CAPÍTULO 2 - PETICIÓN
Durante un par de minutos y bastantes kilómetros, el único sonido que se escuchó en la furgoneta –aparte del propio del forzado motor– fueron los desgarradores sollozos que Wanda emitía en brazos de Mel. Eso y la pesada respiración de Jared, quien aferraba el volante con tanta fuerza que pronto sintió como se le agarrotaban las manos.
Jared temía lo que vendría después... a pesar del tiempo transcurrido, recordaba demasiado bien el "luto" de Wanda por aquellas almas desconocidas... Dejando a un lado su propio dolor por la perdida de Ian, trataba de prever como hacerla reaccionar para que no cayese en ese estado, pues esta vez no podía confiar en hubiese alguien capaz de traerla de vuelta. Sin embargo hubo un tiempo en que le habría resultado mucho más fácil. Uno en que no se trataba más que de un compañero... pero ahora Ian O`Shea era como su hermano, y eso volvía a reabrir viejas heridas mal curadas...
Melanie captó la furtiva mirada que les lanzo a través del espejo retrovisor... y lo supo. Pero también ella dudaba que pudiesen hacer mucho por su hermana. Sé sentía tan inútil como cuando estaba atrapada en su propio cerebro..., salvo que esta vez su incapacidad era la de pensar. Ni siquiera en la gran ironía que encerraba el drama que estaban viviendo: Por expreso consejo de Doc, esta iba a ser su última misión... y en realidad sería la de Ian.
Los sollozos dieron paso a los resoplidos, pero esta fase duro poco.
- ¡Jared, da la vuelta! –ordenó Wanda, reaccionando al fin.
Por su tono de voz, Jared supo que habría tratado de arrebatarle el control de vehículo de haber estado en el asiento del copiloto. Por si acaso redujo la marcha antes de denegar su petición.
- ¿Para qué, Wanda? ¿Para qué el sacrificio de Ian sea en balde?
- ¿¡Cómo que para qué? –Chilló haciendo caso omiso de los intentos de Mel por calmarla.– Tenemos que ver dónde lo llevan... ¡Hay que rescatarle!
- No –Jared ni siquiera necesitó meditarlo.
- ¿No? ¡No! –Gritó furiosa, debatiéndose entre los brazos de Melanie.
Wanda quiso arañarle. No. Más que eso. Deseaba arrancarle los ojos. Era un sentimiento que en otras circunstancias le habría asqueado e incluso asustado tener..., pero ahora, en este preciso instante, formaba una parte tan natural de su ser como el color de sus ojos o el profundo amor que sentía hacía Ian. Por lo visto, cada vez era más y más humana, virtudes y defectos incluidos.
- Wanda... –susurró Mel, tratando de mantener la calma a pesar de que, aunque era más fuerte, a duras penas podía sujetarla.– Piensa en lo que estas pidiendo. Si regresamos será para morir con él, nada más.
- Wanda, se razonable. –Añadió Jared.– ¿No vistes sus ojos? Ese buscador no iba tras un anfitrión... buscaba comida.
La pena casi ahogó la voz del hombre en las dos últimas palabras, tirando por tierra su mascara de tipo duro e indiferente... No obstante, Wanderer, la considerada y amable alma viajera, estaba demasiado destrozada para percatarse.
- ¡No! –Grito. Su corazón se negaba a creerlo..., a darse por vencido. Pero una parte de su mente sabía que ellos tenían razón. Ian se había entregado como alimento para que ellos pudiesen escapar.– ¡No! –Repitió, pero esta vez no reconoció su propia voz. Ni siquiera fue consciente de haber movido los labios para producir el sonido, demasiado absorta en tratar de escapar de la negrura que había comenzado a engullir todo cuanto la rodeaba.
........
Mientras tanto, en las afueras de la ciudad, Ian trataba de asimilar todo un cúmulo de información: Los estudios de medicina de Carlisle, el origen de su familia, el importantísimo rasgo que los diferenciaba de los demás vampiros, quienes y cuan diferentes eran los Vulturis, el tratado y las posteriores "alianzas" con los Quileutte –habían discutido mucho sobre como contárselo todo sin mencionar las metamorfosis, pero finalmente renunciaron al secretismo; ante la imposibilidad de desligarlas de la historia y por el bien del futuro común– la resistencia llevaba a cabo en Forks y en La Push...
Aunque todo apuntaba a que eran los "buenos"... Las nuevas revelaciones cambiaron su forma de ver al grupo de los Quileuttes. Inevitablemente los miró receloso, apartándose un paso del joven que permanecía a su lado, preguntándose cuales de ellos serían aquellos seres fantásticos descritos por Carlisle, –en realidad no estaba muy seguro de querer saberlo, mejor dicho de querer confirmarlo, pues al mirarlos más detenidamente le fue increíblemente fácil identificar al musculoso grupo– y por primera vez reparó en el hombre blanco.
Parecía tan tranquilo y relajado entre tanto monstruo...
Edward sonrió complacido por su reacción, un vestigio del pasado antagonismo entre ambos clanes, pero se apresuró a tranquilizarle a instancias de Jasper.
- Todos somos los buenos, Ian. Como te a dicho Carlisle, mi familia... bueno,... nosotros... somos diferentes al resto de los de nuestra especie y eso nos creó poderosos enemigos en el pasado. No queremos ser monstruos... por eso no cazamos humanos para sobrevivir. Por eso nuestros ojos son dorados y no rojos. Nos llamamos "vegetarianos" en plan chiste privado, pues usamos la sangre animal como sustituto. Tratamos... solemos ser buenos en todo lo que hacemos... aunque a veces es más difícil resistir y pueden ocurrir accidentes. La sangre de los animales nos mantiene vivos pero... no nos quita la sed por completo. Basta oler una gota humana para que nuestro apetito se vuelva difícil y doloroso de controlar... ¡pero no imposible!.
Ian no dudo ni un momento de su última afirmación, a tenor de la férrea determinación de su expresión.
- Gracias a este supremo esfuerzo pudimos coexistir en paz con los bisabuelos de la tribu y veníamos haciéndolo de nuevo hasta que se produjo la execrable traición...
- ¿Traición?
- Nuestros "Reyes" –remarcó la palabra con sarcasmo y desprecio a partes iguales– nos han traicionado. Una vez más han antepuesto su ansia de poder, aliándose con los invasores para obtenerlo. Ellos mismos capturaron y prepararon a las primeras victimas de las inserciones... de no ser por su traición... –sus dientes apretados apenas dejaban salir las palabras y sus ojos destellaron adquiriendo un aspecto amenazador– no podrían dominarnos, ni cortar nuestros duros cuerpos y mucho menos sabrían como destruirnos eficazmente.
- ¿Vuestros "Reyes"? –Inquirió casi involuntariamente, con la vista aún puesta en el rostro del hombre de tez clara.
- Los Vulturis –replicó Edward, escupiendo las palabras como si fuesen un insulto.
- Dadle un respiro –dijo Charlie, devolviéndole la mirada.– Todo esto no es nada fácil de digerir.
- Pues tú lo hiciste muy bien Charlie. Y en tiempo record. –Comentó Jake– Quizá...
- Nada de entrar en fase, Jake. –Conminó Jasper con el tono seco y autoritario propio de quien esta acostumbrado a mandar a un regimiento, y luego, ante el abrumador peso de las miradas sorprendidas de todos, incluido Ian, añadió en un susurro tranquilizador– Por favor.
Jacob bufó.
Ian deseó con todas sus fuerzas no tener que dividir constantemente su atención para "vigilar"ambos grupos.
- Sí, Jasper tiene razón... a mí casi me da un ataque al corazón, chaval. Y eso que te he visto crecer... incluso te he cambiado los pañales en un par de ocasiones...
- Ojalá pudiésemos darle tanto tiempo como a ti Charlie. –Dijo Edward, cortando la protesta de su futuro yerno por el comentario intimista del abuelo de Ness.– Y tampoco lo tenemos para "jugar a ver que pasa", Jake. –Agregó lanzándole una mirada recriminatoria al chico. Una que quería decir: "piensa antes de actuar, ¿quieres?"–. Ian sabe de sobra como es realmente el mundo que le rodea, no necesita "ver" para "creer".
Edward tenía razón. Ian necesitaba solamente respuestas..., una respuesta en realidad. Y estaba más que preparado para obtenerla.
- ¿Qué queréis de mí? Esta claro que, por ridículo que me resulte pensarlo siquiera, hablabas en serio cuando dijiste que necesitabais mi ayuda.
- Cierto. El salvamento por parte de Edward no fue del todo un gesto altruista. –Admitió Carlisle con tono cansado.– Necesitamos que tú y tu gente nos liberéis de la primera tarea que nos impusimos a nosotros mismos, proteger a los últimos supervivientes de Forks.
» Tranquilo, no vamos a pediros que masifiquéis vuestro hogar, simplemente ponemos en tú conocimiento que al norte de vuestro emplazamiento, a unos dos kilómetros en coche, desde hoy mismo habrá una nueva cueva donde seréis bienvenidos y... bueno... os agradeceríamos mucho si, como buenos vecinos, echarais una mano de vez en cuando a toda esta gente para abastecerse.
- Pero... por aquella zona no hay cuevas... Es imposible... juraría que son una cordillera de rocas macizas...
- Confía en mí –mascullo Charlie–. No necesitas saber cómo, sólo que dentro de dos horas las habrá.
- También me gustaría aprender a retirar las almas, eso nos proporcionaría la oportunidad de recuperar a nuestros integrantes en caso de que se produjese alguna captura. Alice es incapaz de ver el procedimiento exacto.
Ian abrió los ojos desmesuradamente. ¿Cómo sabían eso? ¿Lo daban por supuesto porque contaban con Wanda y Sol? ¿Y a que se refería con "ver el proceso"? ¿Desde cuándo y cómo los vigilaban?.
- No estas haciéndote las preguntas correctas. –Musitó Edward, controlando a duras penas su impaciencia.– Sí pudieses pensar con más claridad seguramente caerías en la cuenta de que somos los anfitriones perfectos... Vivimos eternamente, ya que somos prácticamente indestructibles, por lo tanto las almas jamás tendrían necesidad de trasladarse de cuerpo en cuerpo. Entonces..., ¿por qué hay tan pocos vampiros insertados?
Ian no supo que decir. Tal vez aquellos vampiros poderosos habían puesto restricciones al respecto.
Edward suspiro.
- La respuesta es obvia. Somos el anfitrión ideal, cierto, pero al mismo tiempo representamos un gran problema. Mejor dicho, un grave problema. No tardaron mucho en darse cuenta de ello, y esa es precisamente nuestra gran baza, la única que tenemos para ganar la batalla de la supervivencia. Nosotros y vosotros.
Ian no dio muestras de seguir el curso del razonamiento de Edward, –no había que ser vidente para saber que estaba perdido, del mismo modo que Jasper no necesitó serlo para conocer los derroteros de los pensamientos de Jacob instantes antes– así que volvió a exhalar un suspiro resignado antes de explicárselo.
- Tuvieron que parar a la espera de que las arañas encontrasen una solución efectiva, o de lo contrario el planeta pronto quedaría cerrado a la colonización, pues no nos reproducimos..., no exactamente. Y lo que es peor, en relativamente poco tiempo quedaría desierto... reducido a un planeta esquilmado de vida"inteligente".
La mente de Ian bullía enumerando solamente las ventajas que ofrecía la condición de su interlocutor... motivo por el cual le ilumino con una simple pregunta.
- ¿Qué comemos?
Sus ojos se agrandaron en extremo, e inconscientemente se llevó una mano a la garganta mientras evocaba a uno de ellos saciando vorazmente su sed.
- Exacto, y ahí radica el problema. Sí no consiguen parar están matando a uno de los suyos... y si lo consiguen crean un nuevo vampiro. Algo que dista mucho de ser bueno para la pobre alma que lo habita. Automática e invariablemente pierden el control del nuevo ser, incapaces de enfrentar y refrenar la abrumadora sed que domina por completo sobre cualquier otra cosa a su anfitrión...
- Y un neófito descontrolado es capaz de acabar por sí solo con una pequeña población entera en un escaso margen de tiempo. –Apunto Jasper– Ni siquiera les funciona el truquito de reemplazarlas inmediatamente por otra experimentada en el manejo de nuestro complejo cerebro... Yo llevo más de medio siglo esforzándome por conseguirlo... y sigo siendo el eslabón débil.
Carlisle le paso un brazo por los hombros, un gesto tan tierno y reconfortante que hizo que a Ian le escociesen los ojos. Y la joven le acarició la mejilla, dejando la mano sobre ella, mientras se dirigía a Ian por primera vez.
- Tía Alice dice que esas "cosas", las arañas están trabajando en la fabricación de sangre sintética o algo así, además de un compuesto que haga que no toleremos otra cosa.
- Por eso es que pedimos tu ayuda para mantener a esta gente a salvo. Para así poder dedicarnos a cazar yliberara todos los vampiros anfitriones y, finalmente, enfrentarnos a los Vulturis impidiendo que creen más. –Gruñó Edward.
- Tendría que consultarlo... –reflexionó Ian– solamente puedo hablar por mí mismo en este momento.
- Por supuesto. –Convino Carlisle.– Volveremos a vernos en cuanto la decisión este tomada. No te preocupes..., nosotros te encontraremos a ti cuando sea el momento oportuno. Igual que te encontramos hoy.
Ian trago en seco. No era una amenaza. Ni el tono, ni la intención podrían calificarse como tal y no obstante resultaba inquietante. Todo misterio lo es. De todos modos se cuido muy mucho de no preguntar.
- Digan lo que digan los demás..., contad conmigo. Es lo menos que puedo hacer después de salvarme la vida ¿no?
- "Algo" me dice que dirán que sí –susurró Edward, guiñándole un ojo a sus acompañantes a una velocidad tal que nadie más lo notó– pero de todos modos añade a la oferta la garantía absoluta de que recuperareis a los dos humanos con los que mostrareis a Carlisle el procedimiento de retirar las almas... Ah, ah. Permítenos conservar al menos una pequeña parte de nuestros secretos. –Interrumpió antes de que Ian pudiese formular la pregunta que ya estaba en la punta de su lengua, incapaz de aguantarse esta vez.– Puede que cuando los Vulturis no sean más que un mal recuerdo, y si sobrevivimos para entonces, te los cuente.
- Esta bien. –Qué otra cosa podía decir.– Lo primero entonces es encontrar el medio de reunirme con mi grupo de expedición o intentar volver a casa por mis propios medios... La primera opción sería la más segura, pero dudo que pueda hacerse.
Carlisle sonrió paternalmente, e Ian se sorprendió a sí mismo buscando rasgos de su propio padre en él. Era absurdo, lo sabía de sobra, sin embargo aquella criatura era más humana y cercana que mucha gente que había conocido –antes, durante y después de la invasión–... le inspiraba las mismas sensaciones y sentimientos encontrados que Wanda, al principio de permitirse conocerla.
- Veo que no has reconocido dónde estamos. Supongo que con tanta gente el paisaje cambia bastante..., –Ian miró a su alrededor y parpadeó varias veces para asegurarse de que sus ojos no le engañaban, acababa de reconocer el emplazamiento donde ocultaban el camión con su preciado alijo– por no mencionar que tenías cosas mejores y más urgentes que atender que inspeccionar el lugar.
- Carlisle. –Intervino Edward– Alice dice que ellos estarán aquí en diez minutos a lo sumo.
- ¿Ellos? –Balbuceó Ian, un tanto inquieto por la respuesta que pudiese recibir.
- Tú familia, por supuesto. No íbamos a salvarte para luego abandonarte a tu suerte..., aunque me temo que sí para dar todas las explicaciones.
Y sin mediar ni una palabra más, los Quileutte se pusieron en marcha y ellos los siguieron, borrando a su paso –de alguna misteriosa forma– el enorme rastro que debería dejar en la fina arena toda aquella gente.
Para quienes esperaban este cap. Gracias por vuestra infinita paciencia.!