CAPÍTULO 6 – REVELACIONES (1ª PARTE)
NESSIE POV
Un rayo desgarró el cielo iluminándolo todo. Eso rompió el embrujo que me mantenía como atontada y en cuanto mi cerebro registró que él tenía razón, que la tormenta descargaría con bastante fuerza dentro de escasos minutos, efectuó las ordenes oportunas para que mi cuerpo reaccionase en consecuencia.
Para cuando el ensordecedor trueno saturó mis oídos, ya estábamos en pie. En realidad Jake me habría arrastrado consigo al levantarse, pues aún me mantenía envuelta entre sus brazos, y si él no se hubiese incorporado por voluntad propia yo no habría podido hacerlo.
- ¡Vamos! Mi casa es la más cercana. Te invito a un chocolate caliente mientras secamos tu ropa –Propuso echando a correr en dirección al pueblo sin esperar respuesta alguna por mi parte.
Vacilé una décima de segundo antes de seguirle. Aunque todavía no había decidido exactamente que haría cuando alcanzásemos el poblado, buscar resguardo por allí no era una opción en absoluto.
La fría lluvia, al principio unos gruesos goterones que posteriormente se transformaron en un torrente continuo, nos golpeaba furiosamente. No sabría decir si realmente estaba tan fría... o si la sensación se debía a que, después de experimentar el intenso calor de sus brazos rodeándome todo lo parecía. Lo que sí era cierto es que apenas podía distinguir su espalda, situada a unos escasos cuarenta centímetros por delante de mí, a través de aquella densa cortina líquida; y que el vestido, completa e instantáneamente empapado, comenzaba a entorpecer mi carrera pegándoseme a las piernas de mala manera evidenciando que tanto si quería como si no tendría que aceptar su invitación, pues no podía justificar mi vuelta a casa tan temprano y en esas condiciones.
Un dolor punzante y agudo me obligó a detenerme en seco. Para mi sorpresa Jake también lo hizo a pesar de que apenas emití una inspiración contenida. Aunque hubiese maldecido y chillado hasta quedar afónica, el azotar del mar embravecido contra los acantilados se lo habría tragado todo y no obstante, sus ojos desbordados de angustia alcanzaron a posarse en los míos cuando cojeé al tratar de dar cautelosamente el siguiente paso y nuestros labios sisearon al unísono.
- Déjame ver. Espero que no sea un trozo de vidrio lo que pisaste. –Dijo arrodillándose ante mí.
Negué con un enérgico movimiento de cabeza y traté de rodearle, pero el dolor fue mucho más intenso y esta vez sí que me quejé.
- Tienes razón, mejor lo vemos en casa. –Atajó sorprendiéndome por la resolución con que, tras incorporarse con suma agilidad, me tomó en brazos como si pasase menos que una pluma pasando un brazo por detrás de mi cintura y el otro de mis rodillas.
Quise protestar. Quizá incluso habría forcejeado estúpidamente para que me soltase pero... entonces la caricia de su aliento entre mis chorreantes cabellos... su aroma almizcleño, como a madera y musgo húmedo... el calor y comodidad de sus brazos... me desarmaron.
Tan sólo suspiré y obedecí cuando susurró contra mi coronilla:
- Cierra los ojos y no te apures Nessie, te curaré enseguida.
El viento arreció de improviso, gélido, cortante..., provocando que me acurrucase más apretadamente buscando la protección y el calor de su pecho mientras enterraba el rostro contra su hombro para detener el temblor de mis labios, que sin duda pronto azulearían.
- ¡Vaya, vaya! Mira lo que ha traído el gato. – Tronó una voz profunda al mismo tiempo que el vendaval amainaba y Jake se paraba.
Me separé con brusquedad, sobresaltada. Era imposible que hubiésemos llegado ya al poblado y... sin embargo allí estaba ante nosotros la primera de las casas. Una que siempre me había llamado la atención porque recordaba tanto por su tamaño y color a uno de esos viejos graneros. Era pequeña, de madera, con ventanas estrellas e impecablemente pintada de rojo mate... y una vez más me pregunté si por dentro resultaría igual de acogedora.
Bien..., pronto lo descubriría. Ante la puerta abierta, un hombre mayor en silla de ruedas me dedicaba una amplia sonrisa antes de hacerse a un lado para dejarnos pasar y guarecernos de la que ahora era una lluvia fina.
Jake dio las explicaciones oportunas intercalando las presentaciones mientras me depositaba en el sofá, para acto seguido desaparecer como alma que lleva el diablo por el angosto pasillo y regresar, para mi gran alivio con la misma celeridad con el botiquín y unas mantas.
Mientras tanto, su padre se enzarzó en una pelea con una vieja estufa de leña, tratando de obtener unas llamas medio decentes que caldearan el ambiente, mascullando entre dientes ante su escaso éxito algo así como "menudo momento escogió el radiador para estropearse".
- Deja que yo me ocupe de ese pie.– Sugirió en cuanto estuve envuelta en la primera manta– Tú vete a buscar alguna cosa de Rachel para que se quite esa ropa mojada.
- No creo que a tu hermana le importe, hijo. –Añadió cuando Jake, un tanto pensativo, ni se movió– No es buena idea permitir que se le seque encima si no queremos que pille una pulmonía, y bueno... hace tiempo que dejé de comprar ropa de chica pero... te apuesto lo que quieras a que ella es más de su talla que tú. –Bromeó logrando que pusiese los ojos en blanco y los pies en movimiento.
Billy Black era corpulento, más supo ser delicado durante el examen de mi herida. Informó que tenía un corte bastante limpio y afortunadamente poco profundo producto seguramente de alguna concha, y procedió a desinfectarlo y vendarlo alegando que no requeriría puntos, no sin antes volver a deshacerse nuevamente de Jacob mandándole a buscar mis zapatillas, pues tras una corta búsqueda infructuosa tuve que admitir avergonzada que las había olvidado en la playa.
Estar a solas con él no resultó tan incomodo como esperaba. Su actitud hacía mí no cambió ni un ápice, ni la sonrisa que estiraba sus mejillas menguó. Sus ojos vivaces, que viajaban constantemente de su tarea a mi rostro registrando si todo iba bien, delataban que debía ser más joven de lo que su arrugado rostro reflejaba. Un rostro marcado por el sufrimiento de una gran tragedia...
... Según la "chismología" local, empeñada en poner al corriente a todo el mundo sobre la vida de los demás sin tener en cuenta si se la quería escuchar o no, el hombre que tenía frente a mí había quedado atado a aquella silla de ruedas en el mismo accidente que le costó la vida a su joven esposa cuando su hijo menor apenas tenía seis años e... irracionalmente todavía se culpabilizaba, pues era él quien conducía aquella fatídica noche que un turista borracho que circulaba en sentido contrario se les echo encima sacándoles de la carretera.
En cuanto empezó a recogerlo todo comprendí que mi tiempo se agotaba, que tenía que preguntar ahora o quedarme con la duda reconcomiéndome para siempre.
- Señor Black...
- Billy. – Me corrigió en tono afectuoso.
- Billy –acepte emocionada– ¿Por qué es tan amable conmigo?
Frunció el ceño provocando una miríada de nuevas arruguitas.
- Así que Jacob no exageraba. Te lo están haciendo pasar francamente mal, ¿verdad cariño?
Su voz y sus ojos destilaban tanta ternura que tuve que mantenerme callada y apartar la mirada. No podía contestar sin que el nudo que atenazaba mi garganta cumpliese su insistente amenaza de subir hasta mis ojos, desgranándose allí en un mar de amargas e inútiles lágrimas. Hacía apenas unas horas había jurado que no permitiría que volviesen a brotar y pretendía cumplir mi promesa.
- Bueno... Míralo desde mi punto de vista. Tengo un chico de 19 años un tanto remolón para estas cuestiones, me encantaría tener muchos nietos, y tú eres una chica francamente preciosa. –Bromeó aligerando el ambiente.
- Genial papá. Muchas gracias. –Bufó un avergonzado Jacob desde la puerta, sorprendiéndome una vez más por su sigilo y velocidad– No sabes cuanto te quiero en estos momentos. Enserio.
- Sabes que me encanta ayudarte, hijo. Además, ¿para qué te crees que estamos los padres si no para poneros en evidencia?. –Siguió burlándose mientras me guiñaba un ojo y se le ensanchaba la sonrisa. –Y ahora ¿qué tal si nos quitamos de en medio los dos un momento para que esta jovencita pueda cambiarse? Después os dejaré solitos siempre y cuando me prometáis que seréis buenos en mi ausencia. –Espetó haciendo girar con soltura su silla perdiéndose pasillo adelante seguido de cerca por su hijo.
Esa fue la primera noche de muchas en las que soñé con el enorme lobo y con Jake.
En algunos de esos "extraños" y confusos sueños llenos de niebla, Jacob Black y su radiante sonrisa aparecían justo en cuanto se marchaba el lobo, igual que en la realidad. En cambio en otros, los más frecuentes e inquietantes, se materializaba directamente a partir de la figura del descomunal animal.
A pesar de que en estos últimos su apariencia no era exactamente la misma... sabía con total certeza que estábamos en el claro donde nos conocimos. También intuía que, de alguna forma, Taha Aki, sus guerreros y la tercera esposa formaban parte de ellos... quizá estuviesen en la playa a la que Jacob me guiaba con decisión y de la que provenían unos aterradores gritos... aunque nunca podía recordarlo, pues al pasar la barrera de la consciencia la mayor parte se borraba dejándome un vago recuerdo lleno de lagunas.
JAKE POV
Tras una fugaz cabezada y contra todo pronostico, aquella noche me desvelé pensando en ella.
Recordé cuantos detalles me fue posible. Sus ojos, sus labios carnosos, su piel cremosa y suave... Su hermoso cabello rizado cayéndole hasta media espalda...
Fantaseé con esa cabellera extendida sobre mi flanco, mientras ella descansaba con los ojos cerrados recostada cómodamente contra "su lobo guardián". Su color broncíneo combinaba tan bien con el tono rojizo de mi pelaje...En cambio, siendo yo humano y en idéntica situación, nuestras pieles desnudas tendrían un gran contraste...
« Jake, no sigas por hay muchado. –Me reprendí»
Pero era demasiado tarde. Ya estaba preguntándome como sonaría mi nombre escapando de sus labios mientras la acariciaba nada platónicamente...
« Si sigues así te iras directo a la ducha. –Me amenacé »
...y por un momento pareció funcionar. Mi cabeza se centró en otro tipo de cuestiones.
Caí en la cuenta de que ella apenas tenía quince años y yo... bueno, tenía diecisiete cuando me transformé por primera vez, de eso hacía ahora dos años, aunque aparentaba perfectamente los veinticinco debido a los estirones y al exagerado desarrollo de mi musculatura; dos "efectos secundarios" bien visibles de nuestra condición que en estos momentos podían volverse en mi contra y resultar un grave problema.
La idea de que quizá no le gustasen tan mayores comenzó a torturarme, hasta que recordé que el imbécil de Paul había mencionado en cierta ocasión que a las tías les volvían locas los tipos mayores y con aspecto de duros. Que les daban seguridad.
Claro que... estábamos de broma y su acento era marcadamente sarcástico en la última palabra.
De todos modos sonreí ante esa posibilidad, y dejé vagar a mi mente libremente por ella. Por supuesto que yo quería proporcionarle paz y seguridad... entre otras cosas...
- ¡Por Dios Jacob! –Grité en voz alta, exasperado conmigo mismo ante el rumbo reincidente de mis pensamientos y la rápida respuesta de mi sexo.–Definitivamente te ganaste una ducha fría.
Sabía de antemano que no me serviría de mucho. Mis cuarenta y dos grados perpetuos, probablemente más en este instante, caldearon el agua mucho antes de que rozase mi piel.
Frustrado salí a caminar sin rumbo fijo. Miraba al suelo tratando de no pensar en nada en absoluto... más cuando alcé la cabeza me encontré frente a su casa.
Maldije por lo bajo..., no sólo a mí mismo y a mi inconsciente que me había arrastrado hacía ella... si no al viejo Moses, que me privaba de verla aunque fuese dormida ya que había llegado hasta allí.
Todo el mundo sabía que le había negado una habitación decente, que la había recluido en un trastero sin ventanas.
- ¡Viejo ciego y estúpido!. –Bramé ante el dolor del velado insulto hacía mi pequeña.
Porque eso era ella para mí... mi pequeña... mi niña... mi ángel en la tierra. Sí, sabía que no tenía derecho a considerarla mía, no aún, pero tenía la esperanza de que algún día podría reclamarla como tal ante todos. De momento tendría que conformarme con adorarla en secreto... uno imposible de ocultar a los astutos ojos de un padre... uno a voces para los chicos en cuanto entrase en fase...
Suspiré resignado. Había dejado en manos de Billy al resto del consejo. Decidimos que, llegado el momento, él hablaría con ellos al respecto. En cambio hacerlo con Sam era asunto exclusivamente mío y, aunque no me agradase admitirlo ni se lo había confesado a mi padre, por primera vez me importaba un bledo no contar con su aprobación y estaba más que dispuesto a recurrir a mi supremacía de Alpha. Por supuesto que no reclamaría el liderazgo de la manada, tan sólo mi libertad.
N/A: Ya sé, ya sé... estaréis pensando que no cumplí mi palabra pues Jake aún no presentó a su imprimación al resto de la manada pero es que me estaba quedando un capítulo muchísimo más largo de lo habitual y no quería renunciar a ninguno de los detalles que tengo en mente para esa situación con tal de acortarlo... así que he decidido dividir en dos el Jake pov y que por primera vez sea él quien encabece el próximo capítulo.
Electrica.
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