Como la crema y la canela - Cap 04 - Temores y esperanzas

CAPITULO 4 – TEMORES Y ESPERANZAS

POV NESSIE

¿A qué venía esa sensación de que jamás estaría tan a salvo como a su lado? ¿Ese deseo de complacer cualquier petición que saliese de sus labios? ¿Preguntarme como podía ir descalzo sin lastimarse en vez de preocuparme por que clase de persona se pasea de esa guisa por el bosque?...

Nadie puede ser totalmente silencioso en un bosque cuyo suelo esta tapizado de hojas y ramas secas. Y sin embargo, aquel chico moreno había surgido a mis espaldas sin que se escuchase ningún sonido delator que le precediera, como si se hubiese materializado de la nada, sobresaltándome hasta el extremo de dar un respingo y apoyar la mano sobre mi martilleante corazón.

De nuevo mi corazón martilleaba con fuerza, tanta que casi juraría que él podría escucharlo. Pero ahora no tenía nada que ver con su aparición inesperada, ni con la sorpresa e incomodidad ante su medio desnudez; pues únicamente llevaba unos desgastados vaqueros mal cortados y deshilachados por encima de la rodilla y ni rastro del resto de su indumentaria, zapatos incluidos. Tampoco con el miedo natural e instintivo que provoca estar a solas con un completo desconocido, máxime si es una intimidante mole llena de músculos, pese al tono amable de su voz y la gran sonrisa.

No, no era nada de eso. Pero ya no era tan pequeña o ingenua como para no darme cuenta de lo que me sucedía, y por lo tanto tenía que admitir que lo que me tenía sumida en ese estado de agitación era ÉL. Y es que no podía dejar de mirarlo. Sus labios carnosos curvados en una sonrisa cautivadora... su nariz perfecta... sus ojos abrasadores e hipnóticos, dos ascuas marrones que parecían arder con un brillo extraño cuando me recorrían de arriba abajo... Su pelo, de un hermoso y brillante negro intenso... Era bastante guapo. Más que eso, era hermoso. Tanto como para ser la encarnación de un Dios o uno de esos seres legendarios de los que hablaban los mitos y leyendas quileute. Me las sabía todas de memoria, pues estas leyendas sustituyeron al repertorio clásico de cuentos de hadas y princesas que me contaban a la hora de irme a dormir, en cuanto fui lo suficientemente mayor para no tomarlas demasiado enserio y acabar teniendo pesadillas con los fríos. Curiosamente era ahora, entrada ya en la adolescencia, cuando había comenzado a soñar..., aunque no precisamente con los fríos... ni tampoco se podrían clasificar de "pesadillas"... y sí, él podría muy bien haber protagonizado alguno de esos sueños.

«¿¡ Ness, en que demonios estas pensando?! –Me recriminé sacudiendo imperceptiblemente la cabeza mientras me ruborizaba ».

Sí, lo admitía... pero no podía aceptarlo. No "debía" hacerlo.

Mi lado racional volvió a la carga gritándome advertencias... tratando una y otra vez de hacerse de nuevo con el mando. Procuró que volviese a ser consciente del riesgo que estaba corriendo... que retomase el temor y la suspicacia que en un principio me llevaron a vigilar cada uno de sus movimientos que, contrariamente a lo que cabría esperar de su corpulencia, resultaron ser elegantes y elásticos. Yes que por mucho que mis progenitores trataron de preservar mi inocencia el mayor tiempo posible, el constante bombardeo de la más amplia y morbosa red de información al servicio de pregonar cualquier acto de violencia por mínimo que fuese, terminó burlándolos y encargándose bien pronto de mostrarme que había cosas mucho peores que la muerte. Que tras un rostro agradable y una bonita sonrisa podía perfectamente ocultarse el monstruo capaz de realizarlas. No obstante, su insistencia en recordarme que podría hacerme cualquier cosa, matarme a golpes incluso, que nadie escucharía mis gritos allí donde estábamos, tan sólo consiguió que de nuevo cruzase por mi mente aquel amargo pensamiento...

«quizá nadie acudiese en tu ayuda aunque estuvieses en mitad del poblado ».

Lo descarté con la misma rapidez y vehemencia de la vez anterior. No tenía sentido seguir dándole más vueltas y torturarme por el visceral rechazo del pueblo de mi madre. No permitiría que de nuevo me afectase hasta el punto de volver a considerar mi propia muerte. Aquello había sido una estupidez producto de un momento de debilidad, una locura momentánea de la cual me arrepentía y avergonzaba.

Mi lado emotivo... romántico... irracional...o como quiera llamarlo cada uno, en definitiva el lado que me había hecho bajar la guardia, el que me había impulsado a contestarle como si nada, el que me hizo hacer caso omiso del "por si acaso"... era mucho más fuerte y había ganado inexorablemente en cuanto nuestras miradas se encontraron por primera vez. Así que seguí bajo su influjo y acabé tratando de estimar cuantos años podría tener... podrían ser perfectamente veintitantos... No debía dolerme que fuesen tantos, pero caray como dolía. Deseando volver a escuchar su grave y varonil voz... Incuso me sorprendí fijándome furtivamente en como se marcaba cada músculo bajo la piel cobriza de su ancho pecho descubierto, a pesar de que nunca me gustaron los chicos así. En realidad nunca me había gustado un chico, punto. Mientras me obligaba a apartar la mirada, especulé con que debía haber pasado muchas horas en un gimnasio o trabajar en algo que requiriese mucho esfuerzo físico para acabar teniendo ese aspecto, no quería permitirme pensar en el motivo pero anhelaba fervientemente que fuese lo último, que no correspondiese al típico cliché de musculito sin cerebro obsesionado con su cuerpo.

Su pelo, extremadamente corto, volvió a llamar mi atención liberándome momentáneamente de tener que enfrentarme con aquellos extraños sentimientos y deseos. Todos los chicos de la reserva lucían orgullosos sus largas melenas. Según la tradición ancestral de mi pueblo materno, el pelo largo representaba la buena salud de la familia y solamente se cortaba cuando moría algún miembro, como señal de duelo. Pero no como lo llevaba aquel chico, casi al cero, si no a la altura de la barbilla. Esa era la explicación del porqué me libraba de sus insultos y miradas cargadas de desprecio, debía ser de una de las tribus vecinas, un hoh o un makah que andaba visitando a algún pariente y suponía que yo vivía en Forks. Tan sólo eso nos brindaba la oportunidad de conocernos... de ser amigos aunque solamente fuese por un rato. Acallé de golpe la incordiosa vocecita que trató de aclararme ese punto. Que se empeñaba en restregarme que me gustaba demasiado para conformarse con eso... Ni quería ni podía pensar en eso ahora. ¿Qué sentido tenía cuando lo más probable es que no le volviese a ver? ¿Cuándo eso era lo mejor que podía sucederme? Apenas acababa de saber de su existencia y ya me dolía demasiado imaginar que para él solamente seria la deshonra de la tribu quileute. ¿Cómo podría soportar leer el desprecio en aquellos ojos marrones... escuchar de sus labios los crueles insultos?.

La suave brisa que acababa de levantarse cruzó un mechón de pelo sobre mi cara, antes incluso de pensar en mover la mano para apartarlo la suya lo hizo gentilmente, atrapándolo detrás de mi oreja.

- ¿Estas segura de que lo que vistes era un lobo?–Preguntó con voz angelical, o al menos así me sonó a mí pues acababa de ascender a la misma gloria.

- ¡Aja!–Contesté aturdida por la increíble sensación que me produjo el imperceptible roce de la punta de sus dedos. Enseguida la idea de parecerle una boba me despertó del ensueño.– Bueno... reconozco que era descomunal. No creí que existiese una raza en la que fuesen tan grandes. –Asintió con la cabeza despacio, y yo sin darme cuenta imité su gesto mientas continuaba hablando.– De no haberlo visto de cerca lo habría tomado por otro animal... tal vez un oso.

Se quedó pensativo por un momento mordiéndose el labio inferior. Parecía muy concentrado. Como si estuviese decidiendo algo importante o escogiendo con cuidado sus siguientes palabras.

- En cualquier caso era majestuoso –pensé... Bueno debí susurrarlo después de todo, pues se le iluminó la cara con una nueva sonrisa y sus ojos relampaguearon animados mientas volvía a preguntarme.

- ¿De veraslo crees? –En su tono no había burla ni incredulidad, realmente era una pregunta sincera bastante cargada de entusiasmo.– Bueno... tenías razón cuando dijiste que no es peligroso. Lo conozco bien y creo que podrías acariciarlo sin problemas.– Al pronunciar la última frase, un susurro casi inaudible, mantuvo la vista baja. Y juraría que el tono cobrizo de su piel, disimuló un ligero rubor en sus mejillas cuando sacudió la cabeza mientras sonreía para sí mismo.

En otras circunstancias le habría corregido recordándole mis palabras exactas, había dicho que " no parecía peligroso" no que no lo fuese, pero en vez de eso dejé que mi mente divagaba sobre el misterioso motivo de su sonrojo y no pude evitar pensar que se veía adorable. ¿¡Tendría razón aquella estúpida vocecita y me estaba enamorando!? ¡No! No podía ser...

- Creo que... será mejor que te acompañe de regreso a La Push.– Murmuró un tanto dudoso, observándome de reojo.

La cruda realidad que encerraban esas palabras me golpeó con fuerza, cortándome el aliento: Vivía en La Push y había estado "jugando"conmigo...

POV JAKE

Ocurrió tan de repente que de no haber estado pendiente de su expresión ausente no habría visto apagarse el brillo de sus ojos ni la mueca de dolor reemplazar a la tenue sonrisa en sus labios antes de que echase a correr. El pánico disolvió por completo la excitación que me dominaba hacía un segundo, y que tanto me estaba costando ocultarle. Aún así tardé un poco en reaccionar. Estaba demasiado aturdido e incapacitado. Al privarme de su compañía tan bruscamente, fue como si de golpe pasara de una luminosidad casi hiriente a la más completa oscuridad, quedando momentáneamente ciego...

- ¡Espera! –Grité desesperado en cuanto me recuperé y la seguí.

Recordaba con claridad la promesa que me había hecho a mí mismo mientras estuve oculto tras los árboles cubriendo mi desnudez. "No detenerla si su deseo era regresar al poblado"...No obstante las palabras surgieron de mis labios por si solas, sin que mi entumecido cerebro las formase conscientemente, del mismo modo que mis piernas me impulsaron detrás de ella a través del denso bosque. Mi corazón, espoleado por la imprimación, estaba imponiendo su voluntad arrasando la barrera del sentido común. Mi mente estaba demasiado ocupada por un único pensamiento, una clara y poderosa certeza, como para tratar de dominarlo. Tenía que conseguir que no se alejara de mí o estaría perdido pues... la "necesitaba" más que comer o respirar.

Al fin entendía a mis hermanos. El centro del universo había cambiado irremediablemente para mí, ahora era esa chica de quince años. Sentía que había nacido única y exclusivamente para pertenecerle y esforzarme en hacerla feliz... darle todo cuanto necesitase... aunque eso significase mi propia muerte. Que sin ella mi existencia carecí de sentido.

No me costó mucho alcanzarla, era rápida pero... humana al fin y al cabo. Atrapé su muñeca y me paré en seco. La inercia de su carrera hizo que girase bruscamente sobre sí misma y acabase estampándose contra mi pecho.

- ¡Au! –Se quejó alarmándome, sabedor de que golpear nuestros cuerpos alterados por los genes causantes de las transformaciones era como golpear el granito.

De forma inconsciente mi brazo izquierdo había terminado alrededor de su cintura manteniéndola pegada a mí. Antes de que reaccionase y forcejease me obligué a soltarla y dar un paso atrás.

- ¿Estas bien?. Lo siento Nessie. ¿Te has hecho daño?. –Pregunté ansioso, conteniéndome a duras penas de alzarle el rostro para comprobar si le sangraban la nariz o el labio.

Me miró directamente a los ojos. Fue como si los suyos me traspasasen hasta llegar a mi alma provocando que la ternura y afecto que ansiaba darle a manos llenas caldeasen cada rincón de mi ser. Pero aquellos hermosos ojos también me transmitieron su miedo. No era un miedo físico a mí presencia, a mis actos. La imprimación me permitía leer en ellos como si fuesen un libro abierto, casi como a mis hermanos estando en fase. Ella temía que yo fuese como el resto, temía mis palabras..., intentaba prepararse para mis insultos...

... Como si yo pudiese cometer tal blasfemia..., como si herirla no equivaliese herirme a mí mismo.

Sentí una profunda necesidad de borrar aquel destello de su mirada, de verla sonreírme, de que corriese a mi encuentro en cuanto me viese pregonando mi nombre... Controlé mi expresión para que no delatara mi propio sufrimiento, mi pelea interior por no atraerla hacía mi pecho ni acunarla entre mis brazos mientras le murmuraba palabras de consuelo y una confesión completa de mis sentimientos por ella. De mi naturaleza. Si hacía tal cosa me tomaría por loco o lo que era peor aún... pensaría que era el intento de burla más retorcido y burdo posible. La perdería antes de tenerla. Por lo tanto me mordí la lengua y le sonreí. Una sonrisa forzada que en ningún momento llego a reflejarse en mis ojos. La primera sonrisa falsa que le dedicaba.

- Así que ahora si sabes quien soy... –Balbuceó retrocediendo un paso– Bien, te ahorraré el esfuerzo. Dudo que puedas ser lo bastante creativo como para llamarme algo nuevo.

Su tono se volvió desafiante e irguió la cabeza... pero sus ojos no pudieron engañarme,... en el fondo seguía temiendo lo que yo pudiese decir.

- Lechosa, bicho raro, muerta viviente... –fue recitando con voz monótona cada uno de los hermosos epítetos con que la habían ido bautizando a lo largo de aquellas pocas semanas– engendro, fantasma, alienígena... –cada sobrenombre escocía en mi pecho como si me costaran con una cuchilla de afeitar embotada por el oxido.– Seguro los conoces todos así que, ¿sigo o puedo darme por insultada e irme?

No contesté. Estaba demasiado ocupado en mantener a raya el calor de la transformación, que amenazaba con recorrer de un momento a otro todo mi cuerpo, debido a la profunda ira que sentía hacía mis congéneres.

- Bueno... también podrías llamarme Chupasangres, sanguijuela o... fría. Entonces serias original y también son buenos insultos, ¿no crees?. Claro que las frías se supone que además de pálidas eran muy hermosas... –Al ver mis ojos abiertos como platos agregó con los suyos chispeantes– Sí, conozco las leyendas de la tribu... aunque mi sangre no sea pura y por mucho que os moleste... son también mis raíces, mis ancestros.

A pesar del daño que recibía a diario, ella todavía se mostraba orgullosa de su media sangre quileute. En cambio yo... por primera vez me avergoncé de serlo.

Inhalé despacio y después expulsé el aire de golpe produciendo un suspiro exasperado. No me había percatado de que mi pertenencia a la tribu que la lastimaba constantemente sería un tremendo obstáculo para mis propósitos, tanto el original de ser su amigo como para el que ahora hacía que mi corazón latiese errático. Estaba molesto conmigo mismo por no haber previsto algo tan evidente. También estaba angustiado por no saber que hacer o decir al respecto. Ya de por si era bastante duro tratar de ser simplemente su amigo estando imprimado como para encima tener que lidiar con aquello.

« Centrate, Jake. Ordena tus prioridades. –Me auto-aconsejé.– Un objetivo cada vez, chaval»

El primer paso era claro, tenía que vencer su hostilidad más que justificada y ganarme su confianza. Una vez que tuviese su amistad, el resto sería cuestión de paciencia y tiempo, estaba seguro. Si toda la manada había conseguido el amor de sus almas gemelas, ¿por qué yo iba a ser menos?. Ella no sería inmune al grado de adoración y amor incondicional que yo le profesaría en cuanto me dejase hacerlo.

Sonreí esperanzado y me lancé a intentarlo.

- ¿Qué te parece si empezamos de nuevo, y hacemos las presentaciones como es debido?. Mi nombre es Jacob, Jacob Black, pero puedes llamarme Jake.– Le tendí la mano cordialmente antes de continuar, manteniéndola en el aire cuando no se movió para estrechármela– Si no te importa yo te llamaré Nessie, aunque me gustaría mucho conocer tu nombre completo, claro. –Añadí guiñándole un ojo –. Los amigos siempre lo conocen y seguro que es más bonito que todos esos motes.

N/A: Gracias por entender mis tardanzas y permanecerme fieles. Ojalá pudiese actualizar a diario... este capitulo (que tanto trabajo me ha costado sacar adelante) va por todas/os vosotras/os.

Mención especial para mi Neny que no lo esta pasando nada bien por motivos personales, para Koko y las chicas de México que han sufrido el maldito terremoto y para mi "hermanito".