Bienvenidos a ELÉCTRICA OBSESIÓN


Donde doy vida de nuevo a los personajes que me atraparon y me arrastraron a su mundo, uno que sólamente es posible entre las páginas de un libro.
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jueves, 19 de agosto de 2010

La huésped nº 37 - Cap 2 - Desesperanza



Todos los personajes pertenecen a su creadora Stephanie Meyer, menos la pequeña Elen Masen (Flor en el viento).

CAPITULO 2 – DESESPERANZA

Lo primero que percibí fue un fuerte olor a moho y mala ventilación. Después, todos los recuerdos acudieron a mi mente. Pobres papá y mamá –gemí en mi interior. ¡Los buscadores me habían capturado al fin!.

Procuré no moverme, no debían notar el cambio en mi estado. Permanecí alerta, aún no estaba todo perdido, ¿o si?.

No, definitivamente no. Todavía me sentía yo misma, no había nadie más en mi cabeza. Al menos yo no podía percibirlo, todavía no.

Estaban cerca, y eran tres. Oía claramente sus voces, y pude identificar dos de ellas a pesar de que apenas las había escuchado antes.

Entre mis pestañas se filtraba una suave luz azulada. Debía estar en un centro de sanación o algo así. Supuse que los dos buscadores hablaban con el sanador que realizaría la inserción.

Presté atención a su conversación, en busca de algo que me pudiese servir. Quizá estaban esperando a que despertase o tal vez, lo que deseaba fervientemente, esperaban que la sedación durase más tiempo.

- ¿Y si no funciona? ¿Qué haremos con el cuerpo entonces?.

- Realmente sería una lástima, es tan joven. –Ese sin duda era el moreno, el que me había abordado, Ian. Apreté los dientes y los puños involuntariamente.

- Procedamos a la operación. Ya nos preocuparemos del resto llegado el momento. –Intervino el tercero, tampoco tuve dudas, ese era el que dijo llamarse Jared.

Estaba claro, actuaba ahora o nunca. Abrí los ojos despacio, mientras relajaba los puños. Miré a mi alrededor con precaución, procurando mover sólo los ojos.

Estaba tendida en un catre en el centro de una habitación de piedra. Los tres hombres se encontraban a pocos pasos a mi izquierda, pero no me miraban. Rodeaban una improvisada camilla en cuya cabecera había algo parecido a un escritorio. Me estremecí al ver los relucientes instrumentos allí preparados.

Un poco más allá había un alto arco, oscuro como boca de lobo. Debía ser la salida.

Si era lo bastante rápida quizá pudiese alcanzarla. ¿Y después?. No me permití pensarlo. Tal y como estaban las cosas no importaba. Tenía que actuar y nada más. Puede que fuera mi última oportunidad.

Pero antes lancé un cauto vistazo al otro lado. Pared de piedra, archivadores metálicos y... criotanques vacíos...

Papá una vez me había asegurado, en un intento de tranquilizarme supuse entonces, que estaba preparado por si esto pasaba. Me había mostrado uno de aquellos trastos y su funcionamiento, así que no cabía duda de que estaban vacíos.

Su plan era bien sencillo. Después de la inserción, debía dejarles ver todos mis recuerdos salvo esta conversación, obviamente. Entonces los buscadores se convencerían de mi inutilidad para su causa, pues yo no tenía recuerdos de ningún humano y me soltarían. El alma usurpadora acudiría a casa tratando de ocupar mi lugar. Siempre era así. Para mis padres todo esto no implicaría ningún peligro, y estarían preparados esperándola. Papá hacía tiempo que había robado aquel criotanque y todo lo necesario.

Una vez extraída el alma, lo cual aseguraba sería muy fácil, yo volvería a la normalidad. Incluso me permitiría acompañarlo, si así lo deseaba, cuando llevara el criotanque ocupado para enviarlo fuera del planeta.

Lo dejaríamos en la pila de embarque de la primera nave que encontráramos lista para llevarlo lo más lejos posible. Para cuando el alma llegase a su destino, yo ya habría muerto, así que caso que pudiese contar lo sucedido, nadie vendría a por mí.

Y en el caso improbable, de que no fiándose del todo, me asignaran un buscador antes de soltarme, yo lo sabría y simplemente desapareceríamos.

Pero ¿y qué pasaba sí yo no volvía? ¿Y si desaparecía como lo habían hecho mis "otros padres"?. Mamá me garantizó que eso no pasaría. Que ellos me rescatarían mucho antes. Además no me dejaría coger nunca, ¿a que no?.

- ¡Estúpida! ¡Estúpida! ¡Estúpida! me recriminé en silencio.

Bien, si no quería arriesgarme con las teorías de papá, debía moverme ya. Y lo hice.

Me incorporé rápidamente e intenté echar a correr hacía el arco. Pero las piernas no me respondieron y todo me dio vueltas en la cabeza. Caí de rodillas al costado del catre.

- ¡Cuidado!.

- ¡Qué no se autolesione!.

Estaba perdida, no podría evitar la inserción. Todo pasó muy deprisa. Sentí unas firmes manos agarrarme y alzarme con suma facilidad, como si fuese una muñeca de trapo. Para cuando me inmovilizaron de nuevo sobre el catre, las lágrimas de ira e impotencia me corrían sin control por el rostro. Odié mostrarles este síntoma de debilidad.

Reconocí al que me sujetaba firmemente los brazos a los costados. Era el que me durmió en el callejón, el de los ojos castaños.

- Todo va bien, todo va bien. –Intentaba tranquilizarme el otro buscador, asomado por encima de su hombro.

¿Por qué al ver sus ojos azules sentía como si me hubiese traicionado?. Al fin y al cabo él no era más que un despreciable buscador, y yo su presa.

Todo va bien –repitió con un amago de sonrisa.

- No para mí –pensé, o quizás lo dijera en voz alta después de todo. Al menos lo suficientemente alta para que me oyeran, pues ahora me miraban los tres con expresión apenada. Aquellas caras me resultaron fuera de lugar.

- Calma, pronto estarás en casa –agregó el que me sujetaba, en tono amable.

¡Menudo hipócrita el tal Jared!. Esta vez respondí voluntariamente. Clavé los ojos en su mirada y protesté enérgicamente.

- ¡Pero no seré yo!.

Entonces el tercero, el sanador que estaba situado en la cabecera, me roció la cara con un spray. Reconocí el olor a frambuesas y pensé: Hasta aquí llegaste. Después se me tragó la noche de nuevo.

1 comentario:

  1. Me encanta tu historia, esta y todas las del blog, ¡¡¡SON MUY BUENAS!!! ^^

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