miércoles, 27 de abril de 2011
martes, 26 de abril de 2011
Regalos de Mony Diaz
No sé cual me gusta más... Jake esta divino en las dos... pero Nessie me gusta más en la primera y... el detallito del corazón con los palitos de canela sobre la crema me mató... Síp si solamente pudiese quedarme una creo que escogería esa.
Gracias Mony!!! Las pondré alternas apartir de ahora en los caps. que quedan
Me declaro oficialmente "Team Jake y Nessie" por culpa de los fics jajaja dentro de poco subiré mi credencial... aúnque también sigo siendo Team Edward XDD
lunes, 25 de abril de 2011
Como la crema y la canela - Cap 15 - Conversaciones "delicadas" y otras penitencias
CAPÍTULO 15 – CONVERSACIONES "DELICADAS" Y OTRAS PENITENCIAS
JAKE POV
Nessie consideraba que la noticia de nuestro compromiso era demasiado importante para darla a través de una fría llamada telefónica, y que lo más correcto sería que fuésemos los dos a Phoenix a comunicarla en persona.
Yo no podía estar más de acuerdo en todo y menos dispuesto a separarnos aunque solamente fuese por un fin de semana... Eso sin contar con que además era una muy buena ocasión para matar dos pájaros de un tiro y presentarme por fin al resto de su parentela; es decir Emmett McCarty y su pareja. Tampoco se podía decir que conociese mucho a Alice y Jasper Whitlock, pero al menos ellos habían estado un par de semanas en La Push el verano pasado..., aunque eso era más bien un decir, pues el huracán Alice estuvo más tiempo arrasando las tiendas de Port Angeles que en la reserva.
Así fue como, una semana después de desafiar con nuestra "precoz" promesa de amor a cuantos nos rodeaban, –simbolizada en la modesta pulsera artesanal que lucía en su muñeca derecha– y puesto que su madre no se encontraba con ánimos de viajar, volvíamos a tener que enfrentarnos en solitario a una situación similar.
De igual modo que existe el amor a primera vista, ahora sé que –al margen del instintivo hacía los vampiros– también es posible experimentar el odio. Bueno, tal vez odio sea una palabra demasiado fuerte para calificar lo que Rosalie Hale y yo sentimos el uno por el otro desde el instante en que nos vimos... Quizá la expresión más adecuada sea "desagrado"..., ¿antipatía, tal vez?... Mejor dejémoslo en pura e incondicional aversión.
Ella reunía todos y cada uno de los aspectos que yo más detestaba en una mujer: Coqueta, presumida hasta el extremo de estar constantemente pendiente de su pelo y/o su apariencia en general... Orgullosa... Uñas larguísimas, eternamente pintadas de rojo pasión a juego con los labios... En pocas palabras: Era hermosa, lo sabía, y presuponía que todo el mundo debía caer de rodillas a sus pies deseoso de recibir sus atenciones. Lo que se dice una Barbie de carne y hueso, aunque con "algo" más de cerebro.
¿Mi "delito" a sus ojos?... precisamente ese; no dejarme deslumbrar ni babear por los rincones.
En cuanto a su padrino, Emmett... Nessie me lo había descrito como un niño grande. Me bastaron quince minutos a solas con él para comprobar que tenía toda la razón. Yo esperaba que en cuanto ella se fuese me preguntase cosas como: Mi sueldo como vigilante de la reserva. –Si él supiese en lo que consistía realmente ese curro.– Si esa ocupación sería fácil de compaginar con el taller mecánico que Sam, Quil, Embry y yo planeábamos abrir para aumentar nuestros ingresos... –Todavía recuerdo la que se montó cuando el consejo nos puso un sueldo sólo a los que ya estábamos en edad de trabajar.– Qué tal nos iba el papeleo y demás gestiones... Si ya teníamos el local... En fin, cualquiera de las cosas que se suelen preguntar en estos casos... Pero no.
- Buena la has hecho, chaval. –Comentó dándome una palmada en el hombro.– ¿Cómo se te ocurre hacerme esto?
Le miré sin comprender del todo. ¿Era una pregunta retórica, o esperaba una respuesta?
- Rose y yo llevamos viviendo dos años juntos, sin necesidad de formulismos ni ceremonias cursis... Y ahora os presentáis aquí, con semejante bomba cuando apenas si lleváis... ¿cuánto? ¿Un año de novios formales? –Bufó.– ¿Qué crees que va a pasar? ¿eh? A ver, dime.
Esta conversación estaba empezando a ponerme de los nervios, pues seguía sin comprender a dónde quería ir a parar y si realmente esperaba una respuesta concreta. Encima sonreía de oreja a oreja, algo que distaba de concordar con el elevado tono de su voz , contribuyendo en gran medida a desconcertarme todavía más...
¿Quería eso decir que su enojo era simulado? Y aunque así fuese..., ¿eso era buena o mala señal? No lo conocía, y por lo tanto no podía juzgarlo.
- Las mujeres, Jake, y mi Rosalie en particular, son caprichosas por naturaleza. ¿Has oído alguna vez la expresión: "Culo veo, culo quiero"? –Inquirió rodeándome los hombros con un brazo, y continuando con su monologo sin darme la oportunidad de contestar– Te apuesto lo que quieras a que esta misma noche comenzará a presionarme con el asunto de nuestra boda. –Concluyó suspirando y revolviéndome el pelo.
Un gesto de la camaradería que yo aún distaba mucho de compartir, y que le duró bien poco. Inesperadamente su brazo se tenso alrededor de mis hombros y su expresión se volvió sombría y amenazadora.
- Hazle daño, de palabra, obra u omisión, me da igual... Una sola lágrima y te prometo que no volverán a apretarte los calzoncillos nunca más, ¿entendido? –Espetó con dureza imitando el corte de unas tijeras frente a mis ojos. –¡Bien! Se acabó la parte desagradable. Nada personal, chico. Solamente cumplo con mi obligación de padrino en ausencia de Edward. –Su tono volvía a ser alegre y despreocupado. Y su abrazo ligero.– No dirás que no sé cuidar de tu pequeña, ¿eh amigo? –Inquirió mirando al cielo. Descubriéndome su vena sensible, y de paso dejándome claro que su personalidad y su estado de ánimo tenían más altibajos que una montaña rusa, exactamente igual que un niño pequeño.
Por desgracia para mí, no fue esa la única ocasión en la que me encontré pensando:
"Ojalá Ness lo este pasando mejor".
Obligado a pasar la mayor parte del tiempo a solas con Jasper y Emmett mientras sus respectivas parejas literalmente secuestraban a la mía para "hacer cosas de chicas", lo único positivo de aquel fin de semana fue el pequeño incidente que protagonizamos en el vuelo de regreso.
NESSIE POV
Mi decisión de viajar a Phoenix trajo una consecuencia para la que no me había preparado. Y es que ni siquiera se me había pasado por la cabeza que tía Alice decidiese "adelantar todas las compras posibles" justo en esta ocasión. Claro que, conociéndola, era un fallo garrafal por mi parte, pues para ella cualquier excusa era valida.
Menos mal que sólo tuvimos la tarde del sábado... Ir de compras con tía Alice era toda una experiencia. Literalmente se volvía loca. Pero entrar con ella y con Rose en una tienda de lencería... eso fue una bien traumática. Se pasaron todo el rato corriendo de acá para allá, levantando en alto diminutas prendas de encaje haciendo comentarios del tipo: "Este es muy sensual" "Seguro que a Jake se le cae la baba con este", y lo peor de todo es que Rose no tenía nunca en cuenta lo lejos que estuviese de nosotras ni la cantidad de gente de alrededor... Bueno... miento, lo peor fue que me arrastrasen a los probadores con un lote completito.
Como envidié entonces la falta de inhibiciones de la pareja de tío Emmett. Me habría venido muy bien cuando se empeñaron en ver como me sentaban. No habría tenido que soportar comentarios del tipo: "Hija, no seas tan vergonzosa que no tienes nada que no tengamos nosotras" "Pobre Jake, se parará toda la noche de bodas aporreando la puerta del baño, como si lo viera". Y desde luego habría sido una autentica bendición durante las conversaciones posteriores a las que dieron pie, plagadas de consejos de índole sumamente íntima y anécdotas picantes.
Ni que decir que fue un fin de semana muy, muy largo para mí, y me temo que Jake no escapo mucho mejor. No quiso entrar en detalles, al igual que yo, aunque no los necesitaba para saberlo, me bastó la sola mención de que tío Em le había dado "la charla".
Aprovechando que el avión estaba a oscuras, le prometí entre besos que se lo compensaría durante el resto de mi vida... Y él a su vez me advirtió que no sabía lo que había hecho al formular semejante promesa..., amenazándome a continuación con recordármelo muy, pero que muy a menudo, mientras enterraba sus labios en la base de mi cuello. No fue hasta que vino a amonestarnos una azafata, bajo pretexto de ofrecernos alguna cosa, que me di cuenta de que había terminado en su regazo, atrayendo la atención de unos cuantos pasajeros.
Menuda vergüenza pasé durante el resto del vuelo y el posterior desembarque. E ilusa de mí al consolarme pensando que al menos ya había dejado atrás la etapa de las conversaciones delicadas. –Me refiero obviamente a las ineludibles.– No tardé en comprobar cuan equivocada estaba. Al día siguiente me esperaba una bastante comprometida con la persona que menos me podía imaginar.
Angela y yo nos habíamos saltado la última clase, gimnasia, para poder charlar libremente sobre mi viaje a Phoenix sin tener a Jess y Lauren tratando todo el tiempo de sonsacarme maliciosamente cualquier anécdota graciosa que no estuviese dispuesta a compartir con ellas.
Al parecer no fuimos las únicas, pues fue entonces cuando me abordó. Debía estar rondando por allí, a la espera del corto intervalo entre el fin de mis clases y la llegada de Jake. En cualquier caso mis novillos le vinieron de perlas.
- ¿Podemos hablar?
Alcé la cabeza sorprendida, topándome con la oscura mirada y el semblante eternamente serio de Leah. Desde mi ingreso oficial en el selecto y ultra secreto club de las imprimadas, no había vuelto a molestarme, aunque en realidad lo más correcto sería decir que me ignoraba con la misma sutileza con que los todo poderosos Dioses han ignorado al común de los mortales desde el inicio de los tiempos, así que no me cabía en la cabeza qué podía ser tan importante como para que se dignase a bajar de su pedestal. Y menos de esta manera, saltándose sus propias clases para venir a buscarme al instituto de Forks.
- Sí, claro. –Balbuceé.
- A solas. –Exigió dedicándole una corta mirada cargada de suficiencia a mi acompañante. Y sin esperar a confirmar si la seguiría o no, giró y echo a andar a largas zancadas.
Aspiré profundamente. Luego formulé una apresurada disculpa de cortesía para con Angy y la seguí. No sabía a que venía todo esto, ni mucho menos a que atenerme, pero me moría de la curiosidad por averiguarlo.
Caminamos unos cuantos metros envueltas en un incomodo silencio. Yo –presa del nerviosismo e incapaz de permanecer con las manos quietas– iba enroscando y desenroscando un mechón de cabello en mi índice, con la vista fija en el suelo y el corazón atronándome en los oídos.
- Supongo que Jake te ha contado lo mío con Sam y Emily, ¿no?
Asentí, todavía mirando al suelo.
- Por supuesto –murmuró y en su voz me pareció apreciar un matiz cálido y ni rastro del enojo que esperaba.– Y te habrá dicho también que por esa razón abandoné la manada. ¿No es así?. Pues se equivoca.
El silencio reinó de nuevo, pesado y asfixiante, hasta que me atreví a decir en un susurro:
- Supongo que hay muchas razones validas para hacerlo. Razones que solamente te incumben a ti.
Vi algo por el rabillo del ojo que captó mi atención, algo que me resultaba fuera de lugar porque nunca lo había visto antes, algo que me desconcertó pues iba dirigido a mí: Su sonrisa. Pero no una cargada del desprecio que me era habitual, sino limpia y sincera. Parpadeé asombrada. Leah Clearwater estaba sonriéndome de corazón, sin dobleces. Y esa sonrisa suavizaba sus duras facciones dejándome ver la hermosa y dulce chica que había sido tiempo atrás. La autentica Leah. La chica que enamoró a Sam Uley.
Jake me había dicho en cierta ocasión que, en cierto modo y pese al rechazo por parte del lobo, Sam aún seguía amándola. Que se odiaba a sí mismo por causarla tanto daño... Ahora más que nunca lo entendí. Estaba comprobando con mis propios ojos el desolador resultado de aquella imprimación... E imaginé lo devastador que tenía que ser saber a ciencia cierta todo eso mientras le veías besando y abrazando nada más y nada menos que a tu prima. Compartir sus planes de futuro comparándolos inevitablemente con los vuestros... En definitiva, me puse en su lugar una vez más... dándome verdadera cuenta de su enorme fortaleza. Dudaba de que yo estuviese ahí hablándolo, con sólo el carácter agriado. No, seguramente yo estaría entre cuatro paredes acolchadas.
- También a ti. Por eso estoy aquí. Por eso y porqué quiero darte las gracias.
- ¿A mí? ¿Las gracias? No entiendo...
- Por librarme definitivamente de cometer la mayor estupidez de mi vida, pues estaba comenzando a dudar de haber tomado la decisión acertada, y planteándome seriamente volver a la manada, con todas sus consecuencias. –Declaró. Dejándome todavía más confusa.– Aquella noche en la reunión del consejo..., cuando regresasteis a la hoguera y Jake anunció que le habías aceptado... Se terminaron mis dudas. Supe que todo estaba bien como estaba, aunque me hice la firme promesa de confesártelo todo antes de que os casarais. Y bueno... por lo que se ve, el tiempo se me agota.
Con cada nueva frase me sentía más y más perdida... y mi instinto me advertía de que no me gustaría dejar de estarlo.
- Verás una parte de mí aún ama a Sam, cierto, pero que podía vivir con eso. Todavía me quedaba suficiente corazón como para enfrentarlo en el día a día de la manada... Sin embargo, ¿qué sería de mí cuando Jake lo destrozase por completo?
- ¿Jake? –Jadeé.– Tú... ¿tú quieres a Jake? –farfulle sintiéndome morir. Luego apreté dolorosamente los labios para evitar quedarme con la boca temblorosamente abierta.
- ¿Entiendes ahora por qué dije que te incumbía, y qué era la mayor estupidez de mi vida?. Tarde o temprano aparecería su impronta... o sea tú. Y contra eso no hay quien compita, créeme. Puedes estar segura de que nada ni nadie lo apartará de ti –me tranquilizó.
Tragué el nudo que me impedía hablar, incluso respirar, y asentí en respuesta a su primera pregunta. De todo lo demás no sabía que pensar. La cabeza me daba vueltas y vueltas...
- Sip. Habría sido como tropezar dos veces con la misma piedra... –continuó sin percatarse de mi estado, o tal vez haciendo caso omiso de él. Había empezado y tenía que terminar– aunque probablemente él no se hubiese fijada en mi de ese modo en absoluto. Y caso de habérselo insinuado yo..., lo más seguro es que me hubiese visto rechazada educadamente, consiguiendo simplemente estropear una, por entonces, floreciente amistad. No obstante no podía arriesgarme. Temía terminar conformándome con cualquier migaja que me ofreciese por compasión, lastimándonos a la larga a ambos, por eso decidí cortar por lo sano.
Mis oídos parecían rellenarse de algodón por momentos, así que redoblé mi concentración para no perderme nada de lo que dijese.
- Es curioso como funcionan estas cosas. Cuando ingresé en la manada, no se puede decir que Jake y yo congeniásemos demasiado. A mí, encerrada en mi burbuja de hiel y vinagre, me pareció un niñato engreído sin más... Pero a medida que transcurría el tiempo... Conforme todos iban imprimando dejándonos atrás... empecé a fijarme en él... en cuantos pensamientos afines poblaban nuestras cabezas...
» Me sorprendió descubrir que compartíamos multitud de sentimientos encontrados hacía lo que éramos. Por un lado ambos ansiábamos ser diferentes, disfrutábamos de nuestra, por así decirlo, aparente libertad de elección a la hora de otorgar nuestro amor... Nos alegraba haber escapado del rebaño y poder hacerlo sin imposiciones ni condiciones... Pero por el otro, esa misma y única distinción nos torturaba hasta inspirarnos complejo de culpa, inferioridad, rabia, y por supuesto frustración.
» En resumen, ambos maldecíamos esta vida por imponernos entre otras cosas la imprimación, a la imprimación por no llegar, y a nosotros mismos por esperarla cada vez más impacientes pese a renegar de ella...
Me encogí de dolor. Hace un año habíamos mantenido una charla al respecto, cuando de improviso se me ocurrió que quizá amarme fuese una obligación para él... Y si bien es cierto que, ante mis reiteradas peticiones, no se había reservado esta parte de su historia para sí mismo, no lo es menos que la había endulzado un poco.
Leah se alarmó al observar mi expresión atormentada.
- ¡Ay, no! No te pongas así Ness. No lo decía con esa intención. En serio que no me di cuenta... –Se detuvo en seco reteniéndome del brazo.– Jake a cambiado mucho desde entonces... Además estoy segurísima de que él y tú estarían juntos con o sin imprimación... y Seth opina lo mismo. Hasta creo que Sam habría terminado sintiéndose atraído por Emily...
- Estoy bien. –Musité conmovida por su recién adquirido interés en no lastimarme, y al mismo tiempo confortada por el recuerdo de las palabras exactas que Jake empleó para dar por concluida aquella conversación: "Tanto como lo es para ti".– Continua, por favor. Ya puestas quiero saber el resto, ¿vale?.
- Vale. La cuestión es que, tal y como cita el refrán que dice: "Dios los cría y ellos se juntan", nos fuimos acercando y estrechando lazos poco a poco. Tú mejor que nadie sabes lo fácil que resulta hablar con él. Fui confiándole pensamientos e inquietudes que jamás compartiría con el resto de la manada, incluido mi propio hermano... hasta que una mañana me sorprendí mirándole de una forma completamente diferente, y supe que estaba volviendo a cometer el mismo error: Enamorarme de un lobo.
No sé si hizo una parada efectista, o es que simplemente se me hizo eterna su toma de aire entre frase y frase. En cualquier caso tuve que recordarme a mí misma mi propia necesidad de respirar.
- No fue fácil asumirlo. Habría sido tan sencillo dejarse caer en el autoengaño y disfrazar ese amor incipiente de simple exceso de cariño... Casi como respirar. –Suspiró– Sé que no es de esos, y desde luego maldita sea si me enorgullece admitirlo, pero... tal vez incluso habría aceptado ser su amante ocasional si eso era lo máximo a lo que podía aspirar con él..., sino fuese porque la delgada y negra sombra de la imprimación siempre estaba ahí, planeando al acecho, recordándome una y otra vez que cualquier tipo de relación sentimental entre nosotros estaba condenada de antemano al fracaso.
» Por eso me fui. Por eso y porque no quería que ni él ni nadie viese todo esto. No quería su compasión... Y tampoco quiero la tuya, –agregó endureciendo su tono y volviendo a ser la Leah que yo conocía– ¿entendido?
- No te compadezco. Nunca lo hice porque en realidad... te admiro. –Admití.– Admiro tu fortaleza y tu determinación.
- Después de lo que te he contado... ¿todavía lo haces?
- Sí –contesté sucintamente.
Sonrió.
- Al principio creí que eras una chica muy afortunada... Incluso te odie por ello –cayó abruptamente y su sonrisa se extinguió.– Lo siento mucho, Ness. Siento habértelo hecho pasar tan mal. Supongo que en el fondo necesitaba tomarla con alguien y... usé los estúpidos prejuicios de la tribu como excusa para hacerte pagar los platos rotos de una fiesta a la que ni siquiera fuiste invitada.
- No te preocupes. Como muy bien dices no fuiste la única y... de todos modos, lo pasado, pasado está, ¿no?
La sonrisa volvió a su lugar. ¿Habría entendido el doble sentido?.
- Ahora sé que también en eso me equivoqué contigo. El afortunado siempre a sido y será él.
- ¡Oh! –Fue todo lo que pude decir.
- Me alegro de que seas tú y no alguien como yo. No siempre fui así, ¿sabes? La verdad es que ni a mí misma me gusta la actual Leah... pero no sé como terminar con ella...
- Creo que ya has empezado –susurré colocando mi mano en su antebrazo.
- Quizá Seth tenga razón... –murmuró con los ojos fijos en la nada.– Tal vez todo mejore cuando encuentre a mi impronta –suspiró volviendo a enfocar el mundo real– Lastima que no tengas un gemelo –declaró, pillándome por sorpresa, palmeando con suavidad mi mano.– Aunque tendría que ser gemelo idéntico de condición que no de apariencia. No te ofendas pero... me gustan bañados en caramelo. –Bromeó empujándome con la cadera.
Ese gesto de camaradería era tan desconcertante viniendo de ella que me quedé mirándola como una boba sin saber como reaccionar.
- ¿Amigas? –Inquirió tendiéndome la mano.
- Amigas –Confirmé estrechándosela con ganas.
- Que dios se apiade de quien ose hablar mal de ti en mi presencia de ahora en adelante... Y tranquila. Hace tiempo que superé aquel enamoramiento. Solamente quería cumplir con mi promesa... –Dijo en voz alta, e inmediatamente murmuró para sus adentros.–¡Uy! Que mal. Debería haber empezado por ahí. –Logrando que ambas pusiésemos los ojos en blanco al mismo tiempo, echándonos a reír como tontas.
Pronto Leah demostró sobradamente que aquellas no habían sido meras palabras, convirtiéndose en mi más acérrima defensora. Supongo que tan drástico cambio le dio a mis –ya escasos– detractores mucho en que penar, pues en poco tiempo nadie volvió a murmurar lo más mínimo acerca de mi persona o mi inminente enlace con Jake. De todos modos no me hacía ilusiones vanas, tenía muy claro que todavía tendría que pasar algo más de tiempo antes de poder cambiar la palabra tolerada por la de admitida al referirme al cien por cien de la tribu... Claro que, esa fue la menor de mis preocupaciones durante los siguientes tres meses. ¡Qué digo! Ni siquiera volví a pensar en ello...
... hasta hoy. No podía creer que al fin hubiese llegado el gran día. Los tres últimos meses, a pesar de lo intensos, agotadores e interminables que se me hicieron en su momento, ahora se me antojaban un suspiro..., un simple parpadeo.
N/A:Dedicado a dos personas que por distintas razones lo estan pasando muy mal: Nenys y Mony... Y a mi Aroa. Gracias por estar siempre ahí.
Chicas, esta historia va llegando a su final. Nos quedan dos cap y el epílogo.
Estoy feliz. Por primera vez he escrito cuatro capítulos simultáneamente. Es una experiencia maravillosa tener inspi para otras escenas y caps. En lugar de quedarte sencillamente en blanco. Eso quiere decir que el lunes subiré el siguiente capítulo: "A las puertas del paraíso".
lunes, 18 de abril de 2011
Aviso por Semana Santa
"Sorprendentes aliados" y "Jamie y Elen" me temo que seguiran sujetos al capricho de la inspi.
Un beso, las/os quiero a todas/os y buena Semana Santa a quienes la celebren.
Electrica.
lunes, 11 de abril de 2011
Sorprendentes aliados - Primer encuentro
CAPÍTULO 1 – PRIMER ENCUENTRO
Las expediciones de abastecimiento últimamente se habían convertido en un juego bastante arriesgado. Todo iba peor desde que los extraterrestres habían traído de Dios sabe donde a aquellos nuevos seres que resplandecían a la luz del sol.
Ellos sabían de algún modo, sin siquiera verlos, quien era humano y quien no. Y por si fuera poco, en demasiadas ocasiones, estos nuevos buscadores eran letales. No les importaba capturar a los humanos, tan sólo alimentarse de ellos. Lógicamente era imposible, pero como se alimentaban de sangre los denominaban vampiros.
Hasta ahora habían tenido la suerte de no toparse directamente con ninguno, debido a que su numero era escaso. Pero esta noche la diosa fortuna los abandonó. No habían apenas bajado de la furgoneta cuando el "buscador" surgió de la nada. Sus ojos oscuros no dejaban lugar a dudas, buscaba alimento no una captura.
Ian suspiró y se preparó para recibir la muerte mientras el buscador se le aproximaba lentamente, como si fuera una fiera que quisiera deleitarse con el miedo de su presa. Al menos caería el solo. Los demás habrían conseguido huir, eso esperaba fervientemente. Era el objetivo de su sacrificio.
Recordó con dolor los gritos y el llanto de Wanda a sus espaldas cuando Jared la metió en la furgoneta a la fuerza.
Consciente de que no podían escapar todos, lo único que les quedaba era entretenerle mientras lo hacían los demás. Con Mel embarazada y siendo Jared el perfecto líder de las cuevas, el cebo estaba más que decidido de antemano. No había tiempo para discutirlo y Jared, como siempre, tomó la decisión adecuada en décimas de segundos aceptando la resolución de Ian y capturando a Wanda cuando trató de correr tras él cuando grito marchaos y se plantó ante el depredador.
Cerró los ojos y rememoró todo el tiempo que su amor y él habían pasado juntos. Tanto los buenos momentos como los malos. Ahora todos le eran muy preciados. Su mente recreó desde cuando la recogieron deshidratada y medio muerta en el desierto hasta el último segundo antes de bajar de la furgoneta.
A pesar de querer concentrarse y evadirse de la realidad, está le golpeó fuertemente cuando sintió el helado aliento del monstruoso ser rozando su cuello... Su fin había llegado.
Apretó con más fuerza los ojos y se refugió en cada beso..., cada caricia..., cada gesto y cada palabra de su Wanderer...
...Y de pronto un aire frío le azotó el rostro. No sintió nada más. En cambió escuchó gruñidos salvajes, gritos de dolor desgarradores y un extraño chirriar metálico que le puso los pelos de punta.
¿Acaso ya estaba muerto y existía realmente el infierno?
Se obligó a abrir los ojos y quedó espantado por el espectáculo que tenía lugar a escasos metros de él.
Dos figuras borrosas parecían enzarzadas en una pelea. Se movían tan frenéticamente que le era imposible saber que posición ocupaba cada uno. Algo blanco y duro impacto cerca de sus pies. Horrorizado reconoció una mano.
Sabía que tenía que huir. Que cuando todo acabase el ganador reclamaría su premio y ese sería el... no obstante sus cuerpo no reaccionaba.
Uno de los seres salió disparado e impacto en el pilar del aparcamiento. Era el primer buscador. Su adversario aprovechó el pequeño margen proporcionado por el aturdimiento de este para, sin perderle de vista ni un instante, dirigirse al humano.
- Ian procura no entrar en Shock, ¿vale?. Y por favor no huyas de mí. Te aseguro que soy tu mejor aliado. Ambos nos necesitamos.
Ian parpadeó confuso. ¿Cómo sabía su nombre?.
- Ya contestaré a todas tus preguntas luego, ahora ando un poco ocupado como puedes ver.
El buscador se levantó y trató de huir, pero el joven de cabellos color bronce le corto la retirada sin ningún esfuerzo. Durante unos minutos se limitaron a contemplarse midiéndose mutuamente y mostrándose los dientes. Hasta que finalmente la danza volvió a comenzar, aunque un poco más lenta.
El chico, que aparentaba apenas 17 años, mantuvo en todo momento el control de la lucha. Sus movimientos eran demasiado rápidos cada vez que se lanzaba contra el adversario, pero certeros, pues siempre conseguía arrancarle algún trozo provocando aquel desagradable chirriar sin sufrir el menor rasguño a cambio.
Todo acabó en cuestión de minutos. Luego el "vampiro", que otra cosa podía ser si no, pensó Ian, reunió todos los trozos y les prendió fuego. El olor dulzón parecido al incienso se fue volviendo más denso y desagradable.
- Tranquilo Ian, no voy a tocarte. Nadie va a hacerte daño. –Su voz era dulce y calmante pero sus ojos de un ambar claro reflejaban temor y preocupación.– Necesitamos tu ayuda y deberíamos irnos de aquí cuanto antes.
Tal vez fuese un producto de su imaginación... pero cuando escuchó la palabra "necesitamos" creyó captar un ligero movimiento en los ojos del "chico". Entonces su instinto le hizo dar un brusco cuarto de vuelta, a la vez que adoptaba una inútil postura defensiva con los puños en alto. No sorprendió nadie a presto a agarrarle por la espalda, aparentemente estaban solos.
- Ian, sé que tienes muchas preguntas... y que te cuesta confiar en mí. –Edward cerró los ojos y se pellizcó el puente de la nariz.– Lo siento, pero... tenemos que movernos ¡Ya!.
Antes de que pudiese ni parpadear, Ian se encontró cargado a la espalda del extraño buscador, que le sujetaba firmemente por las muñecas, y dejando atrás aquel lugar, en realidad toda la ciudad, a una velocidad tal que enseguida acabo tan mareado como para no tener más remedio que cerrar los ojos y abandonar todo forcejeo.
Cuando lo depositó en el suelo, aquellas frías manos tuvieron que sostenerle, evitando su caída, mas enseguida fueron sustituidas por otras sorprendentemente demasiado cálidas, aunque seguramente esa impresión se debiese al contraste, pensó aturdido mientras trataba de controlar la arcada que presentía.
Cuando al fin pudo enfocar se encontró con el rostro afable de un chico de rasgos indios. Sus ojos castaño oscuro, casi negros, le identificaron como "humano". Unos cuantos pasos por detrás de él había una multitud de rostros igual de morenos y expectantes.
- Bienvenido, Ian. –Dijo una suave y melodiosa voz a sus espaldas, haciendo que se girase con brusquedad.
Nueve figuras imposiblemente hermosas, entre las cuales se encontraba "su salvador" de pelo broncíneo, se encontraban a bastante distancia. Y mucho más lejos todavía alcanzó a distinguir a otro grupo más numeroso. Su extrema palidez no dejaba lugar a la duda sobre su condición.
- Mi nombre es Carlisle y esta es mi familia. –Susurró sin moverse un hombre rubio que aparentaba poco más de la veintena, y que se encontraba al frente del grupo más cercano.
¿Familia? Bueno... ¿Por qué no? –Pensó Ian mientras le escuchaba recitar los nombres de sus ocho acompañantes– Después de todo Wanda había referido la existencia de lazos familiares más o menos definidos en cada uno de los planetas que había habitado.
- ... Los de detrás son algunos de mis más antiguos amigos. Discúlpalos pero a algunos aún les cuesta un poco estar cerca de vosotros.
- Yo soy Jake. –Se presentó el chico que aún le sostenía.– Y esta es mi tribu, los Quileuttes. Probablemente seamos los únicos supervivientes del estado de Washington, y eso se debe en gran parte a ellos así que yo que tú dejaría de preocuparme.
- ¡Ja!. ¡Tío, hablas como si nosotros no hubiésemos salvado también sus duros y fríos culos en más de una ocasión!.
Protestó alguien arrancando un coro gritos y aullidos de solidaridad que rápidamente quedó atajado por un autoritario ¡Ya Basta...! pero Ian no pudo saber quienes hablaron, ni vio rodar los ojos al chico, pues no había dejado de vigilar ni un instante a los otros.
- Carlisle, creo que deberíamos dejaros a solas. Nos teme demasiado como para concentrarse en la conversación. .–Declaró el otro rubio, que parecía bastante tenso.–Quizá Edward y tú no le parezcáis tan amenazantes cuando los "humanos" os superen ampliamente en numero.–Añadió señalando a los Quileuttes con la barbilla.
- Mmm –El cabecilla lo meditó el tiempo justo que tardó en cruzar una significativa mirada con el que Ian creía recordar que había presentado como Edward... osea, unos pocos segundos– De acuerdo entonces. Pero Nessie y tú os quedáis también.
- Jasper, ¿podrías echar una mano con ya sabes qué? –Sugirió el de pelo broncíneo.
El interpelado suspiró manifiestamente aliviado coincidiendo con la extraña, inexplicable –y claramente falsa– sensación de calma y seguridad que envolvió de inmediato a O`Shea.
- Mucho mejor. Gracias. –Murmuró sonriéndole angelicalmente con buen cuidado de no mostrar demasiado los afilados colmillos; aunque Ian no estaba muy seguro de que se dirigiera realmente a él. Le daba la fuerte sensación de que, pesé a que no le había quitado el ojo de encima en ningún momento, esa gratitud en realidad estaba destinada a los otros dos.
- Daos prisa. Hay demasiadas cosas que hacer y muy poco tiempo. –Advirtió una de las "mujeres". Una criatura menuda y con apariencia grácil y, porque no, frágil que depositó un beso en los labios del vampiro agradecido y luego... simplemente desapareció.
Ian parpadeó sorprendido contemplando a las únicas cuatro figuras blancas que quedaron. –Era como si los demás jamás hubiesen estado allí.– Y se maravilló al darse cuenta de que ahora podía pensar en ellos por sus nombres: Carlisle... Edward... Jasper... Nessie... Eso los hacía más humanos... y por lo tanto, ¿menos atemorizadores? ¿Se debía a eso que la urgente necesidad de escapar hubiese sido reemplazada por la curiosidad?
- Ya has oído a Alice, no tenemos mucho tiempo. Así que presta atención –instruyó Edward con voz alta y clara. Después emitió un rápido bisbiseo apto tan solo para sus acompañantes más cercanos o un buen par de oídos lobunos.– Buen trabajo Jazz. Ahora su mente esta totalmente abierta y receptiva.
- Bien. Primero le pondremos en antecedentes. –Dijo Carlisle, como si hablase consigo mismo pero mirando directamente a los ojos del hombre que tenía frente a sí – Efectivamente somos lo que nos llamáis, vampiros. Y por mucho que te cueste creerlo no nos han traído de ningún planeta lejano, que va. Nosotros hemos estado aquí siempre. –Ni siquiera hizo un alto dramático para estudiar la reacción del sujeto. Y aunque la cara que presentaba a estas alturas era un verdadero poema, o puede que precisamente por eso mismo, él continuó hablando impasible.– Eso sí, ocultos bajo el amparo de las negras y densas sombras proyectadas por las estúpidas supersticiones; las leyendas de las diferentes culturas indígenas, difusas e incompletas después de milenios pasando de boca en boca; los absurdos mitos del hombre blanco, erróneos en ocasiones hasta extremos insospechados...
- Nunca se ve lo que no se quiere ver – sentenció Jasper.
- Nunca se ve lo que NO se deja ver –corrigió Edward.
- ...Además del estricto secretismo, por supuesto –concluyó Carlisle pasando por alto la intromisión de ambos y el murmullo que recorría las filas del resto de espectadores.
En la mente de Ian volvieron a sonar las palabras: « absurdos mitos »« erróneos » e inmediatamente los repasó, –como su fuese la lista de la compra cuando comprobamos que artículo hemos olvidado– asociándolos con lo que acababa de experimentar y con lo poco que sabían a ciencia cierta de "los nuevos buscadores".
« Fuerza sobrehumana: Sí. Velocidad: Sí. Piel fría como el hielo: Sí. Bebedores de sangre humana: Sí. Aniquilados por el sol, y por lo tanto criaturas nocturnas: No. Sin reflejo: No. Inmortales: ¿?... »
- Permíteme un segundo Carlisle –Intervino de nuevo Edward antes que su progenitor retomase la palabra– Inmortales: Sí. Ajos, crucifijos y estacas de madera en el corazón: No –Atajó Edward, cortando y al mismo tiempo completando la línea de pensamiento que, previsiblemente, distraería en gran medida la atención de Ian del resto de la explicación– y en cuanto a la sangre humana... ¿Carlisle? Todo tuyo de nuevo.
Carlisle imaginó a que venía aquello, pero aún así la pregunta se reflejó en su mente y Edward –con un asentimiento de cabeza invisible para el ojo humano– confirmó sus sospechas.
- Yo fui... un cazador de vampiros que tuvo la mala fortuna de ser mordido. Pero, puesto que no podía acabar conmigo mismo, decidí que al menos no seguiría los funestos designios impuestos por esta existencia y, aunque no fue nada fácil, aunque necesite de toda mi fuerza de voluntad, no sólo conseguí no ir dejando un rastro de cadáveres a mi paso si no que también encaucé mi eternidad hacía la salvación de muchas a través del ejercicio de la medicina.
Y así, durante la siguiente media hora, Carlisle –cumpliendo con el papel que entre todos le habían adjudicado– puso brevemente al corriente a Ian sobre todo lo que juzgaban estrictamente necesario que supiese –lamentablemente para él, demasiado.
N/A: Dedicado a Aroa, Neny, Luz, Mary y Lestad... Gracias por apoyarme en esta nueva aventura loca de mi mente. Aquí o en cualquier otro sitio.
sábado, 9 de abril de 2011
En contestación a tu comentario...
Hace mucho que copio aqui los comentarios que reciben mis historias en los otros blog... entra en el cap que quieras y lo comprobaras... y pase por el blog de alexa porque hacía mucho que no pasaba a ver si su situación personal había cambiado y había podido retomar sus historias... de paso dejé allí el link de mi último cap publicado, como suele hacer todo el mundo. Por supuesto yo no me comparo con Alexa ni con Kokoro... y que lo hagan me llena de sorpresa y orgullo, evidentemente, sobre todo porque a diferencia de ellas cuando estaban activas yo no publico con regularidad religiosa... no era mi intención publicitarme a su costa y lo que desde luego si que es caer bajo es ataquar asi y ni siquiera tener el valor de dar la cara y escudarse en el ánonimato. Si lo que pretendes es humillarme o hundirme moralmente y que cierre como han hecho ellas... vas dada o dado. El día que lo haga será porque me canse de sacrificar mi vida personal por escribir
Electrica
martes, 5 de abril de 2011
Sorprendentes aliados - Prólogo
N/A: Dije que no subiría esta historia hasta tenerla escrita entera... pero la fuí posponiendo a favor de terminar todas las demás que ya conoceís. Ahora que estoy a punto de cerrar la última, (Como la crema y la canela) he pensado que si no me "expoleaís" con vustros comentarios... puede que no lo haga nunca. Así que aquí está.
SORPRENDENTES ALIADOS
Characters :Ian / Edward
Summary :Obligados a abandonar la defensa de Forks y luchar por su propia supervivencia... ¿Por qué no incorporar a los humanos a la Alianza?. (Continuación del OS "De anfitrión más codiciado a su peor pesadilla")
PRÓLOGO
La pequeña reserva de La Push, al igual que la casa de Charlie, permanecía abandonada desde hacía cuatro meses. Fue entonces cuando el jefe de policía Swan, se vio forzado a asimilar de golpe todos aquellos detalles sobrenaturales que siempre había preferido ignorar.
En cuanto al resto de Forks..., cada vez les resultaba más complicado mantenerlo a salvo.
Durante un tiempo pudieron cumplir la máxima de no exponerse y mantener el secreto de su naturaleza ante los humanos..., aunque finalmente las batallas se fueron haciendo tan numerosas, seguidas y cercanas a la población que acabo siendo imposible.
Muchos habitantes huyeron aterrorizados, siendo presas fáciles para los buscadores... Otros optaron por atrincherarse en sus casas... Afortunadamente fueron pocos los que, para consternación de todos y sin entender que se volvían contra sus salvadores, se decidieron a atacarles... En cualquier caso Forks parecía una ciudad fantasma en la que, siguiendo las precavidas instrucciones de Sam, ningún licántropo debía adentrarse pasase lo que pasase.
Así pues, la mansión Cullen se había convertido en el único lugar totalmente seguro, ampliándose hasta extremos insospechados en un intento por albergarlos a todos. El alto muro construido rodeándola era custodiado noche y día por turnos adjudicados equitativamente entre las manadas y los aquelarres.
Garret llevaba años integrado felizmente en el aquelarre de Denali como pareja de Kate, por lo que no tuvo ningún problema para interactuar con los humanos. Zafrina, Senna, Kachiri, Tia, Bejamin, Maggie, Siobhan, Liam, Peter, Charlotte, Huilen y Nahuel; se habían comprometido a adoptar la alimentación vegetariana para poder coexistir en paz. Amun, Kebi, Vladimir y Stefan no quisieron quedarse, de ningún modo estaban dispuestos a renunciar a su naturaleza. Sin embargo la situación no era nada fácil de sobrellevar, demasiada tentación y peligro de accidentes. Así pues, por precaución, todos los vampiros incluidos los Cullen se quedaban en una construcción aparte.
Habían conseguido mantener a raya a las almas por un año pero, aunque nadie quería admitirlo en voz alta, todos sabían que era cuestión de tiempo el tener que abandonar a toda aquella gente a su suerte.
Vampiros y licántropos debatieron toda la noche que hacer antes de que fuese demasiado tarde y un poderoso ejercito acabase aplastándolos.
No hacía falta el Don de Alice para darse cuenta del inminente peligro que se cernía sobre todos ellos. Las almas comenzaban a darse cuenta de que en aquella remota zona pasaba «algo» extraño, y sus ataques eran más seguidos y con más efectivos. Huelga decir que siempre fracasaban estrepitosamente, un vampiro era capaz de acabar con diez enemigos en décimas de segundo antes de que el resto se percatase de lo que estaba sucediendo. Edward estimó en una ocasión que podría romper cinco cuellos en una décima de segundo, un tortuoso recuerdo ya que la finalidad del calculo fue deshacerse de los inocentes testigos de una clase de instituto. La primera clase de Biología que compartió con Bella y que estuvo a punto de convertirse en su última vivencia. Carlisle estuvo de acuerdo con que obrar así era más rápido, silencioso y compasivo; además de evitar la tentación del frenesí de la sangre. Sin embargo aquella mañana Alice vio lo que todos temían y esperaban. Pronto se harían con el primer vampiro. El principio del fin para todos.
Eran seres muy inteligentes y acostumbrados a encontrarse cualquier forma de vida posible en todas partes. En cuanto se toparon con los primeros indicios, no tardaron en atar cabos e identificarlos como los seres oscuros y sedientos de sangre de las supuestas leyendas y cuentos de terror. No dudaron de la veracidad que se ocultaba detrás de todos y cada uno de esos mitos... Sin embargo, gracias a creerlas de forma literal, fracasaban en sus intentos de hacerles frente... Ni siquiera las criaturas denominadas "arañas" eran capaces de encontrar solución al problema de su aparente indestructibilidad. Por desgracia todo cambió con la traición de la realeza. Los malditos Vulturis vieron su oportunidad de conseguir las dos cosas que más ansiaban: Poder ilimitado y destruir a los Cullen y sus aliados... ¿Qué importaba si de paso diezmaban o incluso exterminaban a toda su raza a lo largo del planeta, mientras no los molestasen en Volterra?
Es bastante complicado cruzar dos sagas de seres tan "diferentes" pretendiendo mantenerse fiel a ambas...XDD pero ya tengo medio primer cap (Próximo capítulo: El encuentro) para que pronto podaís decirme si lo estoy logrando.