Bienvenidos a ELÉCTRICA OBSESIÓN


Donde doy vida de nuevo a los personajes que me atraparon y me arrastraron a su mundo, uno que sólamente es posible entre las páginas de un libro.
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CoreanoÁrabe

viernes, 28 de enero de 2011

La huésped nº 37 - Cap 13 - El secreto


CAPÍTULO 13 – EL SECRETO

Siempre imaginé que sería de noche. No es que lo planease ni mucho menos, simplemente es que, ahora me doy cuenta, era algo que fui dando por sentado sin siquiera ser totalmente consciente de ello. Al fin y al cabo todas nuestras grandes conversaciones se producían entonces ¿no?. Y por otra parte era más que lógico pensar que, tarde o temprano, mantendríamos alguna en la que él, poco a poco, encauzaría la conversación por esos derroteros... hasta finalmente terminar preguntándome abiertamente por mi pasado. Pero aunque se habían presentado muchas ocasiones que ni pintadas, ocasiones en las que me contaba anécdotas de cuando su niñez era feliz y despreocupada, lo cierto es que, fiel a su promesa, nunca lo hacía. Y yo... bueno, yo ya no podía más. Cada vez me sentía más culpable. Culpable y tremendamente egoísta.

Por supuesto, contaba con la inestimable ventaja de que Jamie era un chico muy sagaz capaz de sacar sus propias conclusiones con asombroso acierto... eso debería simplificar las cosas... ¿Pero qué digo?. ¡En realidad me allanaba el terreno proporcionándome unos inmejorables y sólidos cimientos de los que partir!... Aun así no me había resultado nada fácil reunir el valor suficiente, un valor que sentía escapárseme a chorros ante la inquisitiva mirada de sus enormes ojos color chocolate cuando tomé su mano para retenerle mientras de mis labios escapaba, en un susurro apenas audible, mi petición. Pues hoy sí que lo había estado planeado mientras quitábamos las malas hiervas a las espinacas.

- Jamie, acompáñame. Tengo que contarte algo.

Aproveché el corto trayecto hasta el joven maizal, el lugar más discreto que se me ocurrió tras renunciar a arrastrarlo hasta nuestro dormitorio,para sellar todas las fisuras que amenazaban con derrumbar mi determinación. Me repetí una y otra vez que ya no había vuelta atrás mientras le conducía hasta el centro cuidando donde ponía los pies para no pisar ningún tallo. Los más aventajados apenas si me llegaban por la cintura. Pero en cuanto me dejé caer comprobé con satisfacción que serían el eficaz escudo contra miradas indiscretas que buscaba y..., acto seguido cerré los ojos para no enfrentar a la suya cuando se sentase frente a mí.

- Antes que nada... –Vacilé– Prométeme una cosa: No le contarás a nadie ni media palabra de esto. No sin antes asegurarte de que, bajo ningún concepto, se acercará a ellos.

Abrí los ojos de golpe y los clavé en los suyos antes de que tuviese tiempo de responder. Pude ver en ellos un destello de profunda comprensión, que no de morbosa curiosidad.

- Lo juró. Nadie tocará a tu familia. –Afirmó con convicción.

Volví a cerrar los ojos. Esta vez quería contener una inoportuna lágrima.

- Confío en vosotros... sé que no los dañaríais. Pero es mejor que sigan dándome por muerta. ¿Entiendes? Ahora son libres... por fin pueden integrarse... quedarse o abandonar el planeta cuando les plazca o cuando les llegué el inevitable momento de tomar esa decisión... y todo eso sin tener que preocuparse por mí. –Balbuceé, terminando de confirmar sus teorías al mismo tiempo que liberaba a mis hombros de una pequeña parte de su pesada carga.

- No se lo diré a nadie. Nunca. Te lo prometo. –Susurró con dulzura.

- Pero debes hacerlo. –Le instruí, visiblemente angustiada–. Tío Jeb merece saberlo y yo... yo no...

- Esta bien. Yo lo contaré por ti. –Me tranquilizó– Pero sólo cuando y ante quien tú decidas. –Puntualizó arqueando una ceja.

El suave roce de sus yemas, recorriendo con calma el ovalo de mi mejilla, se granjeó una tímida sonrisa y un furioso sonrojo.

- ¿De acuerdo? –Inquirió, sacándome del trance en el que inevitablemente me había visto sumida.

Un leve asentimiento por mi parte y un etéreo beso en mi frente por la suya terminaron de sellar el pacto.

Esta vez no me abandoné al mar de sensaciones, más o menos intensas, que siempre acompaña a cualquier tipo de roce entre nosotros. No. Esta vez no le permití engullirme. Conseguí mantener la cabeza despejada... aunque... probablemente el merito no fuese mío, sino de lo atareada que andaba ya mi mente organizando un sin fin de ideas... de posibilidades de cómo comenzar. Y por eso mismo tarde un minuto largo en volver a hablar. Lo necesité para contener la avalancha de sentimientos que se me vinieron en cima al evocar los recuerdos que quería compartir con él. Y aunque, cuando finalmente lo hice, se me quebró la voz y tuve que volver a guardar otro interminable instante de silencio... ni siquiera entonces emitió un suspiro de impaciencia.

- Al cumplir los nueve años..., –susurré por segunda vez con un hilo de voz– pensaron que ya era lo suficientemente mayor como para asimilarlo... Fue entonces cuando me hablaron por primera vez sobre mi humanidad. –Trague saliva y con ella empuje hacía abajo el nudo que amenazaba con volver a dejarme sin voz.– Hasta entonces nunca supe exactamente que había de "malo" en mí... pero tampoco hasta que punto me querían.

La solitaria lágrima corrió finalmente por mi mejilla, quedándose varada a medio camino de mi barbilla. La ignoré fundiéndome en el calor de sus ojos.

- Ellos se disgustarían si me oyesen. –Sonreí débilmente y el rostro de Jamie me devolvió automáticamente la misma sonrisa... para luego, conforme me explicaba mejor, ir ensanchándola hasta que ocupó toda la extensión de sus mejillas– Siempre decían que no era ni malo ni bueno, simplemente diferente.

- Bendita diferencia. –Murmuró con dulzura, extendiendo aquella gota salada por mi piel con el pulgar.

- Eso depende del punto de vista, ¿no crees?. –Rebatí con un cierto deje de amargura.

Jamie asintió comprendiendo perfectamente a que me refería. No en vano lo había sufrido en sus propias carnes. Fuera del pequeño mundo formado por aquellas galerías, nuestra diferencia representaba una constante amenaza de muerte.

- Cuando eres muy pequeño no te das cuenta... No dejarte ver..., viajar constantemente..., todo forma parte de una especie de juego. Pero con cuatro o cinco años ya no resulta tan divertido y comienzas a revelarte. Eres demasiado crío aún para entender el porqué tenéis que seguir haciéndolo, así que no digamos para apreciar, o tan sólo imaginar, el enorme sacrificio que representa para ellos. Lo único que ves en tu tremendo egoísmo infantil es que no te dejan jugar con otros niños y tener amiguitos... que constantemente te arrastran de un sitio para otro sin consideración...

- Me pregunto... –Rumió para sí mismo– qué sería de aquel bebé humano que vió Wanda. Fue hace varios años, durante una expedición. Ian y Jared también lo vieron. Sus padres, al igual que los tuyos, tampoco lo entregaron al nacer para convertirlo en anfitrión... pero no parecían ocultarlo.

Su observación quizá debería haberme dejado atónita, en cambio me indicó que no lo estaba haciendo demasiado bien. Suspiré exasperada ante la torpeza que estaba demostrando a la hora de contar mi propia historia, y desvié la mirada hasta el polvoriento suelo.

- Eso explica porqué no te sorprende saber que teníais razón... No me mal interpretes. –Me apresuré a justificar mi actitud alicaída sin dejar de contemplar el polvo reseco– Es reconfortante y tremendamente esperanzador enterarse de que, en cierto modo, no soy ninguna excepción. Pero es que... Bueno, durante mis primeros meses de vida fui... más como tú. Una autentica superviviente.

Espié por el rabillo del ojo el efecto de mis palabras. Jamie había inclinado la cabeza hacía un lado, un gesto muy suyo que, tiempo atrás, había aprendido a identificar como la prueba irrefutable de que alguna conversación captaba todo su interés. Por si eso fuese poco, también constaté que me observaba con los ojos muy abiertos y una sonrisa cargada de fascinación, que amenazó con disparar los latidos de mi corazón hasta ponerlo al borde del colapso.

- Te lo advierto. Si necesitas ir al baño este es el momento. A partir de aquí no admitiré interrupciones.

Aquella estúpida broma mía le hizo reír. Y su franca risa aligeró la presión de mi pecho lo suficiente como para que, por fin, pudiese saldar la deuda que sentía que tenía pendiente con él. Y hablé y hablé sin parar durante dos horas o quizá más. Contándole detalles sobre mi niñez... Describiendo a las dulces almas que me criaron... Sobre lo dispuestas que se mostraron a satisfacer mi puntual necesidad de conocimiento en los años posteriores a "la gran revelación"... De lo altamente delicadas que fueron algunas de aquellas conversaciones... Pero sobre todo, de los recuerdos fragmentados que les confiaron sus anfitriones, mis verdaderos progenitores, hasta enamorarlos de mí. Una cría de pocos meses que ardía de fiebre en el improvisado refugio de turno.

Ordenando convenientemente todas aquellas piezas había conseguido hacerme una idea bastante aproximada sobre mis orígenes. Rellenando los huecos con un poco de imaginación..., una historia que contarme a mí misma cada vez que me embargaba la inexplicable añoranza por aquellos dos seres desconocidos. Historia que básicamente rezaba así:

Mis padres se conocieron siendo prácticamente unos críos, y enseguida se dieron cuenta de que estaban enamorados. Se casaron en cuanto finalizaron sus estudios. Ella de magisterio. Él de medicina. Eran jóvenes y ambos lo deseaban pero... los hijos no llegaban. A raíz de un embarazo fallido descubrieron que mi madre tenía serias dificultades para concebir. Fueron tiempos muy difíciles hasta que finalmente asumieron la situación. Todos los colegas de mi padre a los que recurrieron les aseguraron lo mismo. Necesitarían la costosa ayuda de la ciencia, la cual estaban muy lejos de poder permitirse con el sueldo de un internista y los ahorros de una profesora suplente, o un milagro... amen de total reposo y estrés cero durante toda la gestación.

Luego se produjo la invasión. Acampaban con unos amigos cerca de donde aterrizaron las naves de la primera oleada. Escaparon de milagro. Sus compañeros no tuvieron tanta suerte. Desde su escondite fueron testigos horrorizados de aquellas primeras inserciones. Nadie les creyó. A partir de aquella noche, a los ojos de todo el mundo, se convirtieron en un par de lunáticos errantes que predicaban sobre un apocalíptico exterminio de la raza humana... O en un peligro. Depende de quien controlase los ojos en cuestión.

Finalmente se vieron obligados a ocultarse para sobrevivir. Solamente salían para robar o rebuscar en la basura algo con que alimentarse. Pasaban cada día con el temor de que fuese el último y, por supuesto, bendiciendo lo que tanto habían maldecido. Les espantaba imaginar alniño que perdieron a merced de los alienígenas.

Fue entonces cuando, ironías de la vida, llegué yo. Su pequeña luchadora, como me llamaba papá. Fue un embarazo y un parto difícil, pero ambas logramos superarlo con éxito. En medio de tanto caos y desesperación, la fortuna parecía sonreírle a nuestra pequeña familia... hasta que yo enfermé.

Papá se encargaba en solitario de traercuanto necesitábamos. Pero mi desconsolado llanto impulsó a mamá a seguir sus pasos en busca de una medicina, algo mucho más arriesgado de conseguir que un poco de comida o un trapo donde envolverme. Un vecino los descubrió cuando trataban de forzar la entrada de una farmacia abandonada y... aunque sus ojos sí..., ellos nunca más volvieron a verme.

N/A: Para todas "mis niñas Hosters" En especial para Aroa, Yuleni y Ronima Javiera.

Estoy euforica! Al fin conseguí terminar este cap después de semana y media peleandome con el final. No veía como contar la historia de los padres de Elen de forma que quedase bien, pues ella no estaba, pero me parecía tan hermosa que me resistía a desecharla. Varios días mirando el Word ante mí sin añadir ni una coma... otros escribiendo y borrando y... hoy, de pronto, apenas hace unos minutos, lo ví claro como el agua.

Espero que os guste el resultado tanto como a mí (Aroa os podría decir lo raro que es eso... que me quede agusto con lo que escribo nada más terminarlo, ¿a que si Aro? )

Proximo Capítulo: Contra viento y marea.

Electrica.

domingo, 9 de enero de 2011

2º premio en el concurso "navidad con los Cullen"


De verás que no me lo esperaba... muchisimas gracias por vuestros 12 votos y felicitaciones a mo solamente a Ivonne (primer puesto con 16 votos) y Ada (por el que han dicho a sido un reñido tercero con 10) si no a todas mis compañeras... pero sobre todo a Laura.
Que sigas compliendo muchas más navidades con nosotras!!.
Ele.

Y además de la dedicatoria del cap 15 de su fic "El sexo no mata" , el cual adoro, mi premio también consiste en una portada... le pedí que me hiciese la de uno de mis trabajos ineditos... un proyecto en el que hace tiempo que estoy trabajando... "Sorprendentes Aliados". Un complejo Crossover Twilight/The Host... ya que pretendo ser fiel a las dos obras de Meyer al tiempo que las fusiono.