CAPITULO 12 - PERDER PARA GANAR (2ª Parte)
Desde que comenzase mi "periodo de adaptación", como les gustaba denominar a mi eterno deambular de acá para allá detrás de Jamie, convertida en su sombra humana, había recibido multitud de muestras de afecto espontáneo en forma de besos, abrazos, caricias en la mejilla o el pelo... y aunque todas me pillaban más o menos desprevenida y no sabía como reaccionar..., lo cierto es que ninguna me producía un efecto tan fuerte y desconcertante como las suyas.
Quizá esa fuese la razón por la que, pese a no recordar por ejemplo si el tío Jeb lo había hecho o no, podía en cambio afirmar con total seguridad que era la segunda vez que sus labios se posaban en mí. De hecho y para mayor exactitud, hacía una semana y seis días desde que aquel primer beso en la mejilla –suspiré lánguida e involuntariamente– me hizo experimentar de primera mano un fenómeno extracorpóreo, mandando a mi mente con billete de primera clase en un vuelo express sin escalas rumbo al séptimo cielo.
Parpadeé sorprendida al percatarme de que había vuelto a sucederme, hasta que su atenta e inquisitiva mirada me recordó mi desliz en forma de suspiro. Entonces carraspee y simulé una tos seca para camuflarlo mientras retrepaba por el borde de mi camastro hasta poder cruzar las piernas sobre él.
- ¿Mejor? –Preguntó buscando romper el prolongado e incomodo silencio que se produjo a continuación.
- Aja, ¿y tú? –Inquirí a mi vez, sin atreverme a mirarle más allá de la altura de los hombros.
- ¿Y qué tal de sueño? –Presionó haciendo caso omiso de la última parte de mi respuesta.
- Ni pizca –Afirmé con convicción.
- Bien, porqué aún me queda por contarte la parte más importante y complicada de la historia –su voz osciló un poco al pronunciar los adjetivos calificativos– y no me gustaría mantenerte despierta innecesariamente con tal de terminar de escucharla esta noche.
- Adelante –Le animé cuadrando los hombros y abriendo mucho los ojos para que viese lo despabilada que seguía.– Tomate todo el tiempo que necesites.
- No. Pensándolo bien es demasiado para una sola noche. –Murmuró reflexivo.– Me temo que, con sueño o sin el, en algún momento tendremos que dejarlo para la siguiente.
No objeté nada, no era a mí a quien le correspondía decidirlo.
Su pecho subió y bajo una decena de veces antes de que volviese a hablar. Durante ese intervalo de tiempo, quizá buscase las palabras adecuadas quizá el valor necesario para pronunciarlas, solamente su mirada podría habérmelo dicho pero seguía sin atreverme a enfrentarla.
- Lo único que nos quedó de Melanie fue el sucio trozo de periódico donde garrapateo su escueto mensaje de advertencia. Aún lo conservo entre las páginas de uno de los libros del tío Jeb. –Su nuez subió y bajó cuando trago audiblemente– A pesar de que se volviese totalmente ilegible al poco tiempo de llevarlo entre mis ropas, ya que apenas si quedó rastro de los trazos a lápiz que una vez conformaron su letra, de que aquellas pocas líneas quedaron grabadas en mi memoria como a fuego desde su primera lectura, y de que no iban dirigidas expresamente a mí... aquel papel seguía constituyendo su último legado y por lo tanto el mayor de mis tesoros junto con el álbum familiar.
Guardó silencio durante unos segundos, inspiró profundamente y luego recitó con aire solemne:
- "No he sido lo bastante rápida. Os quiero a ti y a Jamie. No vuelvas a casa".
No pude evitar pensar que al menos ella tuvo ocasión de despedirse, en cambio yo...
Compuse mi gesto con rapidez, rogando que no se hubiese percatado de el. No, no era un buen momento para entregarse a la autocompasión y no lo hice. Tan solo una solitaria lágrima escapó de mi férreo control rodando mejilla abajo. Ladeé el rostro para ocultársela, y luego fingí jugar con un mechón de cabello para enjugarla con él mientras me refugiaba en su voz buscando mitigar el intenso dolor que siempre acompañaba a ese tipo de recuerdo. Era evidente que ninguno de los dos caímos en la cuenta de lo que aquella parte de su historia representaría para mí... pero no estaba dispuesta a revelárselo, añadiendo un nuevo pesar a los que ya de por si le abrumaban en estos momentos. Además, se lo debía. Le debía escuchar la historia completa, pasase lo que pasase. Era lo mínimo después de lo mucho que le costó llegar hasta este punto.
- Jared no volvió a ser el mismo, y supongo que yo tampoco. Por primera vez parecía... perdido. Creo que ambos comenzamos a morir un poco... Los siguientes días están algo borrosos y confusos en mi memoria, así que no puedo asegurar cuanto tiempo permanecimos sumidos en ese estado... encerrados cada uno en nuestro propio mundo de dolor... hasta que Jared encontró su razón para seguir luchando: Cumplir la última promesa que le hizo a mi hermana, cuidarme y mantenerme a salvo; y me arrastró con él de vuelta a la vida.
» Para entonces, movidos por el fuerte instinto de supervivencia, que no por la razón, ya estábamos bastante lejos de aquel refugio de madera camino de ninguna parte. Por razones obvias no podíamos regresar a casa ni a cualquier otro lugar que Mel conociese... tampoco creo que lo hubiésemos soportado ninguno de los dos, igual que no soportábamos pensar que había muerto para nada.
» Por eso dimos media vuelta y regresamos en busca de Sharon y la tía Maggie. Por eso y para que nos ayudasen a dar con este sitio, el refugio del tío Jeb.
Mis ojos siguieron a su mano en el ademán ausente con el que pretendió abarcar cuanto nos rodeaba.
- Entramos en la ciudad a la caída de la tarde, aparcamos en la misma puerta del edificio donde creíamos que se ocultaban y así, caminando como si tal cosa, entramos en el y nos dirigimos al sótano.
» Jared aseguró que eso es lo que menos esperarían que hiciésemos, y por lo tanto era lo más seguro. También me advirtió que quizá pasásemos ante las mismísimas narices de los captores de Mel, y me instruyó concienzudamente sobre como debía comportarme en todo momento.
» Te ahorraré los escabrosos detalles sobre lo que planeaba hacer si, por desgracia, al cruzarnos con algún habitante este se percataba de nuestra condición... Igual suerte correrían mi tía y mi prima si finalmente Melanie se equivocó.
En tono frío, casi cortante, de su voz me estremeció casi tanto como el recuerdo de aquel primer día, cuando apresada bajo el cuerpo musculoso de aquel hombre presentí el filo del cuchillo a punto de rasgar mi garganta. Sin embargo, en esta ocasión no solo entendía perfectamente sus motivaciones, sino que incluso llegué a ponerme en su lugar enfrentándome a la pura y dura cuestión de "vida o muerte", de mejor"ellos que nosotros". Visto de ese modo, no podía encontrar en mí ni rastro de repulsión ante sus actos. No obstante prefería y agradecía no saber si tuvo que recurrir a tanto.
- Lo siento mucho. –Se disculpó sentándose a mi lado y envolviéndome por sorpresa entre sus brazos. En su voz había una nota de disgustado pesar.– Tampoco debí perturbarte soltando ese comentario.
- No te disculpes Jamie. No soy una cría y... lo entiendo. Puede que no sea capaz de hacerlo pero entiendo que era necesario. –Susurré con la mirada fija en su catre vacío, aunque sin verlo en realidad.
- Vale. Porque no me lo perdonaría a mí mismo si, ahora que ha comenzado a ganarse tu confianza, volvieses a verle como un monstruo despiadado y sanguinario.
Negué contra su hombro. –Nunca volvería a ver a ninguno de ellos así, ni siquiera a Kyle. Ya no–. Procurando no moverme demasiado alcé la mirada para trabarla con la suya. Quería que comprobase en ella la sinceridad de mi gesto pero no tenía ninguna prisa por soltarme... y al parecer el tampoco. No obstante, y como solía decir mamá: "Las cosas buenas duran poco".
Paulatinamente aflojo su agarré y finalmente se retiró aclarándose la garganta un par de veces, lo cual me advirtió que andaba preparándose para volver al punto donde abruptamente abandonó su papel de narrador.
- Permanecimos varias horas acechando entre las sombras. A Jared se le da muy bien eso de permanecer quieto y silencioso, tanto que acabas por olvidarte de que esta ahí. Es como si se fundiese con el entorno. –Para esta última afirmación empleo un tono de voz más ligero, y sus labios temblaron con el espejismo de una sonrisa.
» Después todo pasó muy deprisa. Una pared que se mueve... un forcejeo... un grito a medio acallar de Sharon... la aparición de tía Maggie, enarbolando por encima de su cabeza un viejo sable...
» Todavía no sé que fue lo que nos salvo del desastre. Ni ella misma esta segura. Quizá fuese el miedo a dañar a su hija... tal vez la impresión de reconocerme, a pesar del tiempo transcurrido, cuando me interpuse en su camino implorándole... o incluso puede que fuesen mis palabras... Creo, no recuerdo las palabras exactas, que le rogué ser el primero en morir porqué no soportaría perder a nadie más. El caso es que vaciló el tiempo suficiente para que Jared se medio explicase y... tras soltar a Sharon como gesto de buena voluntad, nos permitió mostrarle que seguíamos siendo humanos.
Conocía el inequívoco desenlace de la historia, no en vano todos sus protagonistas deambulaban de una pieza por aquellas cuevas, no obstante suspiré aliviada en mitad de un nuevo y reconfortante apretón. Tras el, su brazo derecho no volvió a abandonar mis hombros, permaneciendo en una actitud casual sobre ellos durante el resto de la velada.
- La tía Maggie no había oído hablar del escondrijo de su hermano, ni sabía que representaban aquellos signos... pero en el fondo no le extrañaba que, según sus palabras textuales: "ese viejo majareta estuviese escondido bajo las piedras o incluso en el mismísimo infierno".
Ambos soltamos un amago de risa por lo acertado de ambas analogías.
- Acordamos quedarnos allí un tiempo. Ella no estaba dispuesta a abandonar su refugio para lanzarse a dar palos de ciego por ahí y, ya puestos, nosotros tampoco teníamos ninguna prisa. Desencantados, lejos de suponer que las cosas estaban a punto de dar un giro de ciento ochenta grados, llevamos nuestras escasas pertenencias desde el jeep.
» Una vez instalados y compartido las provisiones en una frugal cena, mientras los mayores le daban vueltas una vez más al rompecabezas de las líneas que el tío Jeb grabara en las pastas del álbum familiar que mamá estaba confeccionando, Sharon trató de animarme trabando conversación. No me apetecía mucho tener compañía, pero... de todos modos se lo agradecí mostrándole las fotos que contenía y repitiendo como un disco rallado todo lo que Mel me había dicho sobre ellas... Casi me quedó con la página en la mano cuando al llegar a la vieja foto del rancho Stryder, Jared cruzó en dos zancadas el cubículo y me lo arrebató.
» Esa misma noche, apenas un cuarto de hora más tarde, partimos todos juntos rumbo a este desierto. Estábamos convencidos de que, una vez descubierto qué y dónde buscar, resultaría relativamente fácil seguir todas las pistas. Y así fue, aunque también inútil.
» Tío Jeb es muy listo, ¿sabes?. Nos tuvo todo el tiempo dando vueltas alrededor de este sitio, cansándonos, mientras nos estudiaba lo suficiente como para decidir si dejarnos marchar o no. Casi todos los que estamos aquí hemos tenido que pasar por esa prueba. Por esa y por un asalto en mitad de la noche... Claro que algunos llegamos en mejores condiciones que otros... Nosotros contábamos con el vehículo más apropiado convenientemente surtido de combustible... También con comida y agua suficiente... Mel y Wanda, por ejemplo, casi mueren deshidratadas en el intento.
En mi mente volvieron a agolparse todas las preguntas sin respuesta que fui acumulando durante mis primeros días allí, pero también se sumaron multitud de cuestiones nuevas. Fue como si abriesen un atestado archivador y, de repente, todo su contenido se hubiese desparramado por el suelo junto con lo que se pretendía guardar en él.
Las ignoré manteniéndome firme en mi propósito de "no preguntas", de dejar que la historia siguiese su propio curso incluso permitiendo que la abandonase y retomase a su antojo.
Poco a poco y para mi gran asombró fue satisfaciéndolas prácticamente todas en el transcurso de su narración, como si pudiese leer aquellas fichas imaginarias. De ese modo fue como, durante esa noche y la siguiente, me enteré de que Jeb, temiéndole más a la terrible soledad que a la muerte, fue dejando acá y allá su peculiar "tarjeta de visita" durante sus primeras incursiones en busca de provisiones o útiles para mejorar este sitio... De cómo comenzaron a aparecer los supervivientes... a veces solos otras en pequeños grupos... De todos los detalles de la llegada e integración de su grupo... del número de habitantes de las cuevas por aquel entonces... También, llegado su momento, me fue desvelado el gran acertijo que encerraba su afirmación de noches atrás, cuando me aseguró que, en cierto modo, perder a Mel fue lo peor y lo mejor que le pasó desde la invasión.
Algún día tendré que pedirle que vuelva a contarme el resto de la historia, pues desde entonces apenas si puede prestarle diez minutos seguidos de mi atención antes de sorprenderme dándole obsesivas vueltas a una idea fija. Ni siquiera cuando llegó a la parte de mi propio secuestro, pude dejarla de lado:
«Si no hubiese pasado por el dolor de perder a su hermana, jamás habría tenido la felicidad de ganar a Wanda.»
Si esa moraleja hubiese salido de sus labios en vez de formarse en mi mente, habría dado por sentado con absoluta certeza que esa era la verdadera finalidad de contarme todo aquello... pues acaso, ¿si me aplicaba ese mismo cuento, no encajaba perfectamente dentro de uno de sus múltiples intentos de reconfortarme? En cualquier caso, y pese a la dolorosa diferencia que suponía mi perdida permanente, era una verdad innegable. Si no hubiese pasado por el dolor de separarme de mi familia, jamás habría tenido la dicha de tenerlos a ellos.
N/A: Últimamente mi inspi estaba caprichosamente inclinada hacía mi lado Twilight pero nunca me olvide de mis Hosters y al fin conseguí actualizar. (Incluso apesar de la oposición de la gripe). Las quiero