con encontrar a Jared, este sitio y a todos los que vivían en el y... –Se removió inquieto, tragando audiblemente antes de concluir la frase– por supuesto, ahora a ti.

Aparte del reencuentro en si..., y no parecía que se refiriese a eso..., ¿cómo podía considerar esa experiencia tan traumática uno de los mejores sucesos de su vida tras la invasión?. No lo entendía, aunque mi intuición me decía que simplemente necesitaba pensar con calma en todo aquello para lograrlo por mí misma, la única opción viable pues por nada del mundo le obligaría a reabrir sus heridas para aclarar mis dudas, rompiendo de paso mi regla de "no preguntas". Sin embargo, en estos momentos estaba demasiado confusa y tampoco contaba con el tiempo necesario para darle vueltas al acertijo que planteaban sus últimas palabras, cuya solución casi presentía. Con las mejillas de nuevo arreboladas por el cumplido, un millar de hormigas correteando por mis venas y la palma de la mano, que seguía entre las suyas, ardiendo a consecuencia del sutil roce de la punta de sus dedos recorriéndola en una distraída caricia, tuve que esforzarme al máximo para seguir el hilo de la conversación cuando retomó el relato justo en el punto donde aquellos malditos recuerdos le habían atacado, desviándolo de su camino.

- Yo tenía nueve años y mucha hambre... pero sobre todo miedo. Más que eso... sentía pánico. No por mí, si no a que mi hermana no regresase. Mel se había marchado al amanecer, dejándome en la pequeña cueva que nos servía de refugio por aquel entonces. Por más que le rogué y lloriqueé no consintió en llevarme con ella. Prometió que regresaría después de hacerme repetir sus instrucciones: Si no regresaba antes del anochecer del día siguiente, debía dejar de esperarla e irme. Hasta entonces permanecería en "mi escondite", y por nada del mundo daría a conocer mi paradero caso que apareciese alguien por allí.

Alzó los ojos buscando mi mirada, como si necesitase cerciorarse de que tenía mi atención, y después la desvió hacia algún punto a mi espalda mientras liberaba mi mano.

- En la pared del fondo de aquella cueva, había una grieta por la que se accedía a otra pequeña sala lo suficientemente profunda como para que nadie pudiese alcanzarme desde el exterior. La abertura era tan angosta que incluso a mí me resultaba difícil atravesarla. Un lugar inexpugnable pero al mismo tiempo una prisión, si sabían que estabas allí oculto.

Sus ojos volvieron a perderse en la nada cuando su mente se sumergió de nuevo en la profundidad del mar de los recuerdos.

- En algún momento me quedé adormilado, pues cuando Mel me llamó ya estaba todo oscuro. Mi mente, acostumbrada a la perpetua alerta se despejo de sopetón, no era normal que estuviese tan "pronto" de regreso.

» Volvió a llamarme pero yo, obedeciendo al pie de la letra todas las instrucciones que me había dado para esta situación, no le contesté. Ni siquiera respiraba. Tan sólo esforzaba al máximo los oídos rogando por no registrar más movimientos que los suyos... porqué fuese una falsa alarma.

» Angustiado escuché la graba rechinar cuando se acercó a mi escondite, el roce de la tela cuando se acuclilló y seguidamente un clic metálico. Un sonido que jamás había oído antes, un sonido totalmente fuera de lugar si las cosas hubiesen salido bien.

» El corazón me dolió como si ese clic lo acabase de atravesar, los pulsos martilleaban en mi sien amenazando con hacerla estallar, y las lágrimas silenciosas, pues había aprendido muy bien a no hacer ruido ni cuando lloraba, comenzaron a abrirse paso logrando que mis ojos escocieran cual si fueran ácido...

» ... Y entonces pude contemplar su rostro. Sus ojos seguían siendo normales..., no tenían ningún resplandor extraño. Suspiré aliviado y gritando su nombre comencé a forcejear para atravesar la abertura. Fue más complicado que entrar, siempre lo era, pero en esta ocasión además estaba demasiado excitado como para atinar con la posición exacta en la que debía colocar el cuerpo. Casi acabo atorado. Y ... entonces fue cuando le vi. En la entrada había una enorme silueta.

»¡Mel huye, te siguieron!. Grité desesperado, a pesar de saber que era inútil. Aquella era la única salida y el buscador la interceptaba por completo.

» Mi amor por ella era tan fuerte, que sin pensarlo me lancé contra el intruso con la intención de proporciónale la posibilidad de escapar mientras estuviese ocupado conmigo. –Se rió de sí mismo, de su candidez a los nueve años.– Como si inmovilizarme hubiese representado un gran problema para un tipo tan grande y ella pudiese tan siquiera plantearse abandonarme a mi suerte.

Sus palabras me recordaron tan vividamente lo fácil que le resultó conmigo, a pesar de mis quince años, que no pude contener el escalofrío que recorrió todo mi ser levantándome el vello a su paso.

- Bueno señorita... continuaremos en otro momento. Creo que por esta noche ya nos he robado demasiado tiempo de descanso. –Su cambio repentino de tema y tono me pilló tan desprevenida que pegué un respingo para luego parpadear como si acabase de despertarme de un sueño, tan inmersa estaba en su historia.– Mañana toca madrugar un poco más. Ya oíste a tío Jeb, aquí todo el mundo trabaja y yo descuidé hoy mis tareas..., así que mañana tendrás que ayudarme a ponerme al día. –Guiñó un ojo.– Nop, estaba bromeando. Simplemente te tocará acompañarme mientras las realizo.

- ¡De eso nada!. –Rebatí con vehemencia.– Te ayudaré.

Rodó los ojos, seguramente recordando el "momento Cheetos" de esta mañana y por tanto lo terca que puedo llegar a ser.

- Tú misma, pero para eso hay que dormir ¡ya! –Sentenció con un encogimiento de hombros mientras apagaba la lámpara.– Buenas noches, Elen. –Suspiró.

- Hasta mañana, Jaime.– Murmuré repentinamente agotada, pero realmente feliz con la idea. Me deparase lo que me deparase el día siguiente, él estaría de nuevo conmigo.

N/A: Cumplí mi promesa, me costó un poquito pero lo logré. Dedicado a Lullaby que me tiene adicta a su "Cuando tu corazón deje de latir". Y a Kokoro que unos malditos nos cerraron el blog de la huésped kokoro Bueno le cerraron todos los muy "·$&%/$·", pero afortunadamente en todos había alguien de "administradora" que pudo recuperarlos, lamento deciros que La huésped Kokoro no pudo ser, no pude recuperarlo... Un día que empezó feliz por la dedicatoria del capitulo de Lullaby, se volvió triste y amargo pues me cerraron mi segundo hogar en Internet y se perdió muchas horas de trabajo, esfuerzo y dedicación... espero que el/la que sea se sienta orgullosa... y que alguien le haga lo mismo.

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