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Donde doy vida de nuevo a los personajes que me atraparon y me arrastraron a su mundo, uno que sólamente es posible entre las páginas de un libro.
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martes, 27 de julio de 2010

La huésped nº 37 - Capi 11 - Perder para ganar (1ª Parte)


CAPITULO 11- PERDER PARA GANAR (1ª Parte)

Jamie no había exagerado en absoluto cuando afirmó que tenía muchas tareas pendientes. Prácticamente no habíamos parado en todo el día y realmente estaba agotada; no tanto por el esfuerzo físico que requerían muchas de ellas, que también, si no porque por mi estilo de vida mis músculos no estaban acostumbrados a trabajar.

Todo eso añadido al desgaste producto del estrés propio de no estar todavía a gusto en el entorno... ni siendo el centro de atención de un montón de desconocidos... dio como resultado que apenas si pudiese moverme cuando me condujo a los baños para asearnos antes de la cena.

"Las damas primero" había asegurado galantemente cuando nos colocamos al final de la fila compuesta de tres mujeres y un hombre, a los que no me molesté en tratar de identificar, ya que tuve que recurrir a toda mi fuerza de voluntad y concentración para no acabar recostándome contra la pared mientras esperábamos nuestro turno, evidenciándole así el enorme cansancio que había estado negando constantemente cada vez que me preguntaba o le regañaban; lo cual, para mi disgusto, había sucedido alternativamente muy a menudo durante toda la jornada.

Odiaba ser considerada débil..., pero sobre todo no soportaba ni entendía que él pretendiese cargar con todas "las culpas", ocultando mi obstinación por no permanecer de brazos cruzados... por no ser una mera e inútil observadora... Así que, puesto que su postura era la de: "el que calla otorga", me vi forzada a rebatir una y otra vez cada reproche, protesta o acusación lanzada al respecto, fuese velada o directa.

Días más tarde comencé a sospechar que aquello había sido una trampa, el sucio truco que empleó para hacerme hablar y "romper el hielo" con los demás...

No pude enfadarme con él por eso, tan sólo sorprenderme ante la rapidez con que había llegado a conocerme como para saber anticipar mis reacciones... y asustarme un poco, intuyendo la asombrosa capacidad que tendría siempre para lograr sus propósitos en lo que a mí se refiere.

Pero esa noche tenía demasiadas cosas en la cabeza como para percatarme de que detrás de la mayoría de sus acciones se ocultaba la sana y clara intención de irme involucrando con la comunidad de las cuevas. Por lo que, cuando Jaime se enzarzó en una animada conversación con el hombre, supongo que para darme un respiro, maté el tiempo repasando mentalmente todo lo que habíamos hecho y llegué a la conclusión de que curiosamente la más dura tarea, la que me dejó más dolorido todo el cuerpo por la tensión acumulada, fue la única en la que cedí gustosa en mi empeño y no participé, confiándola a unos brazos más fuertes y fiables.

Ian y Jared sujetaron todo el tiempo la enorme y destartalada escalera artesanal mientras Jamie, bajo mi atenta y aterrada mirada, se afanaba por devolverle a los espejos de la gran sala todo su poder reflectante del sol.

Me explicaron que era necesario realizar periódicamente ese cometido para el adecuado desarrollo de los cultivos. Y tenía que admitir que la de Jeb había sido una solución muy imaginativa y admirable... aunque en aquellos momentos maldita la gracia que me hizo su inventiva. No respiré tranquila hasta que dieron por concluido el trabajo, anunciando a continuación que era la hora de comer. Es más, creo que no lo hice hasta que guiñándome un ojo tomo la mano cuyas uñas mordía inconscientemente y bromeó diciendo que esperaba que todavía tuviese hambre después del aperitivo en el que las había convertido o Lucina, la cocinera de ese turno, se sentiría ofendida por el menosprecio de sus dotes culinarias. Por el camino volvió a tomarme el pelo al respecto, examinando mi mano y añadiendo que seguramente en la cocina nos dieran algo más nutritivo. Aún sigo sin poder creer la reacción tan infantil que me provocó su comentario, pues oculté ambas manos a la espalda y le saque la lengua... Pero más que eso, lo realmente increíble, fue lo "natural" que me resultó escuchar su risa y tener que esquivarle para escapar de la "terrible venganza" en forma de cosquillas. Por un instante, lo poco que tardamos en entrar en la cocina y que la cruda realidad volviese a imponerse al ver todos aquellos rostros asombrados, me sentí feliz y en casa...

... Mi nombre llegó como a través de un túnel, devolviéndome al presente... por su expresión, Jamie debía haberme llamado un par de veces antes por lo menos. Mi turno había llegado.

Una vez sumergida en el refrescante baño, me abandoné a unos segundos de relajación sintiendo como se soltaban mis agarrotados músculos con el suave masaje de la corriente. Después comencé a enjabonarme mientras soltaba un resignado suspiro. Era una lástima no poder prolongarlo más tiempo, pero había esperando un encantador chico que también lo necesitaba y seguramente pronto aparecería alguien más, así que tuve que conformarme con eso y apresurarme.

Mientras me vestía, agradecí enormemente la generosidad de Wanda al proporcionarme ropa con la que sustituir a las mías. Era muy agradable haberse deshecho de todo ese polvo y sudor seco... sentir la piel limpia y fresca..., oler a fresas gracias al champú y al gel de baño que habíamos cogido de un almacén...

Otro "lujo" que, según me chivó Jaime cuando ella le recomendó dármelo, debían agradecerle exclusivamente a ella. Cuando los hombres se jugaban la vida en cada incursión, rara vez se preocuparon de conseguir artículos que no fuesen prioritarios y eso incluía por supuesto los champús, el jabón suave e incluso la ropa.

Wanda, modesta como siempre, como pude comprobar con el tiempo, desvió la atención de sí misma bromeando sobre las "excelencias" del jabón casero de cactus que utilizaban antes, y aunque me sentí un poco fuera de lugar, lo cierto es que me gustó mucho verlos así, riendo e intercambiando anécdotas como si fuesen más que amigos... y es que nadie que no lo supiese diría que ambos no eran familia.

Esa noche no hubo conversación... en realidad ni siquiera estoy segura de cómo llegué hasta el catre... tengo la vaga sensación de haber sido transportada, del suave vaivén hacía delante y hacía detrás acunada en unos fuertes brazos... del acompasado latido de un corazón retumbando en mi oído, apoyado contra un musculoso pecho... pero quizá fuese el recuerdo de un sueño... En cualquier caso era incapaz de ponerle rostro a aquel acogedor torso.

Afortunadamente los días siguientes fueron menos duros, aunque no por eso lograba mantenerme despierta mucho más allá de la cena. No fue hasta aproximadamente una semana después que, por fin al llegar la noche no caí literalmente inconsciente. Aunque solía dormirme enseguida.

Esta noche sin embargo era diferente. Estaba cansada, por supuesto, pero ni rastro de sueño. Era evidente que me había desvelado y que me costaría mucho conciliarlo..., así que harta de dar vueltas me acomodé de lado en el camastro tratando de distinguir el perfil de Jamie a pesar de la reinante oscuridad..., aunque quizá fuese más acertado decir que lo hice aprovechando el amparo de la misma.

Su respiración era acompasada, aunque no tanto como para que estuviese ya dormido. No obstante, no tenía intención de molestarle e importunar la llegada de su sueño simplemente porque el mío se negase tercamente a hacer acto de presencia... Y desde luego tampoco es que supiese que decirle..., por lo que me límite a contemplar extasiada la negra nada donde adivinaba su rostro mientras asimilaba que cada vez mis silencios estaban más motivados por mis inseguridades que por el temor.

- ¿No puedes dormir?. –Dijo de pronto, cortándome la respiración cuando añadió como si nada– ¡Oh sí!, puedo sentir tus ojitos fijos en mí, así que ahora no te hagas la dormida.

Lejos de contestarle... no sé porqué reaccioné cerrando los ojos y apretándolos fuerte cuando los crujidos de su camastro anunciaron sus intenciones. Bueno... sí que lo sabía. En ese preciso instante me habría encantado que se hiciese realidad eso de " tierra trágame", tan terriblemente avergonzada me encontraba al haber sido pillada "in fraganti".

- Me alegra que ya superases la etapa de Bella durmiente, ¿sabes? –Agregó en tono risueño, al mismo tiempo que la luz de la lámpara se filtraba a través de mis párpados tornando el negro en un brillante e hiriente rojo.

Suspiré y parpadeé varias veces mientras me incorporaba para enfrentarle. No quería añadir el adjetivo "patética"a todos los que le estarían rondando la cabeza en ese instante.

- Sip. Ahora parece que entré de lleno en la de "insomne". –Me obligué a pronunciar dibujando mi mejor sonrisa para él.

- Tengo un remedio excelente para eso. – Proclamó devolviéndome la sonrisa.– ¿Qué tal si te sigo contando mi historia? –Ofreció–. Seguro que te dejo frita antes de que te des cuenta.

Lo dudaba. Es más, estaba segura de que sería capaz de permanecer despierta noche y día un mes completo con tal de escuchar cada cosa que quisiese contarme... pero él no tenía porque saberlo.

Ese era y sería mi segundo gran secreto. Por lo tanto, cuidándome muy mucho de no contestar a la típica pregunta retórica que lanzó a continuación, aguardé impaciente a que recordase por dónde lo habíamos dejado. Eso sí, tras convencerme a mí misma de que en esta ocasión estaría preparado para lidiar con esa parte tan dolorosa que había quedado en el aire la vez anterior.

- ¡Ah sí!. Como te dije la otra noche, encontrarnos con Jared cambió nuestras vidas. Él lo volvió todo más fácil... seguro... Parece tener un Don especial, una especie de sexto sentido que le alerta de los peligros. De manera que si él decía que una casa era segura... podíamos relajarnos y hasta permitirnos ver un rato la televisión. –Se encogió de hombros al tiempo que una sonrisa nostálgica se dibujaba fugazmente en su rostro– No es que la programación fuese gran cosa, la verdad. Sobre todo cuando había deportes –esbozó una nueva sonrisa y negó con la cabeza. Luego sus ojos, fijos en los míos, se fueron enardeciendo mostrando un intenso brillo–. Tú seguramente eras demasiado pequeña y no puedes saber como eran las cosas antes de la invasión..., pero yo aún recuerdo cuando ambos contendientes luchaban por ganar, por demostrar que eran los mejores y... te aseguró que eso sí era apasionante.

Sonreí ampliamente, pues en eso se equivocaba y mucho.

Cierto que la tele era una basura con tanta serie y película cortada por el mismo patrón: "Chica y chico se conocen, se enamoran, pierden el contacto por algún motivo –eso es lo único que cambiaba de unas a otras, y tampoco es que hubiese mucho donde escoger– se reencuentran y... felices para siempre". En eso tenía que darle toda la razón... pero dos años atrás cuando nos instalamos en nuestro último hogar, nos mudábamos muy a menudo para preservar "el secreto de mi condición humana", había encontrado en el rincón más inaccesible del altillo del armario de mi dormitorio una caja bastante ajada que contenía entre otras cosas varios DVDs. Las carátulas indicaban que, aunque rodadas por humanos, su contenido no era para nada "monstruoso". Mi instinto me advirtió enseguida que, de todos modos, serían "películas prohibidas" por lo que, pesé a la euforia del momento y mis ganas de compartirlo, oculté su hallazgo.

En cuanto pude verlas a escondidas, supe sin lugar a dudas que, a pesar de tener que soportar los remordimientos por tener secretos para con mis progenitores aguijoneándome constantemente, fue la decisión más acertada... y es que esas pelís constituían el eslabón perdido con mi mundo, uno que dejó de existir cuando yo apenas tenía unos meses... pero que parecía estar muy presente en mi esencia.

Aquellas pequeñas joyas me permitieron intuir como debió ser todo antes, convirtiéndose en mi más preciado tesoro... Verlas fue como conseguir encajar la pieza clave de un particularmente difícil rompecabezas. Me ayudaron a entender muchas de las emociones que me dominaban... porqué a veces me sentía tan distinta de mis padres... y al mismo tiempo alimentaron mi desesperada esperanza de que, al menos una pequeña parte de la raza humana, esa en la que necesitaba situar a los que me dieron la vida, no fueron crueles y despiadados asesinos. No podían serlo.

Entre esas especie de "cápsulas del tiempo" había una sobre un equipo de béisbol, así que por supuesto que sabía lo que quería decir con luchar para ganar y apasionar.

No tuve ni tan siquiera la opción de plantearme si compartir o no este revelador detalle con él, y por lo tanto tampoco tuve que preocuparme de cómo hacerlo de modo que no comprometiese mi secreto familiar, ya que continuó con su relato captando de nuevo toda mi atención.

- Fue durante una de esas expediciones, una entre tantas otras miles en las que nos sentíamos lo suficientemente aislados y a salvo como para poner la tele mientras vaciábamos la despensa y el frigorífico, que Mel descubrió a Sharon en medio del gentío que deambulaba por el escenario elegido para uno de esos aburridos reportajes en plan "Que bello es vivir" que echaban a modo de noticias antes de lo que realmente nos interesaba ver, la predicción meteorológica.

» Era increíble que pudiese seguir siendo humana en pleno Chicago pero... mi hermana estaba convencida de ello por su modo de caminar, de comportarse al darse cuenta de la cámara. Y... bueno... como Jared ya estaba al corriente sobre la vena paranoica de los hermanos de papá, no le costó mucho convencerle para que la dejase ir a buscarla, sola.

Como la otra noche, sus ojos habían dejado de enfocarme. Ya no estaba del todo conmigo, gran parte de su ser se había perdido entre sus recuerdos. Una pequeña alarma comenzó a sonar en mi interior, la ansiedad y el temor de que volviese a sufrir me impelían a pedirle que lo dejase... no obstante la maldita necesidad de saberlo todo de él refrenó mi lengua.

- El plan parecía sencillo, arriesgado pero sencillo. Los tres emprenderíamos el viaje hasta Chicago, con ese propósito Jared robó un discreto sedan que pasaría más desapercibido que su Jeep, pero solamente ella entraría en la ciudad; trataría de localizar a nuestra prima, de convencerla de que con nosotros estaría mejor y volveríamos a casa todos juntos. Para eso dispondría de 5 días, pasados los cuales Jared iría a buscarla y nos olvidaríamos de todo el asunto. Si algo salía mal... si necesitaba esconderse un tiempo antes de volver con nosotros, entonces debía dejar una nota en la quinta planta, del quinto corredor, del quinto piso del edificio al que se dirigía. Uno situado justo enfrente del que habitaban en aquella ocasión en que, siendo niñas y para gran enfado de la tía Maggie, Sharon le mostró una especie de bunker.

» El viaje campo a través nos llevó semanas y... a pesar de que casi todas las noches me acosaban las pesadillas, deseaba que no terminase nunca.

Me estremecí, anticipando que finalmente llegábamos a la parte delicada.

- Por mucho que tratase de ocultarlo delante de Jared, ansiaba parecerme a él y por lo tanto debía ser valiente, lo cierto es que estaba aterrado. –Lo que pretendía ser una media sonrisa se le desdibujo rápidamente en una extraña mueca.– De nuevo temía que no volviese o que lo hiciese como papá, y sus promesas y juramentos no bastaban para calmarme.

»Quedarme en la relativa seguridad de aquella pequeña y destartalada cabaña de madera, perdida en medio de un bosque lóbrego y húmedo, mientras Mel se adentraba en la boca del lobo fue... –Sus ojos se llenaron de lágrimas y su voz se agostó.– Aquella despedida fue... Lo siento –susurró volviendo la cara y limpiándose con el dorso de la mano.– Es mentira eso de que los chicos no lloran, ¿sabes? –Confesó avergonzado mientras palmeaba la mano que coloque en su hombro, inclinándome al máximo hacía delante para lograrlo, pues esta vez no había acercado nuestros catres.– Pero tranquila, no solemos pasar de unas lagrimillas.– Agregó volviéndose hacía mí y dejándome helada por el raudo beso que planto en mi frente.

N/A: Para todas mis lectoras... gracias por seguir esperándome!.

Y para Jeziik y Angy por sus cumples, aunque con algo de retraso. ¡Feliz cumple!

Mención especial para mi hermana del alma, mi Neny y mi buena e incondicional amiga Aroa.

1 comentario:

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