Bienvenidos a ELÉCTRICA OBSESIÓN


Donde doy vida de nuevo a los personajes que me atraparon y me arrastraron a su mundo, uno que sólamente es posible entre las páginas de un libro.
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CoreanoÁrabe

jueves, 19 de agosto de 2010

AVISO IMPORTANTE

Mis queridas compis... amigas... seguidoras... y family . Tengo que avisaros que me quedo sin internet por algun tiempito. Aun no sé cuanto tiempo, pero si que será apartir de mañana... seguiré escribiendo para poder publicar a mi vuelta. Mientras tanto intentaré pasar por la biblioteca y, si puedo, actualizare desde allí. Las quiero chicas... por cierto electrica cullen black ya esta en facebook si quieren agregarme busquenme por ese nombre. Tengan paciencia si tardo en aceptar la amistad... ya les digo que estaré fuera de juego unos días.
Hasta prontito.

La huesped nº 37 - Cap 06 - Deslumbrada



Como siempre digo, todos les pertenecen a Steph menos mi Elen. Mi huéspe nº 37.

CAPITULO 6 – DESLUMBRADA

Cuando desperté desorientada, no pude evitar encogerme al percibir una figura tan cercana.

- ¡Vaya!. Creía que habíamos superado esa parte anoche.

Jamie estaba sentado en su catre, dándole la espalda al resto de la sala. Al reconocerle me senté, confiada otra vez, sonriéndole.

- Eso me gusta más –comentó en tono alegre mientras deslizaba la mirada hacía la bandeja con comida que estaba a su lado, tratando de que yo la siguiese.– ¿Quieres desayunar conmigo?. Tío Jeb a sido tan amable de traernos esto.

Miré rápidamente por encima de su hombro, pero allí no había nadie más.

- ¡Venga!. No irás a decirme que no tienes hambre, ¿verdad?

La luz del sol procedente de unos agujeros del techo era muy fuerte, así que supuse que debía ser muy avanzada la mañana. Me sorprendió haber dormido tanto y tan relajada. Pero en vez de sospechar nada raro, me sentí culpable.

Jaime alcanzó una de mis manos y colocó en ella medio panecillo rezumante de miel. Cogió el otro medio y lo mordió con deliberada lentitud, mirándome fijamente.

Fue esa mirada, mitad triste mitad expectante, la que me hizo reaccionar e imitar su gesto.

- No te acostumbres a esto –me dijo cuando me limpié los dedos con la lengua al terminar– no siempre se desayuna tan bien.

Me guiñó un ojo y me lanzó una bolsa pequeña de Cheetos, que había mantenido oculta a su espalda.

- Incluso ahora que Wanda nos hace la compra, esto es un lujo –añadió señalándola.

Viendo la duda en mis ojos se encogió de hombros.

- Ya lo entenderás mejor, por ahora sólo te diré que antes de llegar ella, Jared y los otros chicos de las expediciones arriesgaban sus vidas entrando en las casas a rapiñar, o atracando comercios cerrados. Ahora es algo menos peligroso.

Puse los ojos como platos, aquello no tenía sentido, Jaime había dicho que era un lujo para ellos ¡¿Y me lo daba a mí!. Traté de devolvérsela.

- No. Es toda para ti. –Dijo mientras levantaba las manos mostrándome las palmas, como si se rindiese. Después cruzó los brazos fuertemente contra el pecho.

En ese momento recordé que la comida la había traído otro. Tío Jeb había dicho. Debía ser el anciano.

No quería molestar a los demás; y rechazar comida, al parecer un bien escaso y difícil de conseguir para ellos, quizás los ofendiese. Así que abrí la bolsa. Pero de ningún modo me la comería yo sola.

Tomé uno y lo degusté lentamente, al parecer tardaría en volver a disfrutar ese gusto a queso. Después le alargué la bolsa y le hablé por primera vez.

- A medias. Te toca.

Sonrió como si le agradara mi actitud, pero negó con la cabeza.

Suspirando sonoramente dejé la bolsa a un lado y adopte su misma postura, poniéndome lo más seria que pude.

Mantuvimos este duelo de testarudez durante unos minutos, al cabo de los cuales él puso los ojos en blanco.

- Vale, trae acá.

En silencio y por turnos nos los comimos todos. Ambos demorándonos para disfrutarlos. Después me alargó la botella que anoche usara para humedecer la toalla. Bebí un buen trago y se me arrugó la nariz, tenía un gusto extraño.

- Tardarás un poco, pero te acostumbrarás al sabor, ya verás.

Se la devolví y él también bebió.

- Yo ni lo noto –agregó.

Volví a arrugar la nariz.

- Bueno, en realidad lo que quise decir es que me resultaría extraño si no supiese así. Ahora..., a enseñarte todo esto.¡En marcha! ¿Te va a encantar, tenemos hasta un cuarto de baño estupendo!.

Se había levantado de un salto mientras hablaba. Su entusiasmo era contagioso, pero lo que realmente me hizo ponerme en pie fue la mención del cuarto de baño. Aún podía aguantar, sin embargo pronto necesitaría uno.

Se dirigió a la salida, conmigo pisándole los talones. Ni siquiera se paró a comprobar si lo seguía cuando se adentró en el pasadizo.

La luz allí se fue difuminando y pronto la oscuridad nos rodeó por completo. Atemorizada, adelanté una mano buscándolo. Era curioso, hay me asustaba caminar a oscuras por donde ayer no me importo correr.

Me paré en seco, ¡y si no le gustaba que le tocase?. Entonces una cálida mano rodeó mi antebrazo aún extendido, deslizándose hasta la muñeca.

Sentí como una especie de descarga eléctrica bajando por mi columna, mientras mi corazón aceleraba alocado.

Tiró suavemente de mí y continué avanzando, contenta de que en la oscuridad no pudiese verme la cara. Seguramente la tendría completamente roja, pues me ardía.

Doblamos un recodo acentuado, y no pude evitar imaginarme lo que habría pasado la noche anterior si Jared me hubiese dejado llegar a ese punto. Casi pude sentir el dolor.

Recorrimos otro largo trecho en silencio. Lo aproveché para pensar en todo lo que estaba pasando, quizá no tuviese la oportunidad más adelante.

Había sido capturada por humanos que no se mostraban muy hostiles, al menos de momento. Me habían dejado "al cuidado" del más joven, que me trataba de modo amable y compasivo y por él que yo notaba sentimientos fuera de lugar a todas luces, pues al fin y al cabo era su prisionera.

Traté de analizar aquellos sentimientos. No le temía, es más confiaba en él, pero... había algo más..., algo muy fuerte que jamás había sentido antes. Algo que las expresiones gustar o caer bien no parecían suficientes para explicarlo.

Empezó a distinguirse claridad al frente. Él no aminoró el paso y yo tampoco. Al llegar a una zona lo bastante iluminada, aproveché para mirar de reojo su mano sobre mi piel. Quería comprobar el contraste. Fue más doloroso de lo que esperaba. Su piel era de un hermoso tono bronce dorado, yo en cambio estaba demasiado blanca. No le gustaría alguien así. Incluso aunque me hubiera expuesto al sol todos los días, en vez de estar siempre entre cuatro paredes, habría sido demasiado blanca en comparación.

Debió de darse cuenta de mi mirada furtiva, de mi gesto compungido, y mal interpretarlos; pues aunque de mala gana, o eso quise creer, me soltó. Pero también podía haber otro motivo, con luz ya no era necesario mantener el contacto. ¿Por qué iba a querer hacerlo, entonces?.

Me molestaba que no quisiese, pero también estaba molesta conmigo misma por sentir eso. Intenté por todos los medios posibles de convencerme de que era porqué ese contacto me hacía sentir segura. No funcionó. Era cierto, pero no el único motivo.

¿Y si creía que era yo la que no lo quería?. La necesidad de saberlo a ciencia cierta creció en mi interior, anulando todo lo demás. Me arme de valor y sin mirarle tomé su mano, contuve el aliento hasta que sentí como me la apretaba cariñosamente. Suspiré aliviada y le miré de reojo. Él sonreía sin dejar de mirar al frente. De repente se paró en seco y me soltó.

Frente a nosotros se abría un arco inundado de luz cegadora, aunque yo no le presté atención, estaba demasiado confusa intentando comprender y asimilar el montón de emociones contradictorias que me abrumaban. Sin embargo no tuve tiempo de reaccionar, ni siquiera pude considerar si emitía una queja o no, puesto que rápidamente me volvió a coger de la mano, esta vez entrelazando nuestros dedos.

- Vamos allá. –susurró sin mirarme– Recuerda, no hay nada que temer.

No sólo no me moví, sino que tiré de él reteniéndolo. Creía haber oído voces.

Él levantó nuestras manos unidas, para rozar con el dorso de la suya mi mejilla, completamente curada.

- Vamos a entrar en la "gran sala", nuestra plaza mayor, la consideramos así porque de ella parten todos los túneles que conectan el resto de las cuevas. Aquí siempre hay alguien, quizá ya los conozcas, quizá no. De todos modos nos los iremos encontrando a todos lo largo de la visita.

Le miré aterrada. ¿Cómo que quizá no los conozca? ¿Cuántos significaba: "Todos"?.

Jaime me sonrió y me apretó la mano para infundirme confianza, antes de volver a hablar. Para él resultaba evidente lo que debía estar pasando por mi mente.

- Mira, ellos tuvieron anoche una reunión, obviamente no pude asistir, no quería dejarte y que despertases sola. Podrías haber acabado haciendo alguna tontería, como vagar en la oscuridad hasta acabar haciéndote verdadero daño. El miedo siempre resulta un mal consejero.

Pareció esperar algún tipo de respuesta a su última afirmación, así que asentí bruscamente.

- Tío Jeb y yo tuvimos la nuestra mientras dormías esta mañana. Me puso al corriente de lo tratado y pidió mi opinión. –Su sonrisa se ensanchó aún más–. Ambos coincidimos en que lo mejor era que los fueses viendo poco a poco. Según nos los fuésemos encontrando.

- ¿Cuántos...? –inquirí con voz rasposa– ¿Cuántos sois?

Ignoró mi pregunta y continuó explicándome a su aire.

El tío Jeb es..., por así decirlo, el "dueño" de todo esto. Él encontró estas cuevas por casualidad y las fue adaptando. Cuando la invasión se hizo ya más que evidente comenzó a recoger... "huéspedes". –Bufó divertido– Le gusta llamarnos así, sobre todo cuando se disgusta por algo.

- ¿Cuántos huéspedes? –Volví a interrumpirle. Esta vez con voz más clara.

Suspiró. Parecía como si temiese responderme.

- Treinta y seis. –Susurró mientras yo me tensaba más aún– Bueno, en realidad... treinta y siete contigo. Somos treinta y ocho en total si incluyes a Jeb. –Volvió a sonreír mientras pronunciaba la última frase en voz más alta y levantando la cabeza, en actitud orgullosa. –De los cuatro que conocemos, somos el clan más numeroso.

No supe que decir, que pensar. Finalmente decidí que lo mejor era concentrarse en el echo de que, aparte de los que ya había visto, en alguna parte me aguardaban treinta humanos más. Ya me preocuparía más tarde de los que pudiese haber fuera de aquella cueva. Quizá no durase tanto tiempo como para tener que hacerlo. Al admitir esa posibilidad, sentí como se me anudaba el estomago. Pero entonces recordé lo que Jaime había dicho: "Treinta y ocho contigo". Jeb me consideraba otro huésped. ¿Significaba eso acaso que estaba realmente a salvo?. Jaime había dicho que era el dueño del lugar, ¿no?. Lo lógico entonces sería que fuese también el jefe.

- Venga. Se hace tarde y tengo mucho que enseñarte.

Avanzó casi arrastrándome hasta que cruzamos la arcada, después se detuvo para que pudiera acostumbrarme a tanta luz y recrearme en el lugar a mis anchas.

N/A: Este capítulo quiero dedicarselo a todos los que lo estabais esperando. Gracias por eso y por vuestros reviews.

Adner Vancastle, te preguntabas como puede parecerse tanto a una continuación real de Steph. Bueno, quizá porque más que leerla... vivi esta novela (3 veces).

La huesped nº 37 - Cap 05 - Confianza



Tomé prestados los personajes de S. Meyer, pero seguro que a ella no le importaría, pues los trato con mucho respeto.

CAPITULO 5 – CONFIANZA

Camine lentamente hacía el catre más alejado. Nadie me siguió. Me tumbe adoptando una postura fetal lo más apretada posible y cerré fuertemente los ojos. No les di la espalda, no tuve valor para tanto. De echo me hubiese gustado poder apretarla contra algo sólido, y así no exponer tantos flancos.

No volvería a tratar de huir, no esa noche al menos, estaba segura de que me capturarían con facilidad; además, Jared tenía razón, acabaría estampándome contra algún recodo en caso contrario, o simplemente cayéndome por causa de algún socavón, lastimándome.

Una cueva repetí para mí misma, desolada– estoy en una cueva.

Estaba segura que de haber estado en campo abierto o con algún tipo de luz, en vez de bajo tierra en completa oscuridad a no se sabe cuantos kilómetros de ninguna parte, no le hubiese sido tan fácil detenerme. Papá y yo solíamos entrenar a horas seguras en un parque cercano, sólo por si acaso decía. La verdad es que me venía bien el ejercicio después de estar todo el día encerrada. A veces nos acompañaba mamá y hacíamos carreras. Yo ya era la más rápida con diferencia.

Pero correr totalmente a ciegas, sin la escasa luz de la luna... era algo que te daba inseguridad, y la inseguridad resta algo de velocidad. El pánico también.

La reunión continuaba, pero esta vez hablaban más fuerte. ¿Por qué? ¿acaso pretendían que escuchase? ¿pensaban que estaba lo bastante lejos o atemorizada para no hacerlo?.

- Bueno, ¿qué os parece la situación?.

- Es simple, pensó que éramos buscadores.

- No creo que sea tan simple ,Jared. –Intervino Ian– Mírala, aún esta aterrada. –Durante un segundo sentí la presión agobiante de todos sus ojos fijos en mí e instintivamente procuré hacerme un bulto más pequeño, como si con eso lograse ocultarme– Es humana, pero actúa como si fuese un alma. Sí, a juzgar por lo que dijo cuando despertó la primera vez, creyó que la insertaríamos, pero... creo que hay algo más... no sé

Abrí los ojos y redoblé mi atención sin relajar mi postura, no quería que lo notasen.

- Creo que Ian tiene razón –aquella era Wanda, siempre se me había dado bien recordar las caras y los nombres, aunque con la escasa vida social que llevaba no me era muy útil, ni muy difícil– si fue capaz de engañaros de ese modo, significa que es tan buena actriz como Mel. Y no creo tener que recordaros porque ella es capaz de actuar así y vosotros no.

Intercambió un guiño con la otra chica mientras Ian la abrazaba y besaba en la coronilla. Jared imitó el gesto con Melanie.

- Eso suena interesante –Comentó el anciano– Intrigante de veras.

Era como si hubiese leído mis pensamientos. Como oírlos saliendo de otra boca.

- Lo que esta claro es que por su edad, no a podido estar sola todo este tiempo.– Sentenció Doc, haciendo que mi corazón latiera más acelerado.

El chico aún no había hablado. Estaba con ellos a escasos pasos del arco, pero permanecía mirando al suelo en silencio.

- Quizás algún familiar, algún padre o hermano mayor siga donde la encontramos –apuntó Ian.

Contuve el aliento, temerosa por los míos.

- Quizás –concedió el anciano– o quizás ya estaba sola.

No tuve tiempo de experimentar ni siquiera un atisbo de alivio.

- Pero si hay otros... –reflexionó Melanie– ¿no deberíamos tratar de encontrarlos y traerlos aquí?..

- ¡No! –Grité con todas mis fuerzas.

Todos se sobresaltaron y clavaron en mí su mirada.

¿Por qué lo había hecho? ¿De qué servía mi reacción?. Harían lo que les diese la gana sin que pudiese detenerlos.

Caí en la cuenta de que no sólo me había incorporado. Me hallaba de pie, con los dientes y los puños fuertemente apretados en actitud claramente hostil. Incluso había avanzado unos pasos.

Relajé mi postura y retrocedí lentamente sin perderles de vista, trastabillando hasta que mis piernas toparon con el catre. Entonces me dejé caer y hundí el rostro entre las manos.

No podía contener por más tiempo el llanto. No caería yo sola, seguramente arrastraría conmigo a mi familia.

Nadie habló por un tiempo, pero noté una presencia frente a mí. Decidí que ya no quería saber más. No les prestaría atención, apartir de ahora fingiría no existir.

Para cuando conseguí serenarme, sentía los ojos escocidos e hinchados. Levanté la cabeza manteniéndolos fijos en las manos, que descansé flácidas sobre mi regazo con las palmas hacía arriba.

- Deberías dejar que te curáramos eso.

Aquella voz desconocida, desmorono mis propósitos y alcé la mirada hasta encontrar el chocolate derretido de la suya.

Tenía la mano alzada, apunto de rozar mi arañada mejilla.

Me enfurecí conmigo misma por mi frágil voluntad, y use eso para darle el tono adecuado a mi respuesta mientras me alejaba rechazando su contacto.

- ¿Para qué? ¿Para tener mejor aspecto cuando comencéis a torturarme?.

Su cara se lleno de horror e incredulidad.

- ¿Torturarte? –Repitió. No parecía que me hablase a mí, era más bien como si lo hiciese consigo mismo– Ya veo a que se referían Ian y Wanda, hablas y reaccionas siempre como lo haría un alma. Es como si llevases tanto tiempo fingiendo, que al final has acabado creyéndotelo. –Suspiró y su expresión reflejó autentica pena cuando preguntó– ¿Es por eso que nos temes?.

Yo me encogí de hombros y enseguida comprendió que no le respondería. Se alejó hacía los archivadores y volvió trayendo un cilindro blanco que dejó caer en mi regazo. En la etiqueta se leía claramente: "Desinfectante interior".

- Vaporiza e inspira. –Me instruyó. Después, como si no tuviese importancia, añadió.– Si quieres yo lo haré primero.

Aquel comentario me dolió de veras. Fue entonces cuando comprendí, que no sólo me parecía guapo, me gustaba y deseaba gustarle. Así que, antes de que pudiese alargar la mano para cogerlo, quité la tapa, accioné la pequeña bomba e inspiré el rocío mentolado mirándolo directamente a los ojos.

Sentí que podía confiar en él, que mientras estuviese a mi lado estaría a salvo, pero mi instinto ya me había fallado una vez, ¿no?. No, en realidad no. Si me paraba a reflexionar, el instinto había tratado de advertirme, sin embargo yo lo había ignorado deliberadamente para poder comportarme como una confiada alma cualquiera.

Por eso me habían capturado tan fácilmente. Por fingir a la perfección mi papel. Realmente irónico.

Sonreí tímidamente al devolverle el cilindro. Él en cambio me dedicó una de oreja a oreja.

- ¿Ahora dejarás que te cure?.

Asentí avergonzada y me mordí la lengua para no responder con lo primero que vino a mi mente: Siempre que lo hagas tú

- Vuelvo enseguida. Apropósito Elen , me llamo Jamie.

Se alejó para consultar con Doc, y entonces me di cuenta que era el único que aún permanecía allí. ¿Cuándo habían desaparecido los demás? ¿Dónde habían ido? En realidad no me importó. Él... había dicho mi nombre.

Jaime regresó y acercó el catre contiguo. Doc depositó en el tres cilindros, una toalla y una botella. Después se marchó sin decir palabra. Ahora estábamos solos. Quizás siguiesen un plan preestablecido, dejarme con el que pensaban me resultaba menos atemorizador. Quizás me estaba volviendo paranoica. En cualquier caso lo agradecí, prefería estar a solas con él.

Colocó la lámpara a mi lado y se sentó enfrente, mojando una esquina de la toalla con el contenido de la botella.

- Agua –me informó.– ¿Puedo?.

Mantenía alzada su mano izquierda hasta casi rozar mi barbilla. No esperó mi respuesta, con dos dedos la atrapó y me hizo girar el rostro para ver mejor la herida. Con sumo cuidado procedió a retirar la arenilla adherida con la toalla húmeda.

Tuvo que soltarme para abrir el primer cilindro.

- Desinfectante exterior –murmuró mientras rociaba la zona don el spray.

Observé de reojo como desenroscaba el tapón del segundo y depositaba con el gotero una pequeña cantidad de líquido espeso en la yema de su dedo índice.

Volvió a sujetar mi barbilla mientras lo extendía con delicadeza.

- Cicatrizante – susurró, repitiendo toda la operación.

Estaba segura que el fuego que sentía en la mejilla no tenía nada que ver con la herida, ni con la cura, pues también lo sentía en la barbilla. Deseé fervientemente, que esta vez, el líquido tardase en ser adsorbido por mi piel. Lamentablemente ambas manos se retiraron en ese momento buscando el último cilindro.

- Ahora, alisador.

De nuevo sus yemas, cubiertas de polvo iridiscente, recorrieron mi mejilla avivando las llamas.

- Doc dijo que no es imprescindible, pero yo prefiero asegurarme de que este bonito rostro quede sin marca alguna.

Tuve que tragar saliva y recordarme respirar. Tenía unas ganas terribles de apoyar el rostro en aquella mano. Ganas de que en vez de rozarme, me acariciase.

Carraspeó sonoramente y procedió a curar mis manos con la misma ternura. Decididamente las llamas viajaban en sus dedos. ¿Sentiría él lo mismo? ¿Por eso no me miraba ahora a la cara?.

Mientras lo recogía todo, me aconsejó que tratase de dormir un poco.

- Pronto amanecerá. Y mañana será un día de muchas emociones.

Gemí antes de recostarme.

- No te preocupes, yo estaré contigo todo el tiempo. Aún recuerdo lo duro que fue para mí cuando llegué con Jared. Entonces tenía trece años y acababa de perder a mi hermana.

Me alcé sobre un codo para mirarlo. Él se dejó caer sobre el otro catre con los ojos cerrados. Bostezó y murmuró:

- Duérmete. Ya nos contaremos nuestras vidas en otro momento. No hay prisa, tenemos todo el tiempo del mundo por delante.

Aquella idea me gustó bastante, pero también me recordó la ausencia de mi familia y tuve que morderme el puño para contener la angustia.

Cuando finalmente me venció el sueño, mi último pensamiento coherente fue su nombre. Jamie .

N/A: Este capítulo quiero dedicarselo a neny cullen y Robin Wolfe (mi parte preferida es la escena de la cura, espero que la disfrutaseis) También a Abner Vancastle (Es gratificante que algo que escribistes para ti misma y que jamás pensaste en hacer público le guste a los demás. Gracias por tu apoyo).

Próximo capítulo: Deslumbrada.

Reviews por favor. Son el alimento de mi espiritu creativo.

La huesped nº 37 - Cap 04 - Humanos



Todos los personajes (menos Elen) y las cuevas le pertenecen a Stephanie Meyer.

CAPITULO 4 – HUMANOS

Lo primero que sentí fue una fugaz presión cálida en mis manos. Acontinucación escuché un susurro.

- Elen, ¿puedes oírme?

No reconocí la voz. ¿Dónde estaba? ¿y mis padres?.

Me sentía aturdida y me costaba trabajo pensar, pero al percibir el olor a moho del ambiente, presentí que debía recordar algo importante.

- Cariño, abre los ojos.

- Emplea el despertador.

Alguien me estaba incorporando.

El olor a moho cambió por el de pomelo y mi mente de despejo de pronto. No me llamaban a mi, sino a ella.

Presté atención haber si la notaba. No me sentía extraña, ni desplazada, ni nada por el estilo. Eso me asustó todavía más, ¿y si eso era desaparecer?.

Sentí un fuerte dolor en el pecho, causado no sólo por mi situación actual. Si eso era desaparecer, mis "padres humanos" llevaban todo este tiempo viéndome crecer impotentes.

Sufriendo por no poder consolarme cuando lloraba, por no poder hacerme reír... por no ayudarme en los primeros pasos... darme consejos... , pero lo peor para ellos sin duda habría sido ver como les demostraba cariño a... era tan confuso y doloroso tratar de hacerse a la idea de que había dos personas en cada uno de ellos.

Desde mi noveno cumpleaños había llegado a quererlos y extrañarlos en secreto, debía ser así para no lastimar a Papá y Mamá, para que no se negasen a contarme sus recuerdos. Esos recuerdos era lo único que quedaba de ellos. Al menos eso creía yo hasta ahora.

Noté una cálida mano sujetándome la espalda.

- Creo que esta fingiendo.

- Es lógico, estará muy asustada.

La voz amable del buscador llamado Ian me lleno de ira.

Mis manos se cerraron en fuertes puños sobre mi regazo. ¿Eso lo había hecho yo? ¿Era capaz de controlar mi cuerpo?.

Decidí abrir los ojos y estos respondieron.

Escuché claramente rechinar la arena del suelo, cuando quien estaba frente a mí se incorporó, suspirando.

Cuando conseguí enfocar, lo identifique sin ninguna duda como el sanador. Traté de alejarme, pero alguien me rodeo los hombros mientras me palmeaba los puños.

- No. Todo esta bien. Doc es buena gente.

Me giré sobresaltada y me encontré encarando a una joven menuda.

Parecía un ángel de bucles rubios y ojos grises. Pero no le permití embaucarme con su aspecto inofensivo, acentuado por el montoncito de pecas doradas sobre el puente de su naricilla. Era una de ellos y por tanto mi enemigo.

Contuve mis impulsos de deshacerme de su contacto. Mejor que pensasen que estaba resignada y sería sumisa.

Paseé la mirada a mi alrededor, para evaluar la situación. Era consciente que muchos ojos estaban fijos en mí, pendientes de cada uno de mis gestos, y quería comprobar cuantos de ellos me cercaban ahora.

Reconocí a Ian, demasiado cerca para mi gusto, al costado de la chica que me abrazaba débilmente. Frente a mí estaba el que habían llamado Doc, el sanador. Al otro lado, un poco más apartado, había un hombre mayor de pelo y barba blanca con los ojos azul claro y una sonrisa risueña, aunque algo enigmática.

Jadeé por la sorpresa al descubrir detrás de él a un adolescente desgarbado muy tostado por el sol. El pelo intensamente negro, le caía lacio hasta los hombros.

Me sonrió tímidamente. Sus ojos prendieron los míos, y muy a mi pesar le devolví la torpe sonrisa mientras mi corazón se aceleraba.

¡Estúpida!Me increpeno has aprendido nada.

Me obligué a bajar la mirada, pero me moría de ganas de volver a ver aquellos ojos del mismo tono que los míos.

De que te sirve pensar que es guapo. ¿Acaso no es uno de ellos? ¿Acaso no esta esperando para conocer al alma que te han insertado?. Quizá incluso fuese su pareja de otra vida.

Este pensamiento rompió el embrujo y me devolvió bruscamente a la realidad.

- ¿Estas bien? –interrumpió mis reflexiones la chica. Ambas estábamos sentadas en un catre.

- Sí –susurré.

Desde luego no era una mentira exactamente. Físicamente me encontraba perfectamente.

Volvía a recorrer la estancia, esta vez más allá de mis captores. Aún estaba en la misma sala. Justo frente a nosotras se encontraba el arco de piedra.

Un carraspeo a nuestras espaldas me sobresaltó y miré bruscamente sobre nuestros hombros.

El escritorio, ahora vacío de sus instrumentos, había sido alejado de los catres. Apoyado en el, con los brazos cruzados sobre el pecho, reconocí a Jared. Levantó la mano a modo de saludo, igual que en el callejón, y no pude contener un escalofrío.

Todos debieron percibirlo, pero eso no me preocupo. Mis padres me aseguraron que el primer recuerdo de un alma, siempre era el último de su anfitrión, así que esa reacción seguramente les parecería comprensible.

Junto a él había otra chica. Esta tenía la piel muy bronceada y el cabello largo y oscuro, parecía muy sedoso.

Siete, eran siete en total. El ánimo se me vino a los pies. Uno sólo ya me habría parecido bastante malo. ¿Cuánto tiempo conseguiría engañar a tantos?.

- Bueno –intervino el sanador– creo que será mejor dejarla descansar y tranquilizarse un poco.

Jared se incorporó y comenzó a caminar en nuestra dirección, seguido de su acompañante. Los demás también se movieron, por lo que les volví a dedicar otra vez toda mi atención, ya que eran más numerosos.

En vez de retirarse hacía el arco, como cabría esperar de las palabras pronunciadas por el sanador, se limitaron a alejarse hacía la pared de mi derecha. Parecía como si fuesen a deliberar allí mismo.

Mi acompañante no se movió lo más mínimo.

- Me llamo Wanda –me susurró.– Yo me quedaré contigo, no temas.

Miré hacía el oscuro túnel más allá del arco mientras balanceaba las piernas al borde del catre, parecían responder bien. De reojo constate que Jared y la chica se habían unido ya al grupo. Nadie me miraba, ni siquiera la rubia sentada a mi lado. Momentáneamente su interés se había centrado en aquella reunión.

Agudice el oído, pero no escuché nada más allá de los susurros procedentes de aquella reunión.

Inspiré profundamente. Con gran destreza y sin esfuerzo, me deshice del abrazo de mi acompañante poniéndome de pie de un salto. Luego corrí con la agilidad de un gamo hacía la salida.

- ¡No! ¡No! ¡Detente! –Oí gritar a alguien a mis espaldas.

No habría corrido apenas medio metro por el oscuro túnel, cuando el crujido de la graba detrás de mi me indicó la posición de mi perseguidor. Demasiado cerca.

Apenas medio metro más allá, sentí un fuerte golpe en la espalda que me derribo. A pesar de anteponer las manos, el rugoso suelo me rasguño la mejilla izquierda cuando algo muy pesado, su cuerpo supuse, amenazó con aplastarme. Casi no podía respirar.

Ya no se oían pisadas apresuradas, así que seguramente los demás aún ni habían reaccionado.

Me alivió algo de su peso, al parecer lo justo y necesario para poder voltearme con manos firmes. Después noté como se sentaba a horcajadas sobre mi tripa, inmovilizando mis brazos con sus rodillas. Durante el proceso ni siquiera logré arañarle.

Ahora sólo podía patear el suelo y tratar de contorsionarme inútilmente bajo su cuerpo.

- Espera. Mira, espera.

Todo estaba oscuro y por tanto no podía verle la cara, pero supe enseguida quien era. Reconocería esa voz en cualquier parte. Si hubiese conseguido escapar, habría formado parte de mis peores pesadillas por siempre jamás. Jared.

Sentí como se movía sobre mí, como si buscase algo en su bolsillos.

Seguramente mi patético intento de fuga ya había despejado sus dudas. En cuanto encontrase el spray, todo habría terminado definitivamente.

Me preparé para oler a frambuesas por última vez. En realidad para oler y sentir cualquier cosa por última vez.

¿Pero que sabía yo de su comportamiento en tales casos, salvo lo que me habían contado dos dulces y pacificas almas que jamás se habían enfrentado a esta situación?. Quizás a estas alturas, los buscadores dieran por perdidas definitivamente a sus gentes y lo que sentiría fuera el filo de una navaja cortándome el cuello, o cualquier otro tipo de arma más sofisticada.

Mi corazón golpeaba fuerte contra las costillas y mi mente recreó dos caras siempre amables y dispuestas a sonreírme.

Escuché pasos apresurados acercándose desde el fondo, agradecí que no los acompañase ninguna claridad.

Perfectopensé con sarcasmo– tendré público en mi final.

De pronto sonó un pequeño clic metálico y un débil haz de luz surgió frente a mi rostro.

- ¡Mírame, pequeña! –Me ordenó Jared, y dirigió el haz a su propio rostro.

Sus ojos brillaron con un destello idéntico al que lo harían los míos. ¿Dónde estaba el fulgor plateado?.

- Soy humano, ¿ves? ¡Soy como tú!.

Me quedé quieta. Paralizada. ¿Humano? ¿Era eso posible?.

Por encima de su hombro una mano alcanzó la linterna. Él no opuso resistencia y se la entregó a quien fuese.

- Me llamo Melanie, también soy humana.

El haz de luz iluminaba el rostro de la chica de cabello largo y oscuro.

- Humanos –sollocé.

Humanos rebeldes, ¿acaso eso la hacía mejor?. No, rotundamente no. Yo también tenía a los humanos. Para mí eran unos monstruos, una especie de "hombres del saco"; pues aunque siempre me resistí a creer en su existencia, en que quedase alguno, en los últimos tres años había escuchado las suficientes historias acerca de sus terribles actos de violencia, tanto en boca de mis progenitores como a través de la televisión, como para que se hubiesen añadido a mis cotidianos temores a ser descubierta por las almas.

Historias de mutilaciones... asesinatos... torturas... acudieron a mi memoria. Gemí y no pude contener las lágrimas. Definitivamente esto sería mucho peor para mí.

- Correr a oscuras por una cueva desconocida, no ha sido muy inteligente por tu parte, ¿no crees?. –La voz de Jared no era demasiado dura, pero de todos modos traté de encogerme. Como aún seguía sentado sobre mí, no pude.– Lo menos que te podía haber pasado era chocar contra las paredes de roca.

No respondí. No podía.

- ¿No te recuerda esto a algo? –El tono de Melanie era jovial

Jared pareció pensativo y entonces rió con ganas.

- Si, ahora que lo dices... ¡Ya lo creo que sí!.

Se me helaron los huesos. ¿Cuántas victimas habría derribado a la carrera e inmovilizado de este modo?.

N/A: Diganme que les parece hasta ahora.

La huesped nº 37 - Cap 03 - Sorpresa



N/A: No sé si es necesarío a estas alturas recordaros que todo esta basado en la marevillosa novela y sus personajes: The host

CAPITULO 3 – SORPRESA

Una vez dormida, Jared procedió a trasladarla a la camilla y administrarle el "Sin dolor", después con sumo cuidado le dio la vuelta a su frágil cuerpo.

Ian mientras tanto fue a buscar un criotanque, tenía los ojos llenos de lágrimas que se enjugó rápidamente y un fuerte nudo en la garganta.

Cuando se colocó a la derecha de Doc, este ya había apartado el pelo dejando al descubierto la pequeña cicatriz.

Jared carraspeo al pie de la camilla, para aclararse la garganta; pero fue incapaz de hablar. Los otros no le miraron. Mientras Doc alzaba el escalpelo, Ian accionó el criotanque.

Cuando habían regresado a la cueva con su "carga" inesperada, les fue fácil acallar al comité de recepción.

- ¡mirad, seguimos siendo nosotros. Gritó Ian, enchufando la linterna a sus ojos.

-¡Apartaos!, voy a guardar el cheep, ¿vale? añadió Jared.

- Vale, pero después vais a tener que dar muchas explicaciones –advirtió Brand.

Ian salto rápidamente y apartó las lonas que cubrían el cuerpo. Había sido necesario sedarla en dos ocasiones más, una en mitad del trayecto de regreso a donde se escondía el coche " más discreto" y otra cuando cambiaron de vehículo. En ninguna de las dos había llegado a recuperar la consciencia, pues no estaban dispuestos a correr ese riesgo.

- Yo la llevaré –dijo Jared.– Apartaos tenemos prisa, las explicaciones pueden esperar.

La voz se corrió rápidamente. Tanto que cuando alcanzaron el gran jardín, casi todos estaban ya allí expectantes.

Jared llevaba a la adolescente amorosamente en brazos, con la cabeza apoyada en su pecho e Ian apartaba a los curiosos. Debían darse prisa en poner a Doc al corriente.

- Pero si es una niña –exclamaron algunos a coro.

Ian respiró aliviado cuando no localizó a Wanda entre los presentes, no estaba seguro de cual sería su reacción. Así que el alivio fue sólo momentáneo. Debía explicárselo con tacto, hacerle ver la gran prueba de fuego que representaba tratar de recuperar a alguien tan joven. Ya una vez una adolescente no había regresado, de eso pronto haría cuatro años, no pudo evitar una sonrisa al evocar el renacimiento del amor de su vida, ahora comprobarían si fue "suerte" en aquella ocasión o si en realidad los niños insertados desaparecían sin más.

En cuanto al otro motivo..., el que había mencionado Jared... ,mejor que quedase entre ambos para siempre, pasase lo que pasase.

Jaimie ya tenía dieciocho, pero ni a él ni a nadie les haría mucha gracia eso de que le hubiesen ido a buscar una candidata a novia. Además estaban Isaiah, otro adolescente en la familia al que considerar, y su hermana Libertad. Aunque aún era pequeña, el paso del tiempo se encargaría de solucionar ese tema, y no sería la primera vez que se formara una pareja dispar en cuanto a edad. No desde el fin del mundo. No en aquella cueva, al menos.

Jeb se abrió paso entre la multitud, con la mirada llena de preguntas, mas no realizó ninguna. En vez de eso, dispersó a los curiosos y los escoltó hasta los dominios de Doc. Después alegó que avisaría a Wanda y Melanie antes de desaparecer.

-¡¿Pero qué...? –exclamó Doc, levantándose de su escritorio con el libro aún en las manos.

- Te traemos un paciente –comentó sucintamente Jared, mientras depositaba cuidadosamente el cuerpo en el catre central.

- Rápido Doc –apremió Ian– prepara el instrumental mientras te ponemos al día.

Doc asintió resueltamente contemplando a la adolescente. Ya se había formado una idea general de la situación y sabía perfectamente como actuar.

- Jared, aparta ese catre para que podamos poner la camilla. Ian, ayúdame con el escritorio.

La incisión fue precisa y gracias al medicamento apropiado, el sangrado fue mínimo. La sorpresa en cambio, mayúscula. No había rastro del destello plateado. Doc precavidamente abrió un poco más la herida, con cuidado de no dañar los músculos. Tan sólo encontró los huesos pálidos de la base del cráneo.

- ¡Dios santo! Jadeó¡No hay alma!.

La huésped nº 37 - Cap 2 - Desesperanza



Todos los personajes pertenecen a su creadora Stephanie Meyer, menos la pequeña Elen Masen (Flor en el viento).

CAPITULO 2 – DESESPERANZA

Lo primero que percibí fue un fuerte olor a moho y mala ventilación. Después, todos los recuerdos acudieron a mi mente. Pobres papá y mamá –gemí en mi interior. ¡Los buscadores me habían capturado al fin!.

Procuré no moverme, no debían notar el cambio en mi estado. Permanecí alerta, aún no estaba todo perdido, ¿o si?.

No, definitivamente no. Todavía me sentía yo misma, no había nadie más en mi cabeza. Al menos yo no podía percibirlo, todavía no.

Estaban cerca, y eran tres. Oía claramente sus voces, y pude identificar dos de ellas a pesar de que apenas las había escuchado antes.

Entre mis pestañas se filtraba una suave luz azulada. Debía estar en un centro de sanación o algo así. Supuse que los dos buscadores hablaban con el sanador que realizaría la inserción.

Presté atención a su conversación, en busca de algo que me pudiese servir. Quizá estaban esperando a que despertase o tal vez, lo que deseaba fervientemente, esperaban que la sedación durase más tiempo.

- ¿Y si no funciona? ¿Qué haremos con el cuerpo entonces?.

- Realmente sería una lástima, es tan joven. –Ese sin duda era el moreno, el que me había abordado, Ian. Apreté los dientes y los puños involuntariamente.

- Procedamos a la operación. Ya nos preocuparemos del resto llegado el momento. –Intervino el tercero, tampoco tuve dudas, ese era el que dijo llamarse Jared.

Estaba claro, actuaba ahora o nunca. Abrí los ojos despacio, mientras relajaba los puños. Miré a mi alrededor con precaución, procurando mover sólo los ojos.

Estaba tendida en un catre en el centro de una habitación de piedra. Los tres hombres se encontraban a pocos pasos a mi izquierda, pero no me miraban. Rodeaban una improvisada camilla en cuya cabecera había algo parecido a un escritorio. Me estremecí al ver los relucientes instrumentos allí preparados.

Un poco más allá había un alto arco, oscuro como boca de lobo. Debía ser la salida.

Si era lo bastante rápida quizá pudiese alcanzarla. ¿Y después?. No me permití pensarlo. Tal y como estaban las cosas no importaba. Tenía que actuar y nada más. Puede que fuera mi última oportunidad.

Pero antes lancé un cauto vistazo al otro lado. Pared de piedra, archivadores metálicos y... criotanques vacíos...

Papá una vez me había asegurado, en un intento de tranquilizarme supuse entonces, que estaba preparado por si esto pasaba. Me había mostrado uno de aquellos trastos y su funcionamiento, así que no cabía duda de que estaban vacíos.

Su plan era bien sencillo. Después de la inserción, debía dejarles ver todos mis recuerdos salvo esta conversación, obviamente. Entonces los buscadores se convencerían de mi inutilidad para su causa, pues yo no tenía recuerdos de ningún humano y me soltarían. El alma usurpadora acudiría a casa tratando de ocupar mi lugar. Siempre era así. Para mis padres todo esto no implicaría ningún peligro, y estarían preparados esperándola. Papá hacía tiempo que había robado aquel criotanque y todo lo necesario.

Una vez extraída el alma, lo cual aseguraba sería muy fácil, yo volvería a la normalidad. Incluso me permitiría acompañarlo, si así lo deseaba, cuando llevara el criotanque ocupado para enviarlo fuera del planeta.

Lo dejaríamos en la pila de embarque de la primera nave que encontráramos lista para llevarlo lo más lejos posible. Para cuando el alma llegase a su destino, yo ya habría muerto, así que caso que pudiese contar lo sucedido, nadie vendría a por mí.

Y en el caso improbable, de que no fiándose del todo, me asignaran un buscador antes de soltarme, yo lo sabría y simplemente desapareceríamos.

Pero ¿y qué pasaba sí yo no volvía? ¿Y si desaparecía como lo habían hecho mis "otros padres"?. Mamá me garantizó que eso no pasaría. Que ellos me rescatarían mucho antes. Además no me dejaría coger nunca, ¿a que no?.

- ¡Estúpida! ¡Estúpida! ¡Estúpida! me recriminé en silencio.

Bien, si no quería arriesgarme con las teorías de papá, debía moverme ya. Y lo hice.

Me incorporé rápidamente e intenté echar a correr hacía el arco. Pero las piernas no me respondieron y todo me dio vueltas en la cabeza. Caí de rodillas al costado del catre.

- ¡Cuidado!.

- ¡Qué no se autolesione!.

Estaba perdida, no podría evitar la inserción. Todo pasó muy deprisa. Sentí unas firmes manos agarrarme y alzarme con suma facilidad, como si fuese una muñeca de trapo. Para cuando me inmovilizaron de nuevo sobre el catre, las lágrimas de ira e impotencia me corrían sin control por el rostro. Odié mostrarles este síntoma de debilidad.

Reconocí al que me sujetaba firmemente los brazos a los costados. Era el que me durmió en el callejón, el de los ojos castaños.

- Todo va bien, todo va bien. –Intentaba tranquilizarme el otro buscador, asomado por encima de su hombro.

¿Por qué al ver sus ojos azules sentía como si me hubiese traicionado?. Al fin y al cabo él no era más que un despreciable buscador, y yo su presa.

Todo va bien –repitió con un amago de sonrisa.

- No para mí –pensé, o quizás lo dijera en voz alta después de todo. Al menos lo suficientemente alta para que me oyeran, pues ahora me miraban los tres con expresión apenada. Aquellas caras me resultaron fuera de lugar.

- Calma, pronto estarás en casa –agregó el que me sujetaba, en tono amable.

¡Menudo hipócrita el tal Jared!. Esta vez respondí voluntariamente. Clavé los ojos en su mirada y protesté enérgicamente.

- ¡Pero no seré yo!.

Entonces el tercero, el sanador que estaba situado en la cabecera, me roció la cara con un spray. Reconocí el olor a frambuesas y pensé: Hasta aquí llegaste. Después se me tragó la noche de nuevo.

CONCURSOS Y CLASIFICACIÓN

- 1 er Aniversario del blog de Kokoro Black que por entonces se llamaba " Kokoros room"
Tema: Aniversario (Personajes Twilight o The Host) Resultado:Nunca supe.
Modalidad del concurso: Oneshoot raiting M
Historia presentada: Día de Aniversarios. (Jake/Nessie)

- Reto crossower Twilight/The Host del foro de ff.net "El lobo, la oveja y el león"
Modalidad del concurso: Oneshoot con raiting de libre elección. Resultado: Nunca supe.
Historia presentada: De anfitrión más codiciado a su peor pesadilla. (Edward/Buscadora)

- Contest músical de Mixxii Luzt basado en la canción "Alguién más" de Belinda en su blog "My Skape".
Modalidad del concurso: Oneshoot de al menos 5 páginas. Tematica, raiting y personajes de libre elección.
Resultado: Nunca supe.
Historia presentada: Alguién más (Leah)

- 1er Aniversario del blog de Lullaby "Letras de Lullaby"
Modalidad: Viñeta Twilight con raiting de libre elección.
Resultado: 7º puesto y obstención de una de las tres menciones especiales.
"Mención especial a personaje secundario"
Historia presentada: Alice (Alice obviamente) Raiting K

- 1er Aniversario del blog de Neny W. Cullen " Mis historias con Edward y Bella".
Modalidad: Oneshoot de 4000 palabras mínimo. Raiting libre elección (preferiblemente lemmon) y personajes Twilight o The Host.
Resultado: 3º Premio
Historia presentada: September 4 (Edward/Bella) Raiting:M

- Concurso: Navidad con los Cullen del blog de Laura Frías "Cientos de miles de historias"
Modalidad: Oneshoot navideño con parejas Twilight. Raiting y duración: Libre.
Resultado: 2º Premio.
Historia presentada: Feliz Navidad, Nessie. Raiting:K

- Concurso: Reseñas del blog de Vampir
Modalidad: Tipo de historia (Fic u original), raiting y duración: libre.
Resultado: 1er Puesto.
Historia presentada: Como la crema y la canela. Raiting: M

- Concurso: 1er aniversario del blog de Mari Perea "entre dos mundos" (http://hieloysangre.blogspot.com)
Modalidad: Relato. (OS sobre Twilight u original con personajes fantasticos), raiting y duración: libre.
Resultado: 4º Puesto.
Historia presentada: Protegiendo a la tentación. Raiting: K

lunes, 16 de agosto de 2010

Como la crema y la canela - Cap 7 - Revelaciones (2ª Parte)


CAPÍTULO 7 – REVELACIONES (2ª PARTE)

JAKE POV

Confiaba en no tener que llegar tan lejos, pues todos verían que no se trataba de un simple y pasajero capricho amoroso.

De uno de esos es posible desprenderse con relativa facilidad, incluso es posible hacerlo de un amor verdadero convencional. Dolería como mil demonios, por supuesto, pero tarde o temprano acabarías superándolo y reponiéndote del todo. En cambio pedirle eso a un imprimado...

... Teniendo en cuenta que, a pesar de la certeza del reencuentro, una semana alejados de ellas suponía toda una agonía para mis hermanos... Fui incapaz de evitarlo. Me estremecí como si el dedo helado de la parca recorriese mi espina dorsal. ¡No!, Sam no podía ordenarme una cosa así, no después de sufrir en sus propias carnes los devastadores efectos de tratar de huir de aquel lazo inquebrantable y eterno. No sabiendo que eso equivaldría a firmar mi sentencia de muerte por aniquilación. Además, él jamás había tomado partido en referencia a Nessie ¿Por qué habría de hacerlo ahora y precisamente en contra.

En cualquier caso mañana lo descubriría.

Relajé la mandíbula, que había ido apretando inconscientemente conforme aumentaba el malestar que me dominaba. Casi había sobrepasado el límite de su resistencia, un poco más de presión y mis dientes resultarían seriamente dañados.

Cerré los ojos e inspiré un par de veces. Necesitaba calmarme si no quería entrar en fase, y desde luego esta noche era lo último que pretendía hacer con la mitad de la manada patrullando por los alrededores.

Suspiré entre angustiado y resignado. Mañana iba a ser un día bastante duro; y puesto que no por darle más vueltas estaría mucho más preparado para afrontarlo, decidí que lo mejor sería desviar de nuevo mis pensamientos hacía la cuestión más agradable de todo aquel asunto o dicho de otro modo, Nessie.

Mi interior se serenó por completo y mis labios se curvaron en una amplia sonrisa al evocar su rostro.

Bien, no podía verla pese a estar tan cerca... pero al menos la escucharía. Me concentré un poco y enseguida distinguí sin problemas su respiración acompasada por el sueño, de entre todas las procedentes de aquella casa. La sonrisa boba se me congeló cuando tras un suspiro vino un susurro... aquella única palabra hizo que mi corazón estuviese a punto de estallar... que subiese directo al cielo. ¡De sus perfectos labios había escapado un inconfundible Jake!.

Aturdido, sin saber del todo lo que hacía, seguí mi primer impulso y trepé ágilmente al árbol más cercano para después descolgarme por la rama que casi tocaba la fachada lateral y, tras columpiarme un par de veces, dejarme caer acuclillado sobre el tejado.

¡Ella estaba soñando conmigo!. Mis sensibles oídos me indicaban que no era una pesadilla en base a la cadencia de su respiración..., pero no podían decirme lo más importante. Quería... ¡No!, necesitaba comprobar si esos labios sonreían.

Me arrastré hasta la claraboya y como un hipnotizado me quedé por horas observándola, mas no volvió a producirse el milagro... no volvió a pronunciar mi nombre ni ninguna otra cosa.

Durante el primer cuarto de hora tan sólo memoricé su angelical rostro, claramente visible para mí a pesar de la oscuridad reinante, después me sumergí en una dolorosa aunque necesaria reflexión. No estaba dispuesto a verla envejecer y marchitarse sin acompañarla en el proceso... por lo tanto establecí claramente que mi edad tope serían sus veinticinco, eso me daba un margen de diez años antes de plantearme seriamente renunciar a mi espíritu lobo. No, en realidad me daba diez años para conseguir el dominio suficiente para lograrlo, ahora lo único que conseguía era evitar transformarme en momentos inoportunos, como hacía un rato por ejemplo, nada más.

Tenía que adquirir el suficiente autocontrol para dejar de hacerlo durante un largo periodo de tiempo pasase lo que pasase, o al menos eso decía la leyenda, para que mi cuerpo despertara del letargo en el que estaba sumido y volviese a la normalidad, retomando el proceso de degeneración y desgastes propios del paso de los años.

Un rayo de sol incidió dolorosamente en mis ojos entrecerrados. Gemí y giré la cabeza para evitarlo. Parpadeé y me contorsioné sobre mí mismo para sentarme. Amodorrado y todo, reconocí sin dificultad donde me encontraba y entre bostezos me di cuenta de que en algún momento finalmente me había quedado dormido.

Me incorporé y constate que debía hacer un par de horas que había amanecido... Bien, el momento había llegado. Tenía una cita que decidiría el resto de mi vida y no quería llegar tarde.

Entre en fase en pleno salto desde el alero del tejado, y en cuanto mis cuatro patas tocaron el suelo volé al encuentro de los míos. Cruzar el pueblo y adentrarme un kilómetro en el bosque no me llevó más de un par de minutos, ese fue el tiempo exacto que estuve a solas.

El coro de voces que comenzó a darme la bienvenida quedó enmudecido en cuanto repararon en las imágenes que llenaban mi mente. Sin ningún tipo de reservas recree para ellos el encuentro en el claro.

Su estupor silencioso resultaba incomodo, así que mientras el bosque, un borrón verde, iba quedando atrás tanto a mi alrededor como en mi cabeza fui añadiendo imágenes conformando un resumen que lo abarcaba todo; desde el incidente en la playa hasta el último vistazo que le dedique antes de abandonar su tejado. ¡Dios, como envidié a la almohada que abrazaba!

Cuando finalmente alcancé el punto de reunión, un claro despejado hacía años por los leñadores a un poco más de quince kilómetros de La Push. Un lugar encajado entre las cumbres de dos montañas lo bastante remoto como para pasar inadvertido por cualquier observador; me encontré con la mirada de siete lobos desconcertados... pero ni rastro de quien más ansiaba ver. Tampoco de Leah. Al parecer su declaración de intenciones sobre abandonar la manada y retomar sus estudios iba en serio. Obviamente Sam le concedió su inmediata bendición, pese a que en el fondo ni siquiera él le dio mucho crédito.

"Estaré ahí en un minuto, jake."

El tono de la voz mental de Sam no dejaba traslucir sentimiento alguno y su mente permanecía cerrada a cal y canto. Estaba claro que, o bien no quería darme la menor pista sobre que esperar o todavía no se había formado una opinión en firme. Quizá quisiera hablar en persona primero...

Ni quería ni tuve tiempo para analizar todas las posibilidades. La avalancha de ideas y preguntas que surgieron conforme mis hermanos allí presentes se fueron recuperando de la sorpresa inicial requirió de toda mi atención. Era difícil entender algo cuando, como en este caso, todos hablaban a la vez.

Sorprendentemente Paul fue el primero y el que mejor encajó a la "afortunada" de mi imprimación. Yo, que estaba más que preparado para saltarle encima en cuanto soltase el primer chistecito a costa de " mi niña", quedé petrificado cuando su voz mental me felicitó y cantó las virtudes de "mi chica"; mientras se aproximaba balanceando la cola.

"Enhorabuena chico. Ya era hora. Aunque debo decir que mereció la pena la espera, parece fantástica. Bienvenido al club de los locos imprimados."

No pude encontrar ni rastro de su desquiciante tonillo burlón. Estaba siendo totalmente sincero en cada frase. Así pues asentí con la cabeza y le di las gracias en mi mente.

"¿Sabes?, Rachel se va a alegrar muchísimo cuando se lo cuentes." –Añadió dejándome un poco intrigado. Sonrió al percibir mi estado y se apresuró a aclararse, situándose a mi costado para evitar tener que mirarme.– "Veras, ella... bueno... cuando todos empezamos con las imprimaciones y tú nada, pues comenzó a temer que te hubieses trasformado demasiado joven..., que te faltase desarrollarte en cuanto a la sexualidad, vaya –Emitió el sonido equivalente a la risa en nuestro estado lobuno mientras rodaba los ojos y sacudía la cabeza– ¿Cómo le dices a una chica... tu chica y la hermana del aludido por añadidura, que se equivoca respecto a un tema tan embarazoso? Y más cuando sabes que querrá los detalles para juzgar por ella misma... Bueno... tú la conoces tan bien como yo... sabes que habría sido así."

Me miró de reojo y yo asentí tenso.

"Luego, cuando el pequeño Clearwater imprimó, la cosa empeoró bastante. Incluso comenzó a atosigarme para que te sacase por ahí. Se emperro en que te llevase a las ciudades cercanas a... –mostró los dientes en plan "sonrisa gamberra" y me empujó suavemente el hocico con la pata derecha, como cuando un hermano mayor finge darle un puñetazo al pequeño en plan complicidad amistosa, antes de rematar la frase.– «cazar» chicas."

De improviso, la algarabía de voces que inundaban mi sesera se mostró de acuerdo con él en cuanto a lo acertado de mi elección, sin embargo no eran tan comedidos y... no pude evitar gruñir irritado... sé que no debería pero... no pude evitarlo. Los celos se apoderaron de mi al escuchar los calificativos que mis hermanos estaban otorgando a mi pequeña diosa y, lo que era mil veces peor y definitivamente acabo sacándome de mis casillas, como los más osados se recreaban en mis fantasías aumentándolas con "detalles" de su propia cosecha...

Tan sólo la mente de Seth permanecía limpia de eso. Él, fiel a su esencia pura y sincera, simplemente agradecía la oportunidad que mi imprimación le aseguraba para conocer a su familiar "prohibido" en un futuro cercano, conformándose mientras tanto con poder hacerlo a través de mis recuerdos.

"Trataré de que Leah deje de hacerle la vida imposible en el instituto, Jake –susurró en mi cabeza.– Te lo prometo hermano."

Me habría gustado reaccionar a sus palabras en vez de a todas las demás. Haber sido capaz de ignorar todas aquellas ilusiones. Lejos de conseguirlo ericé la pelambrera del cuello y gruñí más fuerte pero todos estaban "tan a su bola" que no se dieron cuenta. Todos menos dos.

"¡oh, oh!... Allá vamos" –Comentó Paul.

El joven Seth por su parte, sin duda buscando calmarme, se arriesgo a convertirse en objeto de burla apresurándose a reprenderlospor tan vergonzoso comportamiento.

Nadie le prestó la menor atención, y de todos modos era demasiado tarde. Una parte de mí, el vestigio humano, la parte que quizá aún podría ser refrenada, maldecía por haber sido tan explicito y generoso compartiendo mis sensaciones con ellos. La otra, el poderoso instinto animal, me impelía a luchar, a defender a dentellada limpia mi más preciada posesión.

Mostré los dientes, eche las orejas hacía atrás y centré mi atención en el lobo más bocazas, sin importarme quien era, dispuesto a saltarle encima.

El gran lobo plateado me intercepto con su cuerpo al tiempo que el pelaje color café de Seth rompía mi contacto visual con un Jared todavía en la inopia, interponerse para parapetarlo.

"Tranquilo, Jake, sé que es molesto pero... reconócelo, la culpa es tuya... la presentas demasiado irresistible. –Argumentó Paul con aparente calma, logrando que su tono conciliador disipara un tanto el velo rojo que empañaba mis ojos y mis ideas.– Te aseguro que la imprimación de un hermano es sagrada, pero tu sabes mejor que nadie que no somos de piedra, chico."

Eché los restos para controlarme.

"¿Quién eres tú y qué has hecho con Paul?" –Expeté incrédulo ante lo maduro y sensato que se mostraba, mientras el espanto por lo que habría sucedido sin su intervención me calaba.

"Buena pregunta. –Escuché procedente del imponente lobo negro que salió al claro frente a mí.– Ni se te ocurra moverte de aquí, Jake." –añadió con el redoble inconfundible e ineludible del Alfa en respuesta a mis deseos de huida a causa de los crecientes remordimientos.

Sentí como se aflojaban mis cuartos traseros, abrumados por el peso de aquella orden.

"Esto no volverá a repetirse, te lo garantizo. –Sentenció mirándome fijamente a los ojos– ¡Nadie volverá jamás a pensar en esa chiquilla de semejante forma!. –Aulló barriéndonos detenidamente a todos con la mirada, como si quisiera asegurarse del efecto causado por la voz Alfa.– Eso, por supuesto, no te incluye a ti –puntualizó cuando nuestros ojos volvieron a cruzarse; permitiendo que mi corazón volviese a latir y mis pulmones se llenasen de aire.– Aunque espero que nos lo pongas más fácil de aquí en adelante cortándote un pelin." –Agregó rodando los ojos y abandonando con evidente alivio el papel de dictador.

NESSIE POV

A pesar de los precavidos e intensos cuidados de los Black, aquella mojada me paso su correspondiente factura teniendo que guardar cama una semana, lo cual dicho de paso le paso le vino de perlas a mi pie lacerado; además de soportar unas cuantas inyecciones de antibióticos, algo que sin duda también fue beneficioso para una más pronta cicatrización.

Una vez remitida definitivamente la fiebre, no hubo excusa para no asistir de nuevo al instituto... así que encaminé hacía allí mis pasos preparándome mentalmente para un nuevo asalto. Los dos últimos días de convalecencia había pensado mucho al respecto y tomado la decisión de que no permitiría que nada ni nadie arruinase mis estudios... más mi resolución flaqueo al llegar a las inmediaciones y convertirme una vez más en el blanco de todas las miradas y cuchicheos.

Mi mente trataba de imponerme ignorar los corillos y seguir avanzando, pero mis ojos buscaban ya por su cuenta una vía de escape mientras mis pies quedaban firmemente anclados al suelo. Fue entonces cuando los vi.

Al otro lado de la calle, a unos diez metros, había cuatro chicos que, al pronto y contemplados desde esa distancia, podrían pasar por hermanos... más que eso, incluso por cuatrillizos. Seguramente aquella impresión se veía reforzada por como iban vestidos, o mejor dicho por como "no" iban vestidos. Los cuatro tenían el mismo aspecto descomunal, similares músculos redondeados se marcaban bajo la piel cobriza de su brazos y torsos desnudos... también de las piernas, pues los cuatro llevaban como único atuendo unos vaqueros cortados por encima de la rodilla. Por si fuera poco, además lucían idéntico corte de pelo radical y mostraban el mismo semblante... Fue ese detalle, el rapado casi al cero, lo que hizo a mi corazón acerarse alarmantemente al tiempo que mis insensatos ojos escrutaban con mayor detenimiento sus rostros uno a uno buscándole.No había vuelto a saber de él desde que me dejo en la puerta de casa una semana atrás... y aunque oficialmente no esperaba volver a hacerlo, no podía negar que una parte de mí seguía sin renunciar a la esperanza.

A la par que el desencanto se apoderaba de mí, fui vagamente consciente de que las expresiones de aquellos desconocidos no reflejaban ni burla ni hostilidad... ni siquiera curiosidad pese a que estaban claramente observándome... más bien parecían estar esperando con total tranquilidad a que pasara algo. Esto me habría perturbado de no ser porqué a esas alturas mi mente estaba demasiado ocupada registrando y analizando que podía significar todo aquello... ¿Acaso Jake pertenecía a una especie de "banda de matones"? ¿A qué venía ir por ahí medio desnudos? ¿Por qué no los había visto antes?...

- ¿Soñando despierta, basura? Olvídalo. Ninguno de esos "Adonis" se fijaría en ti.

No necesité volverme para saber de quien era la sarcástica voz que había soltado aquello justo a mis espaldas. Era la chica que aquel primer día de clase me advirtió con la mirada que el pupitre vacío que había a su lado no era lugar para mí, la misma que desde entonces se había erigido como mi más encarnizada enemiga, Leah.

- Pensé que ya lo habías pillado... pero veo que necesitas que te recuerden cuanto se te quiere por aquí. –Arremetió susurrándome al oído con desdén.

Los frenos chirriaron estrepitosamente cuando la moto negra, aparecida de sopetón, se paró junto a la acera a nuestro lado. Reconocí enseguida al conductor embutido en una ajustada camiseta negra y unos vaqueros largos, Jake, que me tendió un casco mientras guiñaba el ojo que mi acompañante no podía ver.

- ¿Nos vamos, Nessie? Espero no haberte hecho esperar. –Dijo con entusiasmada naturalidad. Luego, como si acabase de notar su presencia, añadió con desgana – Leah– a modo de saludo.

Pese a la sorpresa, reaccioné tan deprisa que la chica no pudo notar la farsa. Y mandando al traste todo eso de no volver a faltar a las clases le seguí la corriente.

- Nop, acabo de llegar. –Contesté esbozando una amplia sonrisa mientras tomaba el casco y me lo colocaba.

Jamás había montado en moto, por lo tanto no estaba muy segura de cómo hacerlo, no obstante ver de reojo la cara descompuesta por la incredulidad de Leah me dio el coraje suficiente para saltar a la parte posterior del asiento y rodearle la cintura con ambos brazos agarrándome con fuerza. Incluso me permití apoyar la cabeza en su espalda para darle más que pensar a mi mordaz enemiga, segura de que el casco ocultaba totalmente mi sonrojo y mi estado de ansiedad.

La moto salió disparada coincidiendo con el inicio de los vítores, aullidos y silbidos procedente del otro lado de la calle.

- No les hagas caso –gritó Jake sobre su hombro– algún día te presentaré a mis amigos, estoy aseguro de que te gustaran... pero hoy te quiero sólo para mí.

N/A: Para vosotras chicas, las que esperáis pacientemente por esta historia en ff.net y en kokorosfriends. Y especialmente para Abner por su cumpleaños... faltó poco pero no llegué a tiempo hermanito.

Ahora también encontrareis todas mis cosillas en mis blogs en solitario . Osea aqui y en relatosmagicos.blogspot.com

lunes, 2 de agosto de 2010

Pemios !!!!!


Gracias Noel y feliz aniversario!!!

Premio futuras escritoras


"Esta mención va para todas las dueñas de esas historias que a lo largo de este año me han cautivado y maravillado con su ingenio. Algunas son narraciones originales, otras inspiradas por sus libros y personajes favoritos.

Los temas y géneros que son abordados son diversos y lograron captar mi interés. Sin duda hay mucho talento e inspiración a lo largo de todo el mundo. Estoy encantada de tener la oportunidad de conocerlas mediante sus palabras. Seguro que en un futuro su talento cruzara fronteras como ya lo esta haciendo. Felicidades y que siempre encuentren su musa inspiradora.

Por lo pronto yo les dijo que ya son unas grandes Escritoras…"

Premio momento romantico, por " En cuerpo y alma"

"Que serian las historias sin su toque de romanticismo. Si, lo admito soy una chica muy cursi y me encantan que los relatos que tengan ese toque. Cuando suspiras y el corazón se te acelera al leer y desees vivir ese momento. No te quede duda que el escritor ha conseguido su objetivo:

Que desees estar en los zapatos de la protagonista."


Concedido concretamente por este pasaje:

-Sentí su aliento rozar mi oreja, y un fuerte cosquilleo eléctrico recorrió todo mi cuerpo haciéndome estremecer.

- Wanda, no tengo anillo, ni podemos casarnos oficialmente como sería mi deseo... pero... tú eres mi mujer y yo tu marido y esta será nuestra noche de bodas. –Murmuró en mi oído– Es la tradición que los novios crucen así el umbral. Por desgracia es lo único que esta a mi alcance. Ni traje blanco, ni ceremonia con su correspondiente fiesta, ni tarta, ni...

Busque a ciegas sus labios y los cubrí con los míos, haciendo que la roca derretida volviese a deslizarse una vez más en mi interior.

- No necesito nada de eso. Tan sólo a ti –musité rozando aún sus labios.

Volvimos a besarnos mientras me llevaba al interior de la habitación.

- Ya puedes mirar, Wanderer mía. –Me dijo tras mover sus labios hasta mis párpados y acariciarlos con ellos.

Parpadeé para acostumbrarme a la luz azulada. Había dos pequeñas lámparas a cada lado de los colchones, que unidos formaban un lecho amplio salpicado de cuencos con flores de gobernadora.

Aquel detalle tan hermoso hizo que se me empañase la mirada.

- Me habría gustado poder usar rosas. –Susurró en mi oído antes de atrapar el lóbulo y mordisquearlo, haciendo que se me escapara el primer gemido de la noche. Una noche en la que al fin sería suya por entero, suya en cuerpo y alma.

Como la crema y la canela - Cap 06 - Revelaciones (1ª Parte)


CAPÍTULO 6 – REVELACIONES (1ª PARTE)

NESSIE POV

Un rayo desgarró el cielo iluminándolo todo. Eso rompió el embrujo que me mantenía como atontada y en cuanto mi cerebro registró que él tenía razón, que la tormenta descargaría con bastante fuerza dentro de escasos minutos, efectuó las ordenes oportunas para que mi cuerpo reaccionase en consecuencia.

Para cuando el ensordecedor trueno saturó mis oídos, ya estábamos en pie. En realidad Jake me habría arrastrado consigo al levantarse, pues aún me mantenía envuelta entre sus brazos, y si él no se hubiese incorporado por voluntad propia yo no habría podido hacerlo.

- ¡Vamos! Mi casa es la más cercana. Te invito a un chocolate caliente mientras secamos tu ropa –Propuso echando a correr en dirección al pueblo sin esperar respuesta alguna por mi parte.

Vacilé una décima de segundo antes de seguirle. Aunque todavía no había decidido exactamente que haría cuando alcanzásemos el poblado, buscar resguardo por allí no era una opción en absoluto.

La fría lluvia, al principio unos gruesos goterones que posteriormente se transformaron en un torrente continuo, nos golpeaba furiosamente. No sabría decir si realmente estaba tan fría... o si la sensación se debía a que, después de experimentar el intenso calor de sus brazos rodeándome todo lo parecía. Lo que sí era cierto es que apenas podía distinguir su espalda, situada a unos escasos cuarenta centímetros por delante de mí, a través de aquella densa cortina líquida; y que el vestido, completa e instantáneamente empapado, comenzaba a entorpecer mi carrera pegándoseme a las piernas de mala manera evidenciando que tanto si quería como si no tendría que aceptar su invitación, pues no podía justificar mi vuelta a casa tan temprano y en esas condiciones.

Un dolor punzante y agudo me obligó a detenerme en seco. Para mi sorpresa Jake también lo hizo a pesar de que apenas emití una inspiración contenida. Aunque hubiese maldecido y chillado hasta quedar afónica, el azotar del mar embravecido contra los acantilados se lo habría tragado todo y no obstante, sus ojos desbordados de angustia alcanzaron a posarse en los míos cuando cojeé al tratar de dar cautelosamente el siguiente paso y nuestros labios sisearon al unísono.

- Déjame ver. Espero que no sea un trozo de vidrio lo que pisaste. –Dijo arrodillándose ante mí.

Negué con un enérgico movimiento de cabeza y traté de rodearle, pero el dolor fue mucho más intenso y esta vez sí que me quejé.

- Tienes razón, mejor lo vemos en casa. –Atajó sorprendiéndome por la resolución con que, tras incorporarse con suma agilidad, me tomó en brazos como si pasase menos que una pluma pasando un brazo por detrás de mi cintura y el otro de mis rodillas.

Quise protestar. Quizá incluso habría forcejeado estúpidamente para que me soltase pero... entonces la caricia de su aliento entre mis chorreantes cabellos... su aroma almizcleño, como a madera y musgo húmedo... el calor y comodidad de sus brazos... me desarmaron.

Tan sólo suspiré y obedecí cuando susurró contra mi coronilla:

- Cierra los ojos y no te apures Nessie, te curaré enseguida.

El viento arreció de improviso, gélido, cortante..., provocando que me acurrucase más apretadamente buscando la protección y el calor de su pecho mientras enterraba el rostro contra su hombro para detener el temblor de mis labios, que sin duda pronto azulearían.

- ¡Vaya, vaya! Mira lo que ha traído el gato. – Tronó una voz profunda al mismo tiempo que el vendaval amainaba y Jake se paraba.

Me separé con brusquedad, sobresaltada. Era imposible que hubiésemos llegado ya al poblado y... sin embargo allí estaba ante nosotros la primera de las casas. Una que siempre me había llamado la atención porque recordaba tanto por su tamaño y color a uno de esos viejos graneros. Era pequeña, de madera, con ventanas estrellas e impecablemente pintada de rojo mate... y una vez más me pregunté si por dentro resultaría igual de acogedora.

Bien..., pronto lo descubriría. Ante la puerta abierta, un hombre mayor en silla de ruedas me dedicaba una amplia sonrisa antes de hacerse a un lado para dejarnos pasar y guarecernos de la que ahora era una lluvia fina.

Jake dio las explicaciones oportunas intercalando las presentaciones mientras me depositaba en el sofá, para acto seguido desaparecer como alma que lleva el diablo por el angosto pasillo y regresar, para mi gran alivio con la misma celeridad con el botiquín y unas mantas.

Mientras tanto, su padre se enzarzó en una pelea con una vieja estufa de leña, tratando de obtener unas llamas medio decentes que caldearan el ambiente, mascullando entre dientes ante su escaso éxito algo así como "menudo momento escogió el radiador para estropearse".

- Deja que yo me ocupe de ese pie.– Sugirió en cuanto estuve envuelta en la primera manta– Tú vete a buscar alguna cosa de Rachel para que se quite esa ropa mojada.

- No creo que a tu hermana le importe, hijo. –Añadió cuando Jake, un tanto pensativo, ni se movió– No es buena idea permitir que se le seque encima si no queremos que pille una pulmonía, y bueno... hace tiempo que dejé de comprar ropa de chica pero... te apuesto lo que quieras a que ella es más de su talla que tú. –Bromeó logrando que pusiese los ojos en blanco y los pies en movimiento.

Billy Black era corpulento, más supo ser delicado durante el examen de mi herida. Informó que tenía un corte bastante limpio y afortunadamente poco profundo producto seguramente de alguna concha, y procedió a desinfectarlo y vendarlo alegando que no requeriría puntos, no sin antes volver a deshacerse nuevamente de Jacob mandándole a buscar mis zapatillas, pues tras una corta búsqueda infructuosa tuve que admitir avergonzada que las había olvidado en la playa.

Estar a solas con él no resultó tan incomodo como esperaba. Su actitud hacía mí no cambió ni un ápice, ni la sonrisa que estiraba sus mejillas menguó. Sus ojos vivaces, que viajaban constantemente de su tarea a mi rostro registrando si todo iba bien, delataban que debía ser más joven de lo que su arrugado rostro reflejaba. Un rostro marcado por el sufrimiento de una gran tragedia...

... Según la "chismología" local, empeñada en poner al corriente a todo el mundo sobre la vida de los demás sin tener en cuenta si se la quería escuchar o no, el hombre que tenía frente a mí había quedado atado a aquella silla de ruedas en el mismo accidente que le costó la vida a su joven esposa cuando su hijo menor apenas tenía seis años e... irracionalmente todavía se culpabilizaba, pues era él quien conducía aquella fatídica noche que un turista borracho que circulaba en sentido contrario se les echo encima sacándoles de la carretera.

En cuanto empezó a recogerlo todo comprendí que mi tiempo se agotaba, que tenía que preguntar ahora o quedarme con la duda reconcomiéndome para siempre.

- Señor Black...

- Billy. – Me corrigió en tono afectuoso.

- Billy –acepte emocionada– ¿Por qué es tan amable conmigo?

Frunció el ceño provocando una miríada de nuevas arruguitas.

- Así que Jacob no exageraba. Te lo están haciendo pasar francamente mal, ¿verdad cariño?

Su voz y sus ojos destilaban tanta ternura que tuve que mantenerme callada y apartar la mirada. No podía contestar sin que el nudo que atenazaba mi garganta cumpliese su insistente amenaza de subir hasta mis ojos, desgranándose allí en un mar de amargas e inútiles lágrimas. Hacía apenas unas horas había jurado que no permitiría que volviesen a brotar y pretendía cumplir mi promesa.

- Bueno... Míralo desde mi punto de vista. Tengo un chico mayor de edad un tanto remolón para estas cuestiones, me encantaría tener muchos nietos, y tú eres una chica francamente preciosa. –Bromeó aligerando el ambiente.

- Genial papá. Muchas gracias. –Bufó un avergonzado Jacob desde la puerta, sorprendiéndome una vez más por su sigilo y velocidad– No sabes cuanto te quiero en estos momentos. Enserio.

- Sabes que me encanta ayudarte, hijo. Además, ¿para qué te crees que estamos los padres si no para poneros en evidencia?. –Siguió burlándose mientras me guiñaba un ojo y se le ensanchaba la sonrisa. –Y ahora ¿qué tal si nos quitamos de en medio los dos un momento para que esta jovencita pueda cambiarse? Después os dejaré solitos siempre y cuando me prometáis que seréis buenos en mi ausencia. –Espetó haciendo girar con soltura su silla perdiéndose pasillo adelante seguido de cerca por su hijo.

Esa fue la primera noche de muchas en las que soñé con el enorme lobo y con Jake.

En algunos de esos "extraños" y confusos sueños llenos de niebla, Jacob Black y su radiante sonrisa aparecían justo en cuanto se marchaba el lobo, igual que en la realidad. En cambio en otros, los más frecuentes e inquietantes, se materializaba directamente a partir de la figura del descomunal animal.

A pesar de que en estos últimos su apariencia no era exactamente la misma... sabía con total certeza que estábamos en el claro donde nos conocimos. También intuía que, de alguna forma, Taha Aki, sus guerreros y la tercera esposa formaban parte de ellos... quizá estuviesen en la playa a la que Jacob me guiaba con decisión y de la que provenían unos aterradores gritos... aunque nunca podía recordarlo, pues al pasar la barrera de la consciencia la mayor parte se borraba dejándome un vago recuerdo lleno de lagunas.

JAKE POV

Tras una fugaz cabezada y contra todo pronostico, aquella noche me desvelé pensando en ella.

Recordé cuantos detalles me fue posible. Sus ojos, sus labios carnosos, su piel cremosa y suave... Su hermoso cabello rizado cayéndole hasta media espalda...

Fantaseé con esa cabellera extendida sobre mi flanco, mientras ella descansaba con los ojos cerrados recostada cómodamente contra "su lobo guardián". Su color broncíneo combinaba tan bien con el tono rojizo de mi pelaje...En cambio, siendo yo humano y en idéntica situación, nuestras pieles desnudas tendrían un gran contraste...

« Jake, no sigas por hay muchado. –Me reprendí»

Pero era demasiado tarde. Ya estaba preguntándome como sonaría mi nombre escapando de sus labios mientras la acariciaba nada platónicamente...

« Si sigues así te iras directo a la ducha. –Me amenacé »

...y por un momento pareció funcionar. Mi cabeza se centró en otro tipo de cuestiones.

Caí en la cuenta de que ella apenas tenía quince años y yo... bueno, tenía diecisiete cuando me transformé por primera vez, de eso hacía ahora dos años, aunque aparentaba perfectamente los veinticinco debido a los estirones y al exagerado desarrollo de mi musculatura; dos "efectos secundarios" bien visibles de nuestra condición que en estos momentos podían volverse en mi contra y resultar un grave problema.

La idea de que quizá no le gustasen tan mayores comenzó a torturarme, hasta que recordé que el imbécil de Paul había mencionado en cierta ocasión que a las tías les volvían locas los tipos mayores y con aspecto de duros. Que les daban seguridad.

Claro que... estábamos de broma y su acento era marcadamente sarcástico en la última palabra.

De todos modos sonreí ante esa posibilidad, y dejé vagar a mi mente libremente por ella. Por supuesto que yo quería proporcionarle paz y seguridad... entre otras cosas...

- ¡Por Dios Jacob! –Grité en voz alta, exasperado conmigo mismo ante el rumbo reincidente de mis pensamientos y la rápida respuesta de mi sexo.–Definitivamente te ganaste una ducha fría.

Sabía de antemano que no me serviría de mucho. Mis cuarenta y dos grados perpetuos, probablemente más en este instante, caldearon el agua mucho antes de que rozase mi piel.

Frustrado salí a caminar sin rumbo fijo. Miraba al suelo tratando de no pensar en nada en absoluto... más cuando alcé la cabeza me encontré frente a su casa.

Maldije por lo bajo..., no sólo a mí mismo y a mi subconsciente que me había arrastrado hacía ella... si no al viejo Moses, que me privaba de verla aunque fuese dormida ya que había llegado hasta allí.

Todo el mundo sabía que le había negado una habitación decente, que la había recluido en un trastero sin ventanas.

- ¡Viejo ciego y estúpido!. –Bramé ante el dolor del velado insulto hacía mi pequeña.

Porque eso era ella para mí... mi pequeña... mi niña... mi ángel en la tierra. Sí, sabía que no tenía derecho a considerarla mía, no aún, pero tenía la esperanza de que algún día podría reclamarla como tal ante todos. De momento tendría que conformarme con adorarla en secreto... uno imposible de ocultar a los astutos ojos de un padre... uno a voces para los chicos en cuanto entrase en fase...

Suspiré resignado. Había dejado en manos de Billy al resto del consejo. Decidimos que, llegado el momento, él hablaría con ellos al respecto. En cambio hacerlo con Sam era asunto exclusivamente mío y, aunque no me agradase admitirlo ni se lo había confesado a mi padre, por primera vez me importaba un bledo no contar con su aprobación y estaba más que dispuesto a recurrir a mi supremacía de Alpha. Por supuesto que no reclamaría el liderazgo de la manada, tan sólo mi libertad.

N/A: Ya sé, ya sé... estaréis pensando que no cumplí mi palabra pues Jake aún no presentó a su imprimación al resto de la manada pero es que me estaba quedando un capítulo muchísimo más largo de lo habitual y no quería renunciar a ninguno de los detalles que tengo en mente para esa situación con tal de acortarlo... así que he decidido dividir en dos el Jake pov y que por primera vez sea él quien encabece el próximo capítulo.

Electrica.

Dedicado a los pilares fundamentales de mi existencia como escritora... mis seguidoras y el apoyo incondicional de Neny y Aroa.