ELEN POV
Conseguí hacer una retirada triunfal. Todo un logro teniendo en cuenta que mis piernas y mi corazón se habían transformado en un par de columnas de gelatina y un colibrí hiperactivo; aunque si a eso le añadíamos la vocecita interior que me impelía a correr, saltar y gritarle al mundo mi dicha... la cuestión ya se volvía prácticamente milagrosa.
Agradecí que la "gran sala" estuviese momentáneamente vacía. Eso me permitió apoyarme contra la roca y cerrar los ojos para disfrutar las intensas sensaciones provocadas por nuestra reciente intimidad mientras se evaporaban poco a poco conforme mi ritmo cardiaco se estabilizaba... y mis mejillas se incendiaban.
Llevábamos varias semanas juntos... y todavía me asombraba la facilidad con que Jamie me hacía olvidar el pudor habitual que me atenazaba cuando... bueno, digamos que cuando podía pensar con claridad.
Sonreí mientras mi mente retrocedía hasta la mañana siguiente de nuestra primera vez.
« Abrí lentamente los ojos para comprobar que mi entumecido cerebro estaba en lo cierto. Aquello cálido sobre lo que descansaba era un torso desnudo que subía y bajaba con la cadencia propia del que duerme.
Me incorporé con cuidado para no despertarle... aún a sabiendas de que era una autentica tontería; jamás se había despertado en mis sueños anteriores y este, lamentablemente, no sería una excepción. Entonces pasaron dos cosas, una me hizo sonreír la otra me dejo desconcertada: El brazo que rodeaba mi cintura reaccionó automáticamente apretándome para que no me alejase y... no pude evitar soltar una leve exclamación de dolor. No es que el malestar fuese muy intenso pero... definitivamente sentí algo extraño "ahí".
Fruncí el ceño ante aquella molesta novedad... Tampoco antes me había sentido dolorida en mis sueños.
Recordé algo y palpé con cuidado la zona del cuello donde me había mordido. Retiré al instante los dedos siseando. Seguramente tendría una bonita marca por algún tiempo. Bueno... la tendría si estuviésemos en la vida real.
- Lo siento. Parece que me pasé.
Su voz me sobresaltó. Nunca antes me había hablado en mis sueños... de hecho siempre me despertaba antes de que lo hiciese él y...
Tragué el incipiente nudo de dolor mientras enterraba el rostro en su hombro inhalando el aroma de su piel.
No quería pensar en lo que vendría después, ya era suficientemente malo tener que afrontarlo cuando finalmente despertase como para permitir que me amargase aquel sublime instante... y no obstante... no podía dejar de hacerlo; como tampoco podía dejar de lado las acuciantes preguntas que se cernían sobre mí como tenebrosas sombras.
- ¿Me perdonas?
Su mano recorrió mi espalda desnuda en una sutil caricia ascendente que produjo un exquisito cosquilleo electrizante sobre mi piel..., que al descender se fue transformando en un roce incendiario.
Cerré los ojos para disfrutarlo en toda su intensidad dejando escapar un gemido. Así fue como, perdida momentáneamente la capacidad de raciocinio, ignoré la evidente respuesta que representaba para mis crecientes dudas, pues era una sensación demasiado vívida para no ser real.
- ¿Eso es un sí? –Tanteó en tono juguetón mientas su mano dejaba atrás mi cintura y, libre de cualquier impedimento, avanzó descaradamente por mis nalgas..
Con la mente despejada de golpe y plagada de detallados recuerdos de la noche anterior, pero sobre todo comprendiendo finalmente la verdad del "aquí" y "ahora", reaccioné alejándome bruscamente de él para, avergonzada de mi desnudez que no arrepentida de nada, tratar de cubrirme.
Cualquier otro hombre se habría sentido gravemente ofendido por mi reacción ante su audaz caricia; sin embargo, Jamie, tan intuitivo y comprensivo como siempre, se hizo cargo de la situación apresurándose a ayudarme en mi particular e infructífera lucha contra la sábana, que inexplicablemente había terminado convertida un revoltijo atrapado bajo su cuerpo en casi su totalidad, lo cual me obligó a cerrar los ojos e intensifico el tono de mi rubor.
Una vez que envolvió todo mi cuerpo con la blanca tela, y mientras su suave y cristalina risa regresaba a nosotros desde cada pequeño recoveco de su cueva, volvió a atraparme entre sus amorosos brazos murmurando con ternura.
- Te amo tanto, mi pequeña y absurdamente pudorosa momia de mejillas sonrojadas.
Y así, sin una sola palabra por mi parte y con el corazón a punto de estallar de pura dicha, volvimos a prodigarnos una compulsiva sucesión de pequeños besos, suaves y lentos, antes de fundirnos en uno lo bastante prolongado e intenso como para dejarnos sin aliento durante un buen rato, mientras me arrastraba hasta quedar de nuevo tendida sobre su cuerpo. »
Sacudí la cabeza para escapar de aquellos recuerdos. Evocar lo que pasó a continuación no era lo más aconsejable si pretendía calmarme, y no obstante... Suspiré y sacudí otra vez la cabeza, en esta ocasión como gesto del profundo disgusto que comenzaba a sentir hacía mí misma. Ahora necesitaría pensar en algo para mantenerme doblemente distraída. Así pues, procurando desviar mi mente hacía otros derroteros, me concentre en "las consecuencias" que tuvimos que afrontar después.
Siguiendo los consejos del refranero que dicen: "No dejes para mañana lo que puedas hacer hoy" y "El mal camino andarlo pronto", reunimos en las cocinas a las únicas personas, de las que permanecían en las cuevas, que ambos consideramos con derecho a estar al tanto de nuestra relación. Incluyendo por razones obvias a los dos doctores.
Pensar que dentro de un mes, cuando volviesen los expedicionarios, tendríamos que volver a pasar por aquello me contrajo el estomago con la misma intensidad del primer día. Saber de antemano que contaría con la aprobación de Jared e Ian me tranquilizaba bastante pero... ¿Qué dirían al respecto Mel y Wanda? ¿Y si me consideraban poca cosa para Jamie?...
Como siempre, terminé tratando de convencerme de que no había motivos para que reaccionasen distinto al resto de mis seres queridos.
Tío Jeb fue el primero en hacerlo, de hecho sonrió alentadoramente todo el tiempo que duro nuestra torpe exposición, paseando su mirada cargada de ternura y complicidad de la mía a la de su sobrino y viceversa, mientras los demás iban quedando perplejos.
Tras una sonora risotada y un desenfadado "lo sabía", procedió a felicitarnos efusivamente pregonando así su bendición para nuestra unión. Después no sólo le dio permiso a Jamie para escarbar nuestra propia cueva, sino que prometió procurarnos ayuda con los trabajos. Eso si, siempre y cuando esperásemos hasta que finalizase la época de siembra.
Trudy fue la siguiente. Abrazándome con todas sus fuerzas me preguntó si estaba segura de dónde me estaba metiendo. Al confesarle, ruborizándome hasta la raíz del pelo, que llevaba un año dándole vueltas al asunto volvió a estrujarme murmurando un " en ese caso, enhorabuena".
Heath y Geoffrey no dijeron ni pío, si ella lo aprobaba ellos también.
Heidi y Lily, mis amigas y compañeras de dormitorio, parecían más emocionadas que sorprendidas. Lily me guiñó un ojo y comentó que solía hablar en sueños..., pero que si yo no quería hablar del tema ellas no iban a empezar la conversación.
Me dio mucha vergüenza, y de seguro me puso de nuevo como un tomate a juzgar por el intenso calor que sentí subir por mi rostro, al recordar que mis últimos sueños, antes de que los sustituyesen las horribles pesadillas de la captura y/o muerte del amor de mi vida, y al margen de su enorme dosis ingenuidad, eran demasiado... íntimos.
En cuanto a Doc y Candy... bueno..., digamos que han terminado proporcionándonos consejos y anticonceptivos de sobra.
Sabíamos que no podríamos mantener al margen a los demás por mucho tiempo. Cuando se convive con tanta gente en un espacio tan reducido y carente de distracciones, tener un secreto es una idea verdaderamente utópica. Y, de cualquier modo, tampoco es que nosotros pretendiésemos, ni probablemente pudiésemos, abstenernos de manifestar lo que sentíamos el uno por el otro a la mínima ocasión... –De hecho sigo pensando que, después de aquella noche, lo verdaderamente extraño habría sido que no lo hubiesen visto escrito con claridad en mis ojos.– Así que, preparados como estábamos, y puesto que ellos no eran nadie para nosotros ni sus opiniones contaban para nada... no nos molestamos en prestarles oídos a los cuchicheos y murmuraciones que poco a poco fueron cesando tras la primera semana.
A partir de entonces, tan sólo quedaron tres sombras cerniéndose sobre mi luminosa felicidad: Recibir la aprobación de Mel y Wanda, la lengua viperina de Lacey y las miradas asesinas que Isaiah le lanzaba a Jamie cuando nos veía juntos.
Al menos eso había creído... hasta el desagradable suceso de hace cuatro noches.
Aquel recuerdo perturbador volvió a golpearme por segunda vez con la misma contundencia que cuando me debatía en los brazos de Jamie. Y es que, él nunca sabría lo cerca que había estado de ceder al pánico, quedando totalmente incapacitada para percibir las inequívocas señales de reconocimiento que embargan mi cuerpo ante el más sutil contacto con el suyo, y agredirle.
« Aún no había amanecido y Jamie seguía profundamente dormido cuando me obligué a abandonar sus brazos. Puede que fuese una tontería tratar de seguir ocultando el hecho de que casi todas las noches las pasábamos juntos pero... no quería hacerlo "oficial" en tanto en cuanto no contásemos con nuestro propio dormitorio; cuyos trabajos no se iniciarían al menos hasta mediados de la semana siguiente.
Avancé sigilosamente por el corredor hasta el vestíbulo y luego, en vez de torcer para tomar el que conducía a mi propio dormitorio, seguí de frente hasta la gran plaza con intención de "asaltar"la cocina, pues nos habíamos saltado la cena, sin percatarme de que me seguían de cerca.
- Así que lo que va diciendo por ahí Lacey es cierto. No eres mas que su "amiguita", su calienta colchón–. Espetó a mis espaldas una voz fría y cortante cargada de desprecio justo cuando salí a la luz de los espejos.
Inevitablemente grité por el susto y me llevé las manos al corazón olvidando al instante mis necesidades físicas.
Lejos de reprenderle ni la acción ni mucho menos las palabras, –Si se portaba como un cerdo no se merecía una respuesta– me giré con brusquedad. Mi intención no era encarar a Isaiha, si no largarme por donde había venido; y él lo supo.
Lo supo del mismo modo y en el mismo instante en que yo intuí que no me lo permitiría.
Una intuición que no se equivoco, pues con una sincronización perfecta en relación a mi reacción, no sólo me corto el paso sino que me empujó hasta acorralarme contra la pared en la misma boca del túnel... donde su cuerpo delante del mío y sus manos apoyadas en la roca a cada lado de mis hombros me mantuvieron inmovilizada.
En sus ojos, claramente visibles a tan corta distancia, había un brillo inequívoco. Uno que me encantaba ver en los de Jamie, pero que en los suyos me revolvió el estómago.
- Yo también puedo hacerte gritar..., si eso es lo que te gusta. –Susurró tratando de alcanzar mis labios antes de doblarse sobre sí mismo y caer de rodillas.
Y corrí. Corrí con la misma desesperación de la primera noche que pasé en aquel lugar mientras a mis espaldas siseaban mi nombre entre juramentos.
En aquella ocasión Jared me placó con facilidad. En esta, y gracias a sus violentos consejos, unos que a mi mentalidad de alma le horrorizaron en su día, conseguí tanto mi libertad como la ventaja necesaria para alcanzar un refugió. Y así, entre sollozos y temblando de pies a cabeza, fue como terminé entre los brazos de una desconcertada Lily, a la que mentí, como siempre sin mucho éxito, asegurándole que había tenido una pesadilla horrible. »
Pese a creer en la sinceridad de las dos frases que iniciaban la nota que encontré sobre mi almohada a la noche: "Lo siento mucho. No volverá a pasar. Gracias por no decir nada."..., aunque trató con todas mis fuerzas de aparentar normalidad cuando nos cruzamos, cosa que evito cada vez que tal cosa es posible, y he comprobado con gran alivio que él también me rehuye todo lo posible... lo cierto es que deambular por aquellos pasillos a solas nunca volverá a ser lo mismo para mí, pues ya nunca volveré a sentirme completamente segura. Sin embargo, firme en mi propósito de no volver a dejarme esclavizar por el miedo, al margen de obligarme a mantener mis actividades cotidianas como si tal cosa, acababa de ofrecerme para ir a buscar al tío Jeb, o cualquier otro par de fornidos brazos masculinos, para que acarrease un saco de harina y... ups sería mejor que me diese prisa antes de que Trudy se impacientase y me encontrase "vagueando". Eso sin contar con que se nos estaba echando encima la hora de la cena... y que el chico más próximo probablemente siguiese indispuesto.
N/A: Para mi querida Aroa. (Multicolored petals aquí. De Cheshire en su blog)