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Donde doy vida de nuevo a los personajes que me atraparon y me arrastraron a su mundo, uno que sólamente es posible entre las páginas de un libro.
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CoreanoÁrabe

martes, 13 de julio de 2010

Regalo de amor - Capítulo 1 - Me quiere no me quiere.




Todos los personajes menos Elen Masen pertenecen a Stephanie Meyer y a su maravillosa novela Thr Host (El apellido de Elen se lo tome prestado a Edward Cullen, mi pequeño guiño a Twilight)

CAPÍTULO 1 – ME QUIERE, NO ME QUIERE

Jamie estaba asustado, pero no permitiría que nadie lo notase, y menos esos despreciables buscadores. Controló los temblores de la mano que sujetaba la pequeña píldora, y sin mirarla siquiera se la trago.

– ¡No!

El grito retumbo en la cueva y me hizo daño en los oídos. Me incorporé bruscamente bañada en sudores fríos. Las lágrimas fluían como pequeños ríos, y el corazón me dolía como si tuviese clavadas miles de astillas de hielo.

Perfecto, otra vez habría despertado a media cueva, y ya iban tres noches seguidas. Gire la cabeza para confirmar lo que ya sabía. Heidi y Lily me miraban soñolientas, pero con cara de susto.

– Lo... lo siento. –Me disculpé avergonzada, ya era mayorcita para pesadillas–Vuelvan a dormirse, no pasa nada. Otra vez un mal sueño –agregué mientras tomaba una muda limpia a toda prisa.

Salte rápidamente fuera de la cueva, ya no podría volver a dormirme, me asustaba demasiado que regresase todo de nuevo, como sabía que sucedería, y mis compañeras realmente necesitaban el descanso. Además, no quería darles la oportunidad de interrogarme.

Corrí hacia la habitación de los ríos, necesitaba estar sola y esperaba que el murmullo del agua y su contacto consiguieran calmar mis atormentados nervios.

Todo estaba en silencio. Debían faltar horas para el amanecer. Un fugaz vistazo a los espejos de la gran sala me lo confirmo.

Cuando llegué a mi destino aún me temblaban las manos, pero al menos ya no lloraba. Gemí mientras trataba de controlarlas. Tenía ojeras producto de dos noches seguidas con ese sueño, ahora tres, y todavía no era seguro que él tomase parte en la expedición. ¿Qué iba a ser de mí cuando realmente abandonara la seguridad de las cuevas? ¿Cómo podría soportar esos dos meses?.

Una vez dentro del agua intente no pensar más en el tema, pero fue inútil, así que decidí que ya que no podía apartarle de mis pensamientos, al menos procuraría que fueran agradables.

Recordé que mañana, bueno hoy, además de su cumpleaños sería el primer aniversario de mi llegada a las cuevas, de SU llegada a mi vida. Eso facilitó que mi mente se dejase llevar por la nostalgia.

Al principio si que fuimos inseparables de verdad. Por el día le acompañaba a sus tareas, aprendiendo como funcionaba todo y por las noches nos quedábamos solos en el hospital.

Los primeros días fueron especialmente duros. Por el día no tenía cabeza para otra cosa que no fuese el miedo y tratar de controlarlo. El primer día se empeñó en enseñármelo todo y presentarme a todo el mundo junto con su tío Jeb. Tan sólo ese extraño anciano, Sol y Wanda no me asustaban. Pero ellas siempre estaban cerca de Ian y kyle. Por las noches lloraba extrañando a mi familia, mientras Jaime trataba de consolarme.

Se me contrajo el corazón y volvieron a brotar las lágrimas. No había sido buena idea rememorar eso. También hoy haría un año que estaba fuera de casa.

Trate de serenarme de nuevo y concentrarme en pensamientos que no dolieran. Sus ojos, su sonrisa, su rostro al completo. En todas las historias que me había contado acerca de los habitantes de las cuevas... Pero eso no sirvió más que para recordarme que podía perderle, no en vano todos habían perdido a alguien, incluso la hermosa historia de amor de Ian y Wanda había estado a punto de acabar en tragedia.

Me di por vencida una hora más tarde, mis nervios y mi ánimo seguían igual, solamente había conseguido dedos arrugados y la apremiante necesidad de verle.

Casi había entrado en la gran cueva cuando escuche la voz de Ian.

– ¿Entonces ya le has dicho a Jamie que no vendrá en esta ocasión?.

– Sí. No se lo ha tomado muy bien.

Me quede paralizada mientras procesaba la respuesta afirmativa de Jared, después estuve segura que me pasaría el resto del día en las nubes. Literalmente volé de alegría y alivio al saber que Jamie, al fin, no saldría de expedición. Se acabo la tortura de imaginarme desapareciendo por un agujero del gran río, porque él no regresaba. Estaba segura de que eso es justo lo que habría hecho en la realidad. Jaime era mi vida, y sin él no iba a durarme mucho. Eso o robarle a alguien una de esas capsulitas rojas de cianuro. Perderle sería lo único por lo que no me importaría perderme a mi misma en manos de un sanador. Claro que los otros métodos serían más seguros para mi gente, y más rápidos para acabar con mi dolor. Sí, en aquellos dos días agónicos lo había pensado todo y de todo.

Hubiese salido corriendo y besado a Jared, si su siguiente comentario no me hubiese clavado de nuevo al suelo del oscuro túnel.

– Es una pena no poder decirle al chico lo de Elen.

¿Qué pasaba conmigo? ¿Qué es lo que no le podían decir a Jaime sobre mí? Pero sobre todo, ¿qué sabían ellos de mí que él no supiese ya por mi boca?.

Se lo había acabado contando todo, aunque tarde seis meses en desvelar mi único secreto. Cuando estuve segura de que no les harían daño, que los dejarían en paz, reconocí la existencia y la naturaleza de mis padres. Hasta entonces, en un intento de protegerlos, siempre afirmé que estaba sola en el mundo. Ellos sabían que mentía, por supuesto. No era un alma, pero había sido criada y educada como tal, con sus defectos y virtudes, así que me era imposible mentir de forma convincente a un humano, sin embargo no me presionaron al respecto, ni tampoco se mostraron muy sorprendidos por mi revelación. Al parecer habían presenciado un caso similar en una expedición.

– Jared, por favor. –El tono recriminatorio de Ian me sacó de mis cavilaciones y preste de nuevo toda mi atención– Ya hablamos de eso en su momento, y decidimos...

– Lo sé, lo sé. Guardaré silencio, ya lo sabes –le atajó rápidamente–. Simplemente es que eso le habría aplacado el enfado, ¿no crees?. –Y después añadió como si tal cosa entre risas– En vez de gruñendo pestes, ahora estaría fantaseando con que caerá este año. ¿Qué puede superar es regalito de cumpleaños?.

– ¡Jare Howe, callate! –le reprendió Ian enfadado–. Ella no es ningún objeto. Consentí en ayudarte en tu proyecto porque pensé que estaría bien comprobar definitivamente si podíamos o no rescatar a alguien joven, y para eso había que intentarlo al menos una vez más. Es cierto que de paso le hemos dado una oportunidad a Jamie de tener pareja; pero eso es cosa de ellos dos, y francamente, oírte hablar así me pone enfermo.

– Calmate, Ian O'Shea. Estaba bromeando. No soy de esa clase de hombres y tampoco el chico. –Suspiró– Si estuviese aquí, estoy seguro de que me habría roto la nariz.

Retrocedí y me pegue a la pared, cuando me di cuenta de que se dirigían hacía donde yo estaba. Procuré incluso no respirar cuando cruzaron frente a mí, camino de los baños.

– Casi lo hago yo –afirmó Ian más tranquilo.

– Creo que él la quiere, lo que pasa es que no se atreve a admitirlo, ni siquiera a si mismo –continuo Jared sin prestar atención al último comentario de su acompañante–. Es cuestión de tiempo, supongo.

No pude seguir escuchando nada más, las voces se fueron apagando pasillo adelante y las rodillas amenazaban con aflojárseme. ¡Yo, un regalo de cumpleaños para Jaime!. Debería haberme sentido ofendida, por muy broma que hubiese sido; pero en vez de eso, mi mente sólo conseguía centrarse en la última parte de la conversación, mientras mis hormonas locas trataban de tomar el control.

Cada vez que me tomaba de la mano o me tocaba el pelo, mi pulso se disparaba y mi temperatura subía, ¿sentiría él lo mismo?. Nunca había mostrado abiertamente interés por mí en ese sentido, ¿pero y si Jared tenía razón? ¿acaso a veces no parecía mirarme a escondidas?. Finalmente ganaron las hormonas y comencé a fantasear con la posibilidad de que él me viese así, como un regalo; pero en el sentido hermoso y sexy. Bueno yo no tenía mucha información al respecto, pero... a veces se ven cosas sin querer cuando convives en una cueva con parejas locamente apasionadas, además de haber recibido recientemente ciertas clases teóricas de parte de mis amigas. Eso unido a una buena imaginación estaba resultando mi perdición últimamente, sobre todo por las noches. Hasta el comienzo de las pesadillas, todas las pasaba feliz entre sus brazos, aunque a veces pagara un alto precio a cambio.

¿Cuántas veces se me había roto el corazón tras despertarme de un sueño demasiado real, y comprobar que nada había cambiado entre nosotros? ¿Cuántas veces había tenido que abandonar de puntillas mi dormitorio, mordiéndome el puño por miedo a despertar a mis compañeras, refugiándome en la sala de juegos para poder desahogarme?¿Cuántas noches me había quedado allí vencida por el sueño, mientras dejaba fluir libre e incontenible mi llanto acompañado de desgarradores sollozos, pues estaba segura que no había nadie que los escuchase y acudiese a interrogarme?.

Imaginé como sería el tacto y el calor de sus labios presionado los míos.

Fantaseé con sus hermosas manos acariciando mi cuerpo de un modo nada platónico. Si ya cuando me rozaban sin querer sentía hormiguear mi piel, ¿qué no despertarían cuando me recorriesen sensualmente?.

Visualicé como sería recorrer su pecho musculoso. El contraste de mi piel blanca sobre la suya cobriza.

Soñé con poder enterrar libremente los dedos en su cabello, y no tener que conformarse con furtivas caricias; con su mirada llena de deseo recorriéndome por entero; con oler su piel desnuda, recostada sobre su pecho y rodeada por sus brazos.

Apoyé la espalda contra la roca y me deje caer esperando a calmarme, tratando de evadirme de esas vividas imágenes. Si seguía, pronto tendría que desandar el camino y volver a la piscina.

Una vez recuperado el autocontrol, deposité mi ropa sucia en la cesta correspondiente y me encaminé a la cocina, por primera vez en varios días sentía hambre. Cuando entré, mi corazón se disparó. Apenas había gente, pero aunque hubiese estado atestada mis ojos siempre lo encontrarían en décimas de segundos. Yo procuraba evitarlo, ellos parecían tener vida propia y nunca conseguía detenerlos.

Estaba cabizbajo y ceñudo, sentado al final de un mostrador, desmenuzando enfadado un panecillo.

Me aproximé en silencio, con la acuciante necesidad de borrar esa expresión de su rostro emanando por todos mis poros, aunque no estaba segura de que hacer para lograrlo. Mi felicidad empezó a saberme amarga, verle así era peor que cualquier estúpida noche en blanco.

Me encaramé de un salto en el mostrador a su lado, para poder ver su rostro de frente. No me miró.

– Hola Jamie –saludé nerviosa.

Siguió sin mover ni un músculo, excepto porque apretó los labios. Estaba claro que por algún motivo le molestaba mi presencia, así que decidí que sería mejor dejarle solo.

Ahora yo también volvía a querer estarlo. Los ojos comenzaron a picarme, y el poco apetito que tenía desapareció sustituido por las náuseas.

- Siento haberte molestado –susurré y salté del mostrador dispuesta a correr a dónde fuese.

Una cálida mano agarro fuertemente mi muñeca, antes incluso de que mis pies tocasen el suelo. Su calor subió hasta mi hombro y después caldeo todo mi ser. ¿Cómo es posible que él no lo notase, si de veras me quería como afirmaba Jared? No, él estaba equivocado, yo no era más que una niña para Jamie, jamás me vería como una compañera. Simplemente fue amable conmigo mientras estuve asustada, ahora que su trabajo había terminado yo era una más. Peor que eso, en ocasiones, de un tiempo a esta parte, parecía resultarle una cría molesta.

Clave los ojos en el suelo para que no viese el dolor que sentía y seguro reflejaban.

– No digas tonterías pequeña.

Ojalá esas palabras fuesen una respuesta a mis pensamientos, mas como no era así, aquel pequeña se hundió como una astilla en mi pobre corazón.

– He oído que has vuelto a tener una pesadilla –continuó mientras yo me sentaba a

su lado obedeciendo al suave tirón de su mano, que todavía agarraba mi muñeca– y Lily me ha dicho que no comes casi nada –agregó en tono recriminatorio–. ¿Por qué no desayunas hoy conmigo?.

Y sin esperar mi respuesta se fue a buscar un par de cuencos de cereales.

Cuando planto el mío entre mis manos y le susurré que no tenía hambre, puso cara de pocos amigos.

– Pues te lo vas a comer todo, o te llevaré con Doc al hospital –me amenazó–. No me obligaras a hacerte de niñera otra vez, ¿verdad? –agregó con voz dulce.

Tragué en seco y le miré. Me sonreía, pero la alegría no llegaba a sus ojos.

– Venga –dijo golpeando el cuenco con la cuchara.

Me lo comí todo bajo su atenta mirada, sólo para complacerle.

– Esta es mi chica –dijo cuando terminé la última cucharada –¡Ojalá! –creí oírle murmurar. ¿Había oído bien?.

Definitivamente las falta de sueño y las palabras de Jared me estaban jugando una mala pasada, o quizá me estuviese volviendo loca. En cualquier caso debía hacer algo para terminar de una vez con esta situación por mi bien, ¿pero qué?.

Entonces me di cuenta de un detalle importante, Jared creía que Jaime se negaba a admitir que me quería y yo estaba haciendo lo mismo. Apesar de desear con todas mis fuerzas que me correspondiese, de soñarlo casi todas las noches, nunca me permitía considerar en serio esa posibilidad. Me convencía a mi misma una y otra vez de que mi amor era imposible, de que él sólo sentía por mí un afecto similar al de un hermano protector.

¿Y no podría ser que él temiese también que yo no fuese capaz de verlo más que de ese modo? ¿No explicaría eso su silencio? ¿Qué pasaría si diese yo el primer paso y le besara? ¿Le gustaría o le disgustaría? ¿Y qué pasaría si siguiendo el ejemplo de Mel me atreviese a ir mas lejos? ¿Sería capaz de hacerlo?.

Dejándome arrastrar por un impulso algo más inocente me incline y bese su mejilla. Lo sentí tensarse, supuse que sorprendido e incomodo, pues lo hice demasiado cerca de la comisura de sus labios, con toda intención, y salí corriendo.

– Me alegro de que no te vayas esta noche –solté de golpe sin mirar atrás, temerosa de lo que leería en aquellos ojos que ahora notaba clavados en mi espalda como flechas incendiarias.

Crucé la gran plaza tratando de no chocar con nadie, todos parecían haberse levantado ya. No dejé de correr hasta que llegué a la boca del corredor que conducía hacía los dormitorios y el pequeño almacén donde acumulábamos la ropa sucia, mi objetivo. Hoy era mi turno de lavandería junto a Trudy y Peage en la mañana y por la tarde debía ayudar a Lucina con los platos sucios.

No llegué a entrar en el oscuro túnel, unos fuertes brazos me retuvieron por la cintura.

– Te atrapé –afirmo mi captor mientras me hacía girar para enfrentarlo.

No necesité oír aquella voz para saber que esos no eran sus brazos. Los únicos que mi cuerpo reclamaban a gritos. Aquellas manos que me mantenían presa no le decían nada a mi ser, no mandaban corrientes eléctricas por mi piel si la rozaban. En cambio, en ese momento, me incomodaban y mucho, ellas y la forma en que me sujetaban por encima de las caderas. Supe de inmediato el porqué, tan sólo deseaba que él lo hiciese, sólo él debería poder hacerlo y me juré a mi misma que así sería; aunque para ello tuviese que lanzarme a sus brazos y seducirle.

¿Y cómo se hace eso? –Gemí en mi mente.

Estaba tratando de soltarme disgustada, cuando sobre el hombro de Isaiah le vi parado a pocos pasos. Me quedé petrificada. Su rostro estaba crispado y las manos convertidas en puños apretados. Sus ojos parecían fijos en mis manos sobre las del chico. Isaiah hablaba pero yo ni siquiera le veía, mucho menos escucharle. ¿Podría sentir celos? ¿De un chico de 14 años?, me preguntaba una y otra vez ilusionada.

Mi pecho se infamó con dos sentimientos contradictorios: dolor y alegría. Dolor pues no quería que sufriese por ese sentimiento tan negativo y tan carente de sentido en esta ocasión, y alegría al pensar que si estaba celoso es que realmente me quería.

Sufría por él, pero no quería que el sufriese por mí, y los celos bien lo sabía yo eran sumamente dolorosos; aunque de momento los míos fuesen imaginarios. Me torturaba pensar que algún día tendría que verle pasear por las cuevas con una chica de piel morena o una despampánate rubia. Siempre imaginé que le gustarían totalmente opuestas a mí... y aún podía ser así, ¿no?. El dolor y la rabia que me produjeron admitir esta posibilidad amenazaron con ahogarme, y los use para golpear con más fuerza las manos del chico mientras protestaba enérgicamente. Isaiah no me soltó, sin embargo Jamie sonrió ampliamente antes de desaparecer por el túnel que tenía delante. Respiré aliviada, lo había entendido. Podría amarme o no; pero al menos tenía claro que yo no sentía nada por Isaiah y eso parecía agradarle.

No pude evitar preguntarme si me estaba siguiendo. Presentí que nunca lo sabría, de ser así nunca sabría lo que planeaba hacer o decir. ¿Se habría perdido una gran oportunidad para nosotros?. Tuve que morderme la lengua para no llamarle, mientras me deshacía finalmente del abrazo inoportuno tirando de los dedos.

– Isaiah, ya vas siendo mayorcito para esto, ¿no crees? –le regañe enojada–. Anda vete a la escuela y déjame que tengo trabajo –agregué mientras entraba en el corredor.

– De eso se trata, soy mayor pero tú no te das cuenta –murmuró el chico a mis espaldas–. Sólo tienes ojos para el estúpido de Jamie. ¡Le odio! –Gritó y desapareció antes de que pudiese reaccionar.

¿Qué? ¿Cuándo había dejado de considerarme sólo su amiga para...? ¿Cómo no me había dado cuenta?.

Suspiré. Definitivamente tendría que hablar con el chico; aunque hay no, eso seguro. Ya tenía suficientemente embotada la cabeza como para pensar en enfrentarme con esto también. Agradecí más que nunca no tener que asistir a la escuela, haber tenido unos mejores maestros que Sharon en mis padres. Hasta me habían enseñado a conducir a escondidas y me entrenaban cada noche con carreras de madrugada por el parque, en su intento de proporcionarme las máximas posibilidades de escapar de los buscadores.

– Mierda –Gemí – ¿¡ Por qué no me enseñasteis a escapar del dolor del amor!.

N/A: Gracias especiales a Kokoro, Neny Cullen, Robin Wolfe y Yop por ser las primeras en alentarme a continuar. Gracías a ti también por leerme, espero que te este gustando.

3 comentarios:

  1. Comentarios en: Las huéspedes lemmoneras

    Neny W Cullen dijo...

    sabes cuanto amo este fic verdad??
    me encanta jamie!!
    te quiero mucho mi ñoñita linda!
    y espero no te sientas presionada pero... y que pasa con la huesped nº37?? ^^
    rayo con ese fic, ademas, es la mejor manera de entender este.
    te quiero, ya te lo dije no cierto??
    jajajaj
    besitos grandes!
    4 de mayo de 2010 22:29
    deLacrOix.!! dijo...

    hahaha
    zigue zigue!!
    qe genial
    cap
    bezoz!!
    4 de mayo de 2010 22:36
    Danna cullen black dijo...

    chicas me gusto, es facinante y me encanta lo adore ademas les digo algo yo las apoyo. yo las apoyo en todo yo tampoco me voy a quedar cn los brazos cruzados mientras nuestra kerida alpha se la cerraron no me gusta ademas si todos lo bloggeros se unen podremos ayudar a kokoro
    5 de mayo de 2010 19:09
    anny lautner dijo...

    hey este fic esta incre espero la continuacion
    me encantan sus fics he leido varios y mientras no salga el libnro oficieal de la huesped 2
    leere todos sus fics
    4 de junio de 2010 16:46

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  2. From: ngel OShea () desde ff.net
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    ay... pobre isaha... ¡o como se escriba, la verdad nose jeje!

    me gusto me gsuto...!

    es ke yo siempre me meto en la trama ¡y se me llenaron los ojos de lagrimas
    cuando lo del "casi" rechazo de jamie en el desayuno! ay!

    bueno voi al otro Elle!

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  3. From: Lyhaane 'Swan desde www.fanfiction.net
    -------------------

    ayyy k emocion! le dio un besito! k tierna... sta genial el fic... kiero
    seguir leyendo, asi k digamos k mis rr's no seran tan extensos como m
    gustan... siempre m pasa lo mismo cuando un fic m gusta demasiado... nos
    leemos, byeeee

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